“Nadie está contra la libertad, a lo sumo, está contra la libertad del otro”. Carlos Marx
Mario Vargas Llosa pisa, posa y pasa por la Argentina y cumple sin trabas con sus objetivos “principiales”: promover /promocionar/vender sus libros y contactarse con algunos “think tanks” locales.
Sin ningún peso político, ni carga ideológica novedosa, el derrotado candidato a la presidencia del Perú, en 1990, por la coalición política de centroderecha “Frente Democrático” (Fredemo),es recibido por el medio pelo vernáculo con un boato propio de una gran fracción que aún “piensa en colonia”.
La carta que abre el juego
La carta del director de la “Biblioteca Nacional”, Horacio González, es el foco ideal para atraer -aún más- la atención de los admiradores del arequipeño, así como también la de los opositores al Gobierno de Cristina Fernández.
La misiva en cuestión está dirigida al Presidente de la “Cámara del Libro” -Carlos de Santos- en un tono cordial y respetuoso, pero certero y mordaz en sus apreciaciones. Es subjetiva y opinativa como cualquier columna o editorial –como la que usted está leyendo- , pero causa revuelo en algunos medios de “comu-agitación” que causalmente están hoy enfrentados con la mujer que dirige el destino de los habitantes de este suelo.
El ex militante de la organización comunista “Cahuide” acusa recibo y responde con una columna, también opinativa y subjetiva, aunque un tanto mendaz, desde el diario “El País” el 13 de marzo de 2011. La titula “Piqueteros intelectuales” y en la bajada agrega: “El grupo Carta Abierta pidió a la ‘Feria del Libro’ de Buenos Aires que me retirara la invitación para inaugurarla, por mi posición ‘liberal’ y ‘reaccionaria’. ¿Qué quieren, una nueva Cuba?”. La “Fundación Libertad” de Rosario la “sube” completa a su sitio web, en tanto que el diario “La Nación” omite el copete y pone como fuente de derechos de autor al diario español.
A fuer de sincero, la enunciación no se ajusta a lo que expresa el escrito que da origen al enojo del marqués quien -hábil en la utilización del lenguaje y del negocio editorial - reformula en su favor la carta de marras.
Tan es así, que construye una estrategia de producción discursiva direccionada al marco de la falta de libertad. Introduce, con sagacidad, el término “veto” (“veto” (Del lat. veto, yo vedo o prohíbo). 1. m. Derecho que tiene una persona o corporación para vedar o impedir algo. U. principalmente para significar el atribuido según las Constituciones al jefe del Estado o a la segunda Cámara, respecto de las leyes votadas por la elección popular.2. m. Acción y efecto de vedar.~ absoluto.1. m. El que impide la promulgación y vigencia de una ley.~ suspensivo.1. m. El que retarda la promulgación y vigencia de una ley”. http://drae2.es/veto) para dar idea de prohibición e impedimento. Lo repite en varias oportunidades y agrega la palabra “censura”, cargando el texto de hipérboles, con el fin de que el público objeto connote mayor dramatismo y persecución ideológica.
Peor aún, inventa situaciones que no figuran en la carta de González. Baste como ejemplo, que el sociólogo bibliotecario no menciona a “los Gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner”, actores sociales que sí utiliza el peruano-español en su respuesta.
Luego, admite con cierta ironía que la Presidenta es “bastante más lúcida, democrática que sus intelectuales”. Según el último Premio Nobel de Literatura, “Cristina Fernández se apresuró a recordarles que semejante demostración de intolerancia y a favor de la censura no parecía una buena carta de presentación de su Gobierno ni oportuna cuando parece iniciarse una movilización a favor de la reelección. Obedientes, pero sin duda no convencidos, los intelectuales kirchneristas dieron marcha atrás”. Dicho en fácil: como la Presidenta es bastante lúcida y democrática ordena a sus serviles adláteres intelectuales piqueteros que no es buena prensa para la reelección que lo censuren. Timoratos, sin andrógenos, aunque testarudos, obedecen a su jefa.
Con habilidad retórica profesional traza un puente en el que hace converger a los que denomina “intelectuales kirchneristas” con “la dictadura del general Videla, cuyo ministro del Interior, el general Harguindey (sic) [Sólo “La Nación” precisa el apellido “Harguindeguy” como corresponde”] expidió un decreto de abultados considerandos prohibiendo [su] novela ‘La tía Julia y el escribidor’ y demostrando que ésta era ofensiva al ‘ser argentino’".
Así da similitud a una verdadera censura con una imaginaria.
Exhorto a distancia y vuelta a la “teoría de los dos demonios”
Es de buena gente tener memoria –nunca olvidar el pasado- recordar que Vargas Llosa, en 1976, desde la lejana Lima, dirige una carta al dictador Jorge Rafael Videla en la que resalta que quiere “en nombre del PEN Internacional, hacerle llegar nuestra más enérgica protesta por estos hechos, que constituyen crímenes imperdonables contra el espíritu, y que resultan particularmente insólitos en un país con el grado de civilización de Argentina. En nombre de la rica tradición de pensamiento y creatividad que ha hecho de su país un centro cultural de primer orden, lo exhorto a poner fin a la persecución de las ideas y los libros, a respetar el derecho de disentir, a salvaguardar la vida de los ciudadanos y a permitir que los escritores argentinos desempeñen libremente la función que les corresponde en la sociedad y contribuyan de este modo a su progreso (…) voy a recomendar al PEN la publicación de este informe y su difusión internacional. Ésta no es una medida inspirada en convicciones políticas partidistas de ninguna clase, sino, dentro del espíritu de la Carta del PEN, una estricta acción de solidaridad humana y de defensa de los más elementales principios morales que hacen posible la cultura". (1)
Desde unos 3.100 kilómetros aproximadamente, jerarquiza el pensamiento, la creatividad, las ideas, los libros, el disentimiento y también… “salvaguardar la vida de los ciudadanos”. Es probable que a través de la sinécdoque de los primeros términos incluya la vida como valor esencial e irrepetible.
Cabe rememorar que el 7 de mayo de 1995 escribe en el diario español “El País” la columna “Jugar con fuego”, en la se refiere a las declaraciones públicas de torturadores argentinos y considera que “sin que ello disminuyera [su] asco por aquel salvajismo, [siguió] con un malestar creciente el debate argentino sobre si, en razón de estos nuevos elementos de juicio, debería levantarse el indulto del 28 de diciembre de 1990, reabrirse los juicios y enviar a la cárcel al mayor número de cómplices en las torturas, asesinatos y desapariciones de las 30.000 víctimas de la dictadura. Sería magnífico que todos los responsables de esas crueldades fueran juzgados y sancionados. Pero es imposible ya que esa responsabilidad desborda la esfera castrense e implica a un amplio espectro de la sociedad argentina, incluida una buena parte de quienes ahora se rasgan las vestiduras condenando una violencia que contribuyeron a atizar”.
(…) Ahora bien, si es hipócrita jugar al inocente o al ciego sobre lo que significa una dictadura, también lo es jugar al desmemoriado y mantener fuera del debate un hecho capital: el clima de zozobra y de impotencia que reinaba en la Argentina en los ’70 por culpa de la acción insurreccional de los Montoneros y el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). Esta guerra fue desatada no contra una dictadura militar, sino contra un régimen civil, nacido de elecciones, y que, con todos los defectos que tenía, preservaba un cierto pluralismo y permitía un amplio margen de acción a sus opositores de derecha y de izquierda, lo que significa que hubiera podido ser reemplazado pacíficamente, a través de un proceso electoral. Pero los románticos e idealistas guerrilleros urbanos no querían conservar el corrupto e ineficiente sistema democrático, sino hacer tabla rasa y edificar otra sociedad desde el principio. Para ellos, ese sistema era una simple máscara y sus asesinatos, atentados, secuestros y “expropiaciones” –como llamaban a los asaltos y robos– tenían por objeto restablecer la verdad: que salieran los militares de los cuarteles a gobernar (…) Su estrategia tuvo éxito y los militares, aclamados por una buena parte de los civiles a quienes el terrorismo tenía aturdidos y aterrados, salieron de los cuarteles a librar la guerra a la que eran convocados (…) mataron a mansalva, diez o veinte o más por cada una de las víctimas del otro bando, sin importarles mucho que cayera un considerable número de inocentes. El salvajismo de unos no es jamás atenuante del salvajismo de los otros, por supuesto, y de ninguna manera creo que se pueda excusar o mitigar la responsabilidad de los espantosos abusos de la dictadura por los crímenes de Montoneros y ERP. Pero sí sostengo que no se puede desligar la ferocidad de la represión de la dictadura militar de la insensata declaratoria de ‘guerra armada’ lanzada por esos movimientos extremistas contra una democracia que, por débil e incompetente que fuera, era la defensa más preciosa que el pueblo argentino tenía contra la violencia. Por eso, todos los que ayudaron, de un modo o de otro, a que ese sistema se desplomara y a que lo sustituyera una junta militar, pusieron un manojito de paja en el terrible incendio que asoló al país más instruido, próspero y moderno de América latina y lo retrocedió a la barbarie política (…) Por eso haciendo esfuerzos para superar la comprensible náusea y el espanto, harían bien en mirar hacia aquellos países, como España o como Chile, que rompieron el ciclo infernal y enterraron el pasado a fin de poder construir el futuro (…) debería abrir los ojos a los imprudentes justicieros que, en Argentina, aprovechan este debate sobre la represión de los ’70 para tomarse el desquite, reparar viejas afrentas o continuar por otros medios la demencial guerra que desataron y perdieron”. (2) [las negritas no pertenecen al texto original].
Vargas Llosa parece seleccionar sólo una versión de la historia. Además, es demasiado simplista al culpabilizar a los Montoneros y al ERP por el “clima de zozobra y de impotencia que reinaba en la Argentina en los ’70”. Olvida por ejemplo a las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP) y un poco antes los Uturuncos. Elude a los “desgobiernos” de Juan Carlos Onganía, Roberto Marcelo Levingston y Alejandro Agustín Lanusse. Sucede que al sostener la ideología del “entierro del pasado” debe “miopizar” los hechos. Si bien la columna es de 1995, no creo que quiera reactualizar sus saberes. De quererlo sería utilísimo el escrito de Pilar Calveiro: “Poder y desaparición. Los campos de concentración en Argentina”, entre otros.
A las apreciaciones de intelectual peruano responde –por aquel entonces- el escritor argentino Juan José Saer. Para este “según [su] argumento, Goering, Hess, Eichmann o Barbie no hubiesen debido ser juzgados o condenados por los crímenes que cometieron, con el pretexto de que la mayoría del pueblo alemán sostenía al nacional-socialismo. Este argumento es la legitimación tácita de la tiranía, porque los desmanes de cualquier gobierno elegido por simple mayoría podrían ser reivindicados por los dirigentes como atributos legítimos del mandato popular. La tan criticada Ley de Punto Final contempló lo absurdo de ese argumento y puso un tiempo límite para que todas las denuncias fundadas pudieran ventilarse en los tribunales. La Ley fracasó rotundamente, pero la intención era castigar graves casos precisos de violación de derechos humanos, para sacar el problema del terreno brumoso de la responsabilidad colectiva. Si la Ley fracasó fue porque muchos jueces que habían sido cómplices de la dictadura empezaron a enjuiciar a militares subalternos omitiendo ocuparse de los verdaderos responsables. Ese argumento de la responsabilidad colectiva pondría, por otra parte, en situación delicada al propio Vargas Llosa, porque mientras que decenas de intelectuales y de artistas chilenos y argentinos eran torturados, asesinados, o desterrados, él seguía publicando sus artículos en los diarios oficiales de las dictaduras de esos países. El artículo de Mario Vargas Llosa se desliza groseramente de la tesis de la dificultad del juicio a causa de la responsabilidad colectiva a la de su falta de necesidad, porque una actitud revanchista pondría en peligro las frágiles instituciones democráticas. No entiendo cómo la impunidad de esos crímenes horrendos podría contribuir a estabilizar la democracia, ni cómo puede llamarse democracia a una sociedad en la que verdugos y torturadores, secuestradores y asesinos de criaturas, se pasean por la calle, ostentando el cinismo satisfecho de sus crímenes (…) el argumento de choque del artículo consiste en afirmar que si bien la dictadura existió, no se debe eliminar del debate ‘un hecho capital’: la acción insurreccional de los grupos armados que implícitamente justificó la reacción del ejército. Una mentira enorme apoya este sofisma: según Vargas Llosa, la lucha armada comenzó bajo un gobierno constitucional y democrático, lo que haría recaer en sus partidarios la principal responsabilidad de las masacres. Esta afirmación podría deberse a la mala fe de Vargas Llosa o a su ignorancia de la historia argentina: ambas razones no se excluyen necesariamente (…) su punto de vista coincide como por casualidad, y al milímetro, con el de la dictadura militar: si torturaron y asesinaron fue porque los otros los obligaron a lanzarse en lo que ellos mismos bautizaron ‘la guerra sucia’. (…), Vargas Llosa no hace más que blandir el eterno pretexto de todos los tiranos: la responsabilidad del terrorismo de Estado recae no sobre los asesinos que lo ponen en práctica, sino sobre la sedición que, previamente, la provocó”. (3) [las negritas no pertenecen al texto original]
Zurditos abstenerse: “¿Qué quieren, una nueva Cuba?”
Según el “panfletario” “Página 12” el autor de “La ciudad y los perros” cumple una agenda muy acotada: “la cena inaugural en el foyer del Hotel Sheraton de Retiro la presidirá el titular de la Fundación Libertad de Rosario, Gerardo Bongiovanni, un hombre de la Ucedé que se recicló en Recrear. También estarán Ed Feulner, que supo ser presidente de la muy republicana Heritage Foundation, y el ex primer ministro de Estonia Marc Laar, quien creó una fundación para investigar ‘los crímenes del comunismo’ y es líder del partido conservador Pro Patria Unión. El lunes, el hijo de Vargas Llosa, Alvarito, dictará cátedra sobre ‘Cómo superar la debilidad institucional en América latina’, acompañado por el neocon Andrei Illarionov, del ultraconservador CATO Institute. La gloria del anticastrismo Carlos Montaner, el ex presidente de Bolivia Jorge ‘Tuto’ Quiroga –un neoliberal que sucedió al dictador Hugo Banzer– y el chileno Sebastián Edwards expondrán sobre ‘El populismo en América Latina’. Para el almuerzo, escucharán al Chicago boy Kevin Murphy y luego tendrán una teleconferencia con el Premio Nobel de Economía Gary Becker, otro de los popes de la escuela de Chicago, quien propuso vender visas para que los inmigrantes financien su entrada a los países que les dan trabajo. Más tarde, podrán escuchar sobre el ‘éxito del caso chileno’ de la boca de Carlos Cáceres, ex ministro de Economía del dictador Augusto Pinochet. O bien, recibirán instrucciones de los representantes de The Manhattan Institute –el que armó la doctrina de la ‘tolerancia cero’ implementada por el alcalde de Nueva York Rudolph Giuliani– sobre el rol de los think tanks neoliberales. El martes, Jorge Avila, del CEMA, y Alberto Benegas Lynch, un discípulo local del CATO Institute, disertarán no acerca del menemismo explícito sino sobre ‘La defensa del libre mercado’ (no confundir). Luego, en otra conferencia, el presidente de la Fundación Atlas, Alejandro Chaufen, los correrá a todos por derecha. A la misma mesa, estará sentado el precandidato a jefe de Gobierno Ricardo López Murphy, quien deberá irse rápido si no quiere cruzarse con su ex socio, Macri. El jefe de Gobierno hará su entrada el martes al mediodía para darle la bienvenida al grupo de neoliberales de visita. Lo acompañará un enviado de su amigo Sebastián Piñera, el secretario general de la Presidencia, Cristian Larroulet. Luego, Marcos Aguinis y Jorge Edwards hablarán sobre ‘Literatura y libertad’. Acerca de ‘La gran contradicción de Argentina’ disertarán más tarde el presidente del Banco Ciudad, Federico Sturzenegger, el historiador Roberto Cortés Conde y Guillermo Yeatts, el presidente de la Fundación Atlas 1853 (una versión local y aún más conservadora de la estadounidense). El Instituyo Ayn Rand y la FAES de José María Aznar se angustiarán ante la pregunta ‘Why is populism so popular and Capitalism so feared in the world today?’. Luego de dejar atrás la nostalgia por los buenos viejos tiempos, los asistentes podrán escuchar la conferencia de cierre a cargo de Mario Vargas Llosa, quien dijo que, a raíz de la polémica por su llegada, va a tener que hacer un esfuerzo y ‘hablar de política’. El tema de su charla, para variar, será el populismo”.
Agrega “Clarín” que “esta no es una visita más [las negritas no pertenece al texto original] Después de la polémica por el intento del director de la Biblioteca Nacional, Horacio González, por limitar su participación en la Feria del Libro, la visita de Mario Vargas Llosa reforzó el perfil político que nunca esconde el peruano. (…) el último Premio Nobel de Literatura brindó en el piso 24 del Hotel Sheraton junto a Mauricio Macri, Eduardo y Chiche Duhalde, Francisco de Narváez, Horacio Rodríguez Larreta y el presidente de Fiat Cristiano Rattazzi, entre otros. El breve encuentro fue en el marco del seminario de la Mont Pelerin Society y la Fundación Libertad, que reunió en Buenos Aires a un centenar de intelectuales, políticos y economistas liberales de todo el mundo. Según contó Macri al salir de la reunión, Vargas Llosa se mostró ‘preocupado’ por las ‘libertades que se pierden en Argentina’. ‘Agresión a la libertad de expresión o al que quiere medir la verdadera inflación nos alejan de una democracia con plenas libertades’, dijo el jefe de Gobierno (…) en la jornada de cierre del evento, disertarán Juan José Sebreli, Federico Sturzenegger, el chileno Jorge Edwards y el mexicano Enrique Krauze. El cierre estará a cargo de Vargas Llosa con una conferencia cuyo título anticipa, de por sí, nuevas polémicas: ‘El desafío del populismo a la libertad en América Latina’. El escritor peruano arribó a Buenos Aires el fin de semana y el domingo almorzó con Macri, su esposa, y el ministro de Cultura porteño, Hernán Lombardi. Luego, recorrieron el Museo Jorge Luis Borges y la Fundación Proa en La Boca. Es probable que el autor de ‘El sueño del Celta’ y la ‘La fiesta del Chivo’ visite hoy la Fundación Pensar, donde volvería a encontrarse con el jefe de Gobierno porteño. Si las cualidades literarias de Vargas Llosa parecen indiscutibles, sus ideas políticas, en cambio, siempre generaron polémica. El peruano, defensor a ultranza de las libertades económicas y políticas, ha criticado con dureza a la izquierda y el populismo latinoamericano. Eso le valió fuertes réplicas de algunos de los aludidos y sectores progresistas. El kirchnerismo no le perdona las críticas feroces que ha descerrajado sobre Néstor y Cristina. ‘Cristina Fernández es un desastre total. Argentina está conociendo la peor forma de peronismo: populismo y anarquía. Temo que sea un país incurable’, le dio hace un tiempo al diario italiano Corriere della Sera”(4). (Continuará)
Néstor Genta
Citas bibliográficas y reconocimiento de autores:
1. Peicovich Esteban. Erase una vez una carta.
http://www.perfil.com/contenidos/2011/03/05/noticia_0028.html
2. S/A. El asombro de Mario Vargas Llosa y las respuestas de Juan José Saer.
http://sur.elargentino.com/notas/el-asombro-de-mario-vargas-llosa-y-las-respuestas-de-juan-jose-saer
3. S/A. “Vargas Llosa ha hecho de la agitación una actividad comercial”.
http://tiempo.elargentino.com/notas/vargas-llosa-ha-hecho-de-agitacion-una-actividad-comercial
4. S/A. La bienvenida a Vargas Llosa estuvo a cargo de opositores y empresarios.
http://otrosmovil.clarin.com/politica/bienvenida-Vargas-Llosa-opositores-empresarios_0_465553524.html