El calor cae
pesadamente sobre la tarde porteña, cuando las manecillas del reloj están
pasando las 15 horas. Pero la sensación candente se aprecia más en la
esquina de Bolívar y Diagonal Julio Argentino Roca, donde un vallado de
proporciones generosas separa a los manifestantes de los 500 adustos policías
apostados alrededor de la Legislatura porteña. El clima que se percibe
es de mutua desconfianza, azuzada por la sensación de que al lado de cada
uno puede plantarse algún policía de civil. Entonces motivado por
ese resquemor, se produce algo así como la danza de los ojos. Los vendedores
ambulantes, los travestis, las prostitutas y los integrantes de los
movimientos de desocupados están alertas a la menor cara extraña y ceñudos
la observan de arriba abajo. Sobre todo, los que portan palos y están con la
cara tapada, quienes al estar encargados de los cordones de seguridad deben
extremar las precauciones. A todo esto, se percibe en los alrededores mucha
menos gente que en otras manifestaciones, producto tal vez de esa sensación
opresiva instalada luego de los acontecimientos del viernes 16 de julio.
Quien escribe estas líneas,
pudo percibir en carne propia esta situación imperante. Pues se dotó de unos
lentes verdes Raiban, distraídos diligentemente de su abuelo, para
contrarrestar el sol que caía a pico sobre el asfalto caliente. A pesar de
que tenía la credencial identificatoria de Tribuna de Periodistas, en
muchas miradas que se posaron sobre su persona se evidenciaba lo
puntualizado más arriba.
Y hablando de poco
amistosos, del lado de la valla correspondiente al bando policial, se
destacaba una cabo con casco y escudo de rigor. Mascando despaciosamente un
chicle, lanzaba miradas con rayitos de bronca mal contenida a los
circunstantes más allá del cercado. Estos, sin perder ni un segundo,
repararon en un compañero de ésta con varias kilos de más pero
con igual actitud despreciativa. "Mirá ese camión", dijo
uno. "¿Cuál?", le respondió otro pensando quizá en
la caterva de camiones hidrantes que se encontraban más allá. "No,
ese cana gordo.¿No parece un camión?" . La estentórea
carcajada que coronó el chiste, provocó en la mencionada cabo una
mueca de disgusto, y en su obeso compañero una reacción similar al
percibir mal olor.
Por detrás de la tarde
"Hay
un acuerdo de fondo, creando un consenso general entre Kirchner, Ibarra y
Macri para que salga el Código de Convivencia", puntualiza
Marcelo Ramal, del Partido Obrero, oteando hacia los uniformes azules que
parecen atornillados al asfalto de la calle. Maura Oms, encargada de
prensa de la misma agrupación política, compartía este punto de
vista mirando atentamente como se desarrollaba todo, a través de sus anteojos
oscuros.
A unos metros de
ellos, una joven de cabello castaño enciende un Camel y sigue observando el
desarrollo de la protesta con una calma aplomada. Pareciera que estuviera por
fuera de esa realidad que la circundaba, como sobrevolándola sin inmiscuirse
totalmente. Esto llamaba la atención, dada la tensión en grado medio que sobrevolaba
los alrededores. La llegada de una mujer con un changuito, que pidió
permiso para sentarse a su lado, abrió un interesante diálogo entre ella, la
enigmática observadora y este cronista. La sorpresa del autor de este
escrito fue cuando se presentó, pues contó que era una turista francesa de
nombre Fanny, estudiante de filosofía y letras de 20 años, que estaba de vacaciones
en Argentina. Manifestó, en un castellano más o menos fluído, que le
interesaba muchísimo el desarrollo de los movimientos sociales argentinos, partiendo
de la crisis terminal de diciembre de 2001.
En un momento, fija
sus ojos en los apostados por detrás de la gran cerca. Josefa y el
cronista de marras, tratan de explicarle lentamente (pues pide que se
le hable calmosamente) los sucesos del 16 de julio pasado, cuando
sérpicos y lúmpenes todo servicio provocaron desmanes en la puertas del
centenario edificio. El diálogo que se sucede a continuación es ameno
y clarificador, pues Fanny cuenta en su castellano hablado despacito,
algunos detalles del acontecer político social de Francia y del Viejo
Continente, a partir de la Cumbre de Génova a principios del 2001.
"Acá
en Argentina, a diferencia de lo que sucede en Europa, la lucha se ha dado de
manera espontánea, con el núcleo convocante de la memoria colectiva,
sobre todo luego de los sucesos del 19 y 20 de diciembre de 2001. En Francia,
no se ve esta cantidad de jóvenes, de familias que marchan, por eso para
mí es algo muy interesante porque la lucha se vive aquí de otra
manera.", afirma mientras
la convocatoria está llegando a su culminación.
A las 17:34, sólo
quedaban unos poquitos manifestantes en la esquina de Perú y Julio Argentino
Roca, aprestándose a retirarse en otra jornada que concluyó felizmente sin
incidentes. Para desgracia de los agoreros de la corporación mediática
nacional, como Azul TV y Crónica, verdaderos Dráculas contemporáneos
que basan su rating en el morbo gratuito y sin sentido.