Cristina Fernández arribó al Estadio de Huracán, ubicado el barrio porteño de Parque Patricios antes de las 19:30 en el marco del 38 aniversario del triunfo electoral de Héctor Cámpora.
El estadio, según información del club, cuenta con una capacidad máxima de 48 mil personas, pero desde el oficialismo juran que juntaron “más de 80 mil compañeros”.
La presencia de los “hijos pródigos” de Cristina, como Juan Cabandié y Andrés “Cuervo” Larroque —este último secretario general de la agrupación La Cámpora— fue fundamental, ya que de ellos y de Máximo Kirchner —fundador de esa organización— proviene la responsabilidad de que Cristina finalmente acepte ir por la reelección; si bien apenas comenzó el discurso advirtió que “no he venido a hablarles como Presidenta” quisiéndolo enmarcar más en un homenaje a Néstor que a un acto político.
En el primer evento netamente político luego de la muerte de Néstor Kirchner, la Presidenta y única oradora del evento —con la usual voz carraspeada y forzada que suele falsear al imitar los discursos de Eva Perón— ensalzó a su antecesor Néstor Kirchner a diestra y siniestra focalizándose en una continuidad del “modelo”, aunque reconoció, explotando en llanto, que dichos logros no fueron reconocidos; “pero él no le echaba la culpa a nadie”, agregó.
Irónicamente, Cristina no mencionó a Héctor Cámpora en el discurso, si bien se trata del líder que inspiró la creación de la agrupación de lidera su hijo mayor. Sino que apenas recordó el triunfo de la lista peronista del Frente Justicialista de Liberación (Frejuli) que encabezó Cámpora en 1973. El aniversario del 11 de marzo, se pareció más a un aniversario del 27 de octubre, ya que Néstor fue el protagonista principal.
También se refirió a la tragedia del terremoto de Japón, ocurrido en la madrugada de hoy prometiendo solidaridad hacia el pueblo nipón, pero dejó interrumpir en ese momento el cántico “borom bom bom, borom bom bom, para Cristina la reelección”.
Al igual que el último discurso en un acto público de Néstor, la mandataria apeló al “amor”, “el corazón” y “la buena onda” para hacer frente a los tiempos que se avecinan y a frenar con la confrontación que la caracterizó mientras Kirchner la acompañaba. Sin embargo abucheos y silbidos corearon cada vez que se refirió mínimamente a la prensa.
Si bien Cristina ya ha hecho varias especulaciones sobre su propia postulación como candidata a Presidenta en las próximas elecciones, esta vez omitió referirse específicamente al asunto, no obstante el acto en sí y las recurrentes “bondades” que expresó CFK de "continuar con un modelo nacional y popular" que inauguró su marido, no dejó mucho lugar a la duda sobre si se postulará o no.
El acto tuvo un pedido que Cristina ha preferido hacer como que desconoce: el de “Cristina 2011,” ya que en poco tiempo pasó de tratar prácticamente de “ilusos” a los que osaron presagiar una reelección indefinida —o simplemente una reelección—, a confirmar de lleno su candidatura en una jornada que fue el puntapié inicial de su campaña electoral basada en la conciliación.
Cristina cerró el acto y su discurso con un abrazo cerrado con el “cuervo” Larroque, todo un símbolo si se considera que el ala dura del gabinete le está proponiendo ubicarlo como vicepresidente de fórmula en una eventual candidatura, aunque también se postuló para ese papel al diputado Juan Cabandié.
Como allanando el terreno, Cristina dijo que los jóvenes "se están nuevamente incorporando a la política, no contra alguien sino por alguien y por algo", e indicó que ahora tienen "la posibilidad de luchar por la construcción de un país diferente".
El acto sirvió como inauguración de la verdadera corriente “cristinista”, más aliada a Cámpora que a Perón, y la cual este medio viene anticipando desde que los jóvenes K —políticamente inexpertos pero muy militantes— comenzaron a integrar aéreas claves de la Casa Rosada, comenzando una nueva era de desapego y quita de poder a los antiguos peronistas netos, asociados de una manera u otra al ex presidente Eduardo Duhalde. De hecho no hubo un fuerte acompañamiento de los intendentes peronistas del conurbano, pero sí de la Juventud Peronista, La Cámpora, el Movimiento Evita de Emilio Pérsico, Colina (agrupación conducida por Alicia Kirchner) y Madres y Abuelas de Plaza de Mayo; o sea el plano más “cristinista” del kirchnersimo.
Según Ceferino Reato, autor de Operación Primicia, “el apriete juvenil y la incapacidad de Cámpora fueron las principales características que más irritaron a Perón”.
38 años después, nada parece haber cambiado demasiado.
Eliana Toro