Ante la tragedia del terremoto y el tsunami en Japón, el Emperador Akihito, realizó por primera vez, una declaración en la televisión oficial en sus veintidós años de mandato, y fue también la primera vez que el emperador se dirigió al país.
Como un irónico, cruel y duro contrasentido, en nuestro país Cristina de Kirchner en sus tres años y medio de su gestión gubernamental, realizó seguramente por milésima vez su aparición en los medios para recriminar o denostar a algún sector de la sociedad.
Pareciera que tiene una necesidad psíquica de hablar. Seguramente una especie de narcisismo o alguna desviación de esa naturaleza. Habla y comunica aspectos de absoluta irrelevancia que ni se justifica que lo haga un secretario o inclusive alguien de menor nivel.
Pero esta vez, es una de las pocas veces en que se le puede justificar su enojo, fastidio y disgusto.
El monstruo creado por ella y su esposo, la poderosa Confederación General de Trabajo, liderada por el cada vez más exigente secretario General de la misma, Hugo Moyano, amenaza pasar de los límites que mantiene esa inestable y cada vez más conflictiva alianza.
Moyano confunde su tarea de defender los intereses de los trabajadores con requerimientos y exigencias que pertenecen al plano político. Si quiere que su gente participe en los puestos y listas electorales debería hacerlo dentro de su partido o crear un partido político.
Y por otro lado, su forma extorsiva en sus exigencias salariales, están colocando al Gobierno entre la espada y la pared. El torpe engaño del INDEC, ya no se puede ocultar.
La reacción de la presidente fue dura, pero siempre con su toque actoral buscando victimizarse y explotar el sentimentalismo de su auditorio.
Desquiciada, con vehemencia y casi a los gritos, con ira, cólera contenida y tristeza, mencionó que no se iba a dejar presionar, aprovechó para decir que se encontraba haciendo un enorme esfuerzo personal y físico y que no se desvivía por volver a ser presidente.
Si analizamos su discurso, lo primero que podemos deducir es que cuando alguien se enoja y grita, es indefectiblemente, para ocultar alguna debilidad o falencia propia. Y es evidente que la debilidad de Cristina surge por doquier. El gobierno no tiene conducción, falta un líder que aglutine, encamine los conflictos y no solamente los haga públicos.
La debilidad de Cristina no es por su género, como a ella le gusta expresarlo. Las mujeres suelen ser mucho más fuerte que los hombres. Su debilidad es el no tener la capacidad de gestión para manejar los conflictos, su enfermedad es cada vez más evidente y asoma más frecuentemente. Los campos minados que su esposo y ella fueron montando desde el 2003, postergando y difiriendo las medidas de fondo esenciales necesarias para encaminar al país, empiezan a estallar a medida que pasa el tiempo.
Su futuro se presenta muy dudoso y cada vez más negro. Su incierta reelección, en caso de ser reelegida, es simplemente postergar el escarnio y la cárcel. Postergar, pero no por mucho tiempo, ya que la trampa que los Kirchner armaron se cerrará antes de finalizar el próximo mandato. Se irá destituida y echada del gobierno, repudiada por sus connacionales y entrará a la historia como la responsable directa de otra grave frustración argentina.
Renunciar a la reelección significa tener un Plan B que podría tener dos o tres variantes, pero no firmes y seguros, y cuyo análisis no es tema de este artículo.
Volviendo a Moyano otra de sus exigencias se refiere al polémico pedido que los trabajadores participen en la distribución de las ganancias de las empresas. Habría que decirle a su asesor letrado, el Dr. Héctor Recalde, que este procedimiento se comience en todo caso, a aplicarse en la empresa Aerolíneas Argentinas.
El presidente de esta empresa, precisamente el hijo de Recalde, tuvo un pequeño error en la administración de la misma, reconociendo que el déficit de Aerolíneas Argentinas será casi el doble de lo proyectado.
Transcribo un párrafo saliente de una Carta de Lectores de un importante matutino que refleja y se ajusta perfectamente al kirchnerismo: “…no es más que un entramado pergeñado para juntar votos y voluntades de mayorías embrutecidas por la falta de instrucción y por las dádivas que son sustentadas por el erario público, incentivando la ociosidad…”. Luego agrega que “…todos tienen un denominador común: la demagogia, el engaño y la corrupción y el apetito sin fin del poder por el poder en si mismo…” (1). Excepcional definición del partido de Cristina de Kirchner.
¿Qué puede hacer la presidente en este escenario nacional y con la conflictividad existente? Cristina no tiene salida posible. El conflicto con Moyano es difícilmente evitable.
En otro orden de cosas, de acuerdo a una versión ya trascendida, Néstor Kirchner falleció después de una violenta discusión telefónica con Moyano. Si esto es cierto, el jefe de la CGT ya carga sobre sus hombros con un presidente muerto. Debería ser más cuidadoso cuando extorsiona o presiona de esa manera a la incapaz, débil y enferma presidente. No vaya a ser que también cargue en su haber con otro presidente fallecido o suicidado.
Alfredo Raúl Weinstabl
(1) Carta de Lectores /Diario “La Nación” 12-05-11 / Borges y el peronismo / Ing. Tomás Amadeo