Según la Real Academia Española, se define al fanático como aquél “Que defiende con tenacidad desmedida y apasionamiento creencias u opiniones, sobre todo religiosas o políticas. Preocupado o entusiasmado ciegamente por algo”.
En la República Argentina se está produciendo en los últimos años un incremento de expresiones de fanatismo de tipo político que poco a poco van exteriorizándose en acciones violentas como nunca se han dado desde la restauración de la democracia. La violencia, se entiende, puede manifestarse a través de hechos pero también de dichos; los dichos violentos alimentan actitudes violentas.
Y todo esto se da en forma de “escaladas”: puede arrancar con una chispita y terminar con una central termonuclear incendiada.
Un ejemplo claro de competencia de ideas donde se vio esa escalada entre dos sectores opuestos ocurrió con la discusión de la Resolución 125. Cuando los sectores rurales se vieron acorralados al ver que el Estado disponía llevarse el 75% de su producción enarbolaron sus derechos con cortes de ruta y un discurso de tenaz oposición. El gobierno respondió con crítica dureza y denuncia de intento de golpe de estado. Cuando a los productores se les ocurrió protestar en Plaza de Mayo, D´Elía y sectores cercanos al gobierno lo impidieron a los golpes. Cuando los productores quisieron armar una carpita frente al Congreso, el resto de los sectores alineados al gobierno hicieron que se transformara la Plaza en un camping. Los productores juntaron 300.000 personas el 25/08/08 en Rosario; el gobierno juntó lo que pudo llevar a Salta ese mismo día. Si a De Angelis lo abucheaban en algún lado al diputado Rossi (hoy candidato a gobernador de Santa Fe) lo despedían a huevazos. Si a Scioli lo atendieron en Olavarría con los mismos productos de granja, a la visita siguiente como nunca se vió en nuestra ciudad se enrejó todo el microcentro, se hicieron maniobras distractivas con helicópteros y el Grupo Halcón se hizo cargo de su seguridad.
Este gobierno puede exhibir y vanagloriarse de muchos aciertos, algunos, verdaderos hitos que marcaron la política e hicieron historia. Pero carece de sinceridad, grandeza y humildad para reconocer errores. Y exhibe un fanatismo inédito para ocultarlo y defender lo indefendible (hasta algunos verdaderos “bolazos” como el tren bala y el gasoducto desde Venezuela).
Y se provocan otras escaladas: como no se reconoce la inflación, se interviene el INDEC y se brindan índices “truchos”; como consultoras privadas elaboran índices diferentes, se las multa y denuncia; como contrapartida, el fanatismo de la oposición lleva a relevar y publicar los índices de las privadas. Resultado Final: nuestros bolsillos la sienten, pero no sabemos cuál es la inflación real.
Como los diarios no dicen lo que el gobierno quiere, el gobierno distribuye inequitativamente la publicidad oficial con premios más gordos para los medios afines; como los medios se sienten discriminados hacen notar más las noticias malas que las buenas; como esto al gobierno no le gusta, promociona y recompensa el periodismo militante. El periodismo militante se transforma en la espada mediática del gobierno contra sus molinos de viento: el Grupo Clarín, la llamada “Corpo”, Magnetto, La Nación y Perfil.
Todos aquellos personajes públicos que por una u otra razón exhiben una actitud crítica son estigmatizados: Mirtha Legrand, Pepe Eliaschev, Lanata, Magdalena Ruiz Guiñazú, Nelson Castro, todo TN, Fernando Bravo, Alfredo Leuco, Morales Solá, etc.; una especie de caza de brujas propia de la Inquisición.
El canciller Timmerman y el jefe de Gabinete denotan en sus expresiones descalificadoras una violencia e incontinencia verbal propia de barras bravas inaceptable en cualquier país serio de un gobierno del siglo XXI.
Y si a cualquier mortal como Fito Páez se le escapa un exabrupto propio de un artista (no político), guay de ellos, la oposición hará fila frente a los micrófonos para condenar una simple expresión de ideas (no exenta de contenido antidemocrático) y disponer su fusilamiento mediático.
Y sigue la competencia: si sale La Cámpora, le crean la Solano Lima; si los globos traen suerte, a los amarillos del PRO se le suman los naranjas de Scioli; si dicen algo en TN lo contestan en 6,7, 8; si prende este último lo llaman “6,7, Rocho”, si habla Víctor Hugo, lo cruza Majul; si habla Hebe, la cruza Schoklender; si habla Yasky lo cruza Miceli, etc., etc., etc.
Toda discusión de ideas es propia de la democracia y la libertad de expresión, siempre y cuando se respeten ciertos límites, trasvasados los cuales se cae en desacreditación, en vilipendios, faltas de respeto, agravios, agresiones, desinformación, mala información, etc.. Cuando esto último sucede, los riesgos se incrementan; el desmedro de cualquier libertad se contrapone con la noción de República.
Sin duda alguna que tanto el oficialismo como la oposición son responsables de todo esto, más allá que siempre debe esperarse de quien ejerce el poder la actitud de predicar con el ejemplo. Y le cabe la mayor responsabilidad de obrar con cordura. Porque si encumbrados ministros bajan un mensaje agresivo no sé hasta donde se puede culpar a un militante de agredir a Margarita Stolbizer en Azul o a Mario Das Neves en Bahía Blanca.
Ni unos ni otros deben creerse Iluminados. Los que gobiernan no deben sentirse los dueños de la Verdad Revelada ya que después se ofenden con los que votan en su contra. Los otros tampoco son dechados de virtudes; de ser así, alguno habría que descollara entre los candidatos a presidente.
El riesgo de estas escaladas puede terminar mal y ya vivimos otra historia: en los 70, algunos fanáticos de sus ideas, sintiéndose Iluminados creyeron que eran los mejores para gobernar y emprendieron su lucha hasta con las armas y el terrorismo; enfrente, otros Iluminados, creídos con ideas superiores a aquellos, abusando de los instrumentos que el Estado les daba, bañaron de sangre nuestra historia y dieron lugar al período más oscuro de la misma.
No perdamos de vista que la democracia es lo que nos permite precisamente expresar nuestras opiniones con libertad, escuchar, disentir, eso es lo que nos va a permitir construir, corregir, mejorar; en definitiva, avanzar, no detenernos a ver a quien le hacemos la estatua y a quien mandamos a la hoguera.
Marcelo A. Bianco
DNI 17.229.433
marceloalbertobianco@hotmail.com
Fe de Erratas: por un error de tipeo propio, debe leerse: "Los productores juntaron 300.000 personas el 25/05/08 en Rosario". Gracias
Bianco querido, no debes olvidar que estás escribiendo tu correo en un sitio, que es reflejo de otros, en que muchos foristas no respentan la libertad del otro, sino la propia. Son reacccionarios de pacotilla. Pobrecitos que limitan su rebelión a escribir unas líneas en la web. Siga con la libertad. Siga con la democracia. Siga con Tribuna.
Marcelo: el diagnostico lo comparto, creo igualmente que todo esto empieza un poco antes y que la revolución política todavia no llegó, desde el comienzo de la democracia hasta el gobierno de K, solamente hubo gobernantes administradores, invocando modelos que le quedaron muy grande y ahora los k, le quedó más grande el modelo que dicen querer profundizar, POPULAR Y CONVERGENTE. Todo esto sigue porque el mecanismo para actuar en política es para aquellas personas con vocación de poder, lo cual hace ilimitada la avaricia propia y/o la ignorancia gobernante. Politicamente creo en la juventud sindical, pero no en la Campora, nacida del subsidio público, pero adelante los jovenes en la política, sin coorporativismos .........