En todos los órdenes de la vida, la humildad es imprescindible. Es la forma que tenemos de seguir aprendiendo, creciendo, preguntando sin miedos, avanzar cautelosos y a la vez sin el terror a equivocarnos porque sabemos que es inevitable la equivocación cuando transitamos los caminos elegidos.

En nuestra querida y amada televisión la humildad es, justamente, lo que no abunda (por no decir que es casi nula).

Así vemos a las figuritas de moda aceptando hacer cualquier cosa sin tener la humildad de decir “no sé”. Basta sólo con encender la tele. No importa la hora ni el canal. Ahí están.

Entre todos los que vemos desfilar día a día en la pantalla, encontramos a una chica con aires de grandeza: Natalia Oreiro.

La naturaleza es más bondadosa con unos que otros. Y con la chica lo fue. Tenemos que reconocerle, en honor a la verdad, que por el momento su físico es totalmente natural y que es una gran ventaja en este medio poder entrar por los ojos.

Lo que uno tiene innatamente es más fácil manejarlo y ponerlo al servicio de nuestros intereses. El punto está en lo que nos toca construir. Ah!, eso sí que no es tarea sencilla. El talento no es producto de una musa inspiradora que nos toca con su mano una noche en que el insomnio nos sorprende. No, el talento es una cuestión de trabajo, de perseverancia, de elecciones, de postergaciones, de esperas y de búsquedas. Y sobre todo necesita de una gran cuota de humildad.

La chica que cruzó la frontera para triunfar en Buenos Aires, tuvo suerte. Logró prontamente estar en la pantalla. No sé por qué la contrataron como heroína de telenovelas. Me parece que no actúa bien. Tiene pegado un estereotipo que, encima no lo actúa, lo finge. Pero, entiendo que a la gente le pueda gustar. Las novelas que protagonizó tuvieron éxito. Ahora, me pregunto yo ¿se habrá dado cuenta de que el éxito depende de muchas personas y no de ella exclusivamente? ¿Se habrá puesto a pensar en algún momento que la presencia de Facundo Arana, de Pablo Rago, (más allá de lo que uno piense de sus actuaciones) ayuda –¡y cómo!- a que una mujer se siente a ver su telenovela? ¿Pensará en algún momento que es sólo un eslabón más en la cadena de un programa visto? La verdad, no creo.

Su nuevo papel está engarzado en una tira llamada “El deseo”. Desde el comienzo sabía que compartiría cartel con figuras reconocidas como Alicia Bruzzo, con Daniel Fanego y con la cuestionable pero buena actriz, Soledad Silvyra. Sin embargo la chica con aspiraciones que la exceden, creyó que ella podía sola y fue así que estuvo meses eligiendo un galán para su novela (sin dar nombres, por algo los galanes con trayectoria se negaron a hacer su pareja de ficción) Finalmente se quedó con lo que había. Pensó que un galán se elegía como una comida en un restaurante. Que lo hagan las estrellas de Holywood, bueno, vaya y pase, pero la ex paquita... ¡País generoso! Ni hablar de las disputas de cartel con las actores de verdad en la misma tira.

La soberbia nos devuelve todo lo que le entregamos trocado en algo más desagradable aún. Y a ella le devolvió todo en la moneda que más le duele: la telenovela es un fracaso.

Sin embargo, vamos a darle a la niña la oportunidad del fracaso en algo a lo que se dedica como puede, desde hace un tiempo. Todos perdemos el éxito más de una vez.

Pero que alguien intente ser estrella actuando mal, podría pasar, ahora que se ponga a cantar ¡¡¡aahhh!!! eso ya es otra cosa. ¿Quién le dijo que cantaba bien? ¿Quién fue la persona que le propuso semejante cosa? Que aparezca. Quiero verle la cara y preguntarle de dónde sacó esa idea, qué le ocurrió el día que tuvo tan brillante ocurrencia. Por supuesto que puede gustarle en forma personal. Pero someternos a todos a escucharla, excede los límites de cualquiera.

La verdad que no sé para qué existen escuelas de canto, gente que cada día educa su voz, gente que pasa horas ensayando en un conservatorio o con un profesor especializado. Basta ya de esos sacrificios!!! Ensayen con nosotros, total después de escuchar a la joven buscando ascenso, podemos soportar cualquier cosa.

Por suerte para algunos que pululan el ambiente farandulero, está la prensa y ante cualquier fracaso, en lugar de hacer un mea culpa, la señalan. Ante el poco éxito de un recital, Natalia Oreiro dijo: “...hay medios sensacionalistas (...) Bueno, no es culpa mía, yo soy muy respetuosa con la prensa, pero a veces no hay tiempo para todos. Porque no consiguieron la exclusiva me crucificaron. Un fracaso es mucho más polémico (y vendedor) que un éxito”  ¿Y si decimos la verdad, mi querida? Si vos te sentís atacada, ¿qué tendríamos que decir los que escuchamos tus sonidos intentando cantar?

Pero parece que no sólo la prensa la ataca. Un día sintió en carne propia lo que es la discriminación y lo dijo. Fue valiente y se animó a denunciarlo.

"¿Discriminación...? Sí, me di cuenta lo que era un día, durante la grabación de "Muñeca brava". estaba vestida como Cholito (personaje que intentaba tener facha de varoncito)  y entré en un negocio a preguntar por el precio de una planta. Ni me respondieron, apenas me miraron”  ¿Y hay quienes se quejan? Pensar que gente de otros pueblos como los bolivianos, los coreanos, los negros, los judíos, etc. se sienten discriminados. Ellos porque no pasaron por lo que le ocurrió a la supuesta actriz. ¿Qué son millares de hombres negros o judíos muertos en nombre de la inferioridad de razas? ¿Qué son las burlas diarias que recibe alguien por ser de otro país en nombre de la superioridad de condiciones? Natalia, vos sí que sos una verdadera sobreviviente del sistema. Tanto como lo somos nosotros después de escuchar una canción (¿) tuya o de verte actuar en televisión.

Ser humildes no es pecado, no es vergüenza, no es fatal. Nos ayuda a crecer y a ser mejores personas. Tal vez la jovencita en cuestión tendría que mirar un poquito más a su alrededor y preguntarse por qué algunos llegan a ser verdaderamente grandes.