El jueves 5 de mayo, en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, presentó el jefe de Gabinete de la Nación, el abogado y contador, Aníbal Fernández, su libro titulado "Zonceras argentinas y otras yerbas" con prólogo de Cristina Fernández de Kirchner, tal vez, la única ausente del acto en la Rural.
No fue una presentación más. Fue un encuentro, una misa pagana en donde se congregaron todos los que están. De las palabras de Alejandro Dolina comparando la obra de Arturo Jauretche con la de Aníbal F. y mencionando la calidad similar de las ediciones de ambos libros a Julio De Vido repasando las obras del gobierno.
En el Pabellón Blanco, en la Sala José Hernández, estaba la juventud sindical, los Moyano, padre e hijos, La Cámpora a pleno, la plana mayor de la comunicación kirchnerista con Juan Manuel Abal Medina, Gabriel Mariotto y las organizaciones de los derechos humanos afines al Gobierno pasando por Estela de Carlotto —dio vueltas por la feria durante cuatro horas— al primer matrimonio homosexual de la Argentina quienes están al frente de una fundación que gira haciendo actos como "260 hombres contra el machismo". También estaba el Gobierno nacional con todos sus ministros, intendentes amigos, gobernadores como el de Salta, militantes que pululan por ingresar a alguna cartera, gatos producidos para la ocasión, secretarias, guardaespaldas, militantes, conductores radiales y televisivos de la causa, actrices como Anabel Cherubito y Andrea del Boca, representantes de actores, relatores de fútbol como Alejandro Apo, Julio Ricardo y Marcelo Araujo, quien se abrazó efusivamente con Mariotto tras el acto para luego decirle a Ricardo: "Ya está. ¿Nos vamos?".
A los pocos minutos, el Salón Blanco ya estaba desierto. Las cocheras, colapsadas y las calles aledañas, sobre todo Juncal, atestadas de autos último modelo aprestados a dirigirse a un nuevo anuncio, un nuevo acto a alguna otra misa pagana. El gobierno nacional había estado escuchando a la presidenta en San Martín durante más de media hora por la tarde y a la noche le tocaba el turno de rendirle homenaje al más polémico de los ministros, el jefe de todos ellos. ¿Y el gobierno? Bien gracias.
Hoy gobernar es hacer periodismo, bajar línea, marcar la cancha, escribir las zonceras de los otros y que los zonzos, lo vean por pantalla gigante, porque adentro de la Sala, solo estaban los funcionarios, amigos, familiares, empleados y el grupo selecto de aquello que hoy se entiende por Estado.
Un hombre mayor, desaliñado, se acerca por detrás de Mariotto mientras que tres guardaespaldas lo observan de reojo. "Compañero Mariotto, lo conozco y lo sigo desde la Universidad, tenemos un programa de radio y nos cuesta bancarlo, somos militantes." El titular del AFSCA lo interrumpe, "despreocúpese hombre, siempre hay ayuda para la militancia, muchachos, tómenle los datos, apellido y un contacto; lo van a llamar". Mi compañera laboral me mira indignada, así cualquiera es oficialista. “Periodismo”, la palabra más bastardeada de los últimos tiempos. Militancia; la del último siglo.
Mariotto responde en contestador automático a las tres preguntas que alcanzo a hacerle: la presentación del libro, su opinión de relatores como Araujo a quien acaba de saludar amablemente y fue símbolo del menemismo y el mapa de medios que se dibujará tras las elecciones: "Más plural, con más voces sin monopolios". Le pido un saludo a los oyentes de nuestro programa radial que regresa tras la censura que sufrió en una radio afín al gobierno. Mariotto, cambia el tono de su voz, envía el saludo, se hace el distraído y termina la nota. Mientras tanto, Caiga Quien Caiga, se ríe con los ministros en una parodia de lo que fue aquel programa en los noventa.
En mi casa, hago zapping, buscando el famoso monopolio. En América entrevistan a la escritora Olga Wornat y se embelesa con Cristina, en Crónica hay baile, en Canal 26 está un joven de La Cámpora, en C5N, Omar Plaini habla de la libertad sindical y en TN un encuestador afirma que la presidenta ya ganó. Es cierto, encontré el monopolio.
Luis Gasulla