De acuerdo al informe publicado por el Instituto Di Tela, el 57% de los alumnos de nivel secundario no logran finalizar su educación, sin ahondar en los posibles motivos de tal situación. Desde la Asociación Antidrogas de la República Argentina, sin embargo, afirmamos que el consumo de sustancias es la causa concreta de ese fracaso.
Luego de cinco años de liberalizada de hecho la marihuana en Argentina, las consecuencias son palpables, dado que los niveles educativos están por debajo de los porcentajes de Bolivia, Paraguay y Ecuador; mostrando que a pesar de que el Estado argentino, se ha preocupado por ser menos exigente para la promoción de los alumnos, estos igualmente abandonan el sistema escolar.
Debemos tener presente que la marihuana destruye la memoria reciente haciendo imposible que el alumno pueda recordar un concepto explicado 15 minutos antes, pero es necesario agregar que el THC (tetrahidrocannabinol) compuesto activo de la marihuana, permanecerá en el cerebro durante los siguientes 28 días al último consumo, impidiendo el funcionamiento correcto del sistema neuronal.
El alcohol hace lo propio - describió Izaguirre -, dado que el etanol (compuesto activo del esta sustancia legal), estará presente en el cerebro de ese adolescente por las siguientes 72 horas, impidiendo el desarrollo intelectual de la persona.
Dos depresores, el alcohol y la marihuana, se unen para impedir el progreso cognitivo del estudiante, empujándolo hacia un cúmulo de pequeños fracasos, que culminarán en la autoexpulsión del sistema escolar.
La tendencia del joven consumidor es poner fuera de su responsabilidad esos fracasos, tratando de mostrar que el docente no sabe explicar, que tiene un particular encono con él y que a esto se suma una exigencia innecesaria por parte de sus progenitores convivientes. Todos, en este punto, se convierten en críticos de su bajo desarrollo intelectual y en enemigos de sus deseos destructivos.
La ingesta de sustancias depresoras que afectan severamente ese cerebro en desarrollo, el fracaso sistemático a nivel escolar y la punición de los familiares convivientes, eclosionan en una sensación de fracaso. El consumidor de sustancias adictivas, tiene de por sí un escaso soporte emocional para enfrentar las frustraciones, dado que para ellos estos escollos son cuestiones infranqueables por lo cual se siente obligados a autoexpulsarse, para no sentir más el dolor de ese fracaso.
Mientras tanto encuentran en el consumo el placer necesario para mitigar la desilusión que provoca la falta de éxito. Es dable recordar que las sustancias adictivas generan en el cerebro la producción momentánea de un neurotransmisor conocido bajo la denominación de Dopamina y que es el encargado de hacer sentir placer. La ecuación entonces es: droga=fracaso, desilusión=droga.
Claudio Izaguirre
Presidente Asociación Antidrogas de la República Argentina
Pero hay que reconocer que la enorme mayoría de los docentes también son culpables de una estafa educativa, porque ya no enseñan bien, fíjense lo que dijo Paenza, el de matemática... que los docentes son también los que tienen que cambiar.