El término pasión fue utilizado hasta el Siglo de Oro con el significado de “atacado” (por una enfermedad), “molestado”. En la acepción moderna, en cambio, se emplea como “enamorado” Pero, dado el tema que nos compete hoy, creo que será más acertado retomar aquella primera acepción, que la segunda. Y no porque nuestro programa protagonista tenga relación con aquellas maravillosas obras surgidas en el Siglo de Oro, como El Ingenioso hidalgo Don Quijote de La Mancha, sino por esa idea de ser atacado, de ser molestado.
Nuestra muy querida televisión da para todo (pero todo, todo), y entre sus múltiples criaturas aparece un programa como es “Pasión tropical” (¿se va entendiendo el significado de “pasión”?). Y para ser fiel a nuestras hipérboles, además de tener la avenida más ancha del mundo (que ya nos hayan ganado es un vil detalle), la ciudad más austral del mundo; de haber hecho el mejor invento gastronómico del mundo (¿o no es eso el dulce de leche?); etc., etc., tenemos el programa de televisión más largo de Latinoamérica (bueno, podemos decir del mundo, total...) ¡Qué orgullo nacional! ¡Lo que es ser los mejores!
La emisión ómnibus es conducida por nuestro ilustre pensador, Tota Santillán, y su co-conductora Marcela Baños. ¿El contenido? “¡Cumbia, nena!”
Mucho se dijo y se dice de una de las formas populares de expresión que más alto ha mantenido nuestra argentinidad. Es hermoso, es música para el alma cada sábado escuchar ese sinfín de poemas y expresiones que hacen a la lírica y a la música. ¿O me lo van a negar? Escuchemos, “Me parece que a vos / te hace falta jabón /(...) se te nota de lejos/ lo sucia que estás / Porque sos la auténtica, la única “pata sucia” o también, “y te veo con mi amigo, entregándole el marrón” Ahh, bello, bello! Podría seguir, pero no quiero ofender a poetas y escritores que pasan días sin que aparezca una línea coherente en sus cabezas.
Claro que no es en las únicas letras que encontramos este tipo de alusiones, ideas y expresiones. Lo cual no viene mal recordar para aquellos que se rasgan las vestiduras con la cumbia villera y escuchan otros grupos o cantantes que reciben el mote de “transgresores” haciendo las mismas cosas.
Pasión tropical dura 8 horas, ¡sí!, tal como lo escuchan. En el transcurso del programa se ven grupos musicales (?), publicidad, scketchs cómicos, alguna entrevista y ... ese hermoso pajarito que aparece permanentemente con los ojos, ¿cómo decirlo?, así rojos, exaltados y un tanto extraños. ¿De un drogadicto?
Podríamos hacer referencia a los dichos de nuestro ilustrísimo y gran pensador la Tota Santillán, al que se ve en pantalla durante ocho horas o a la preparadísima conductora Marcela Baños (la cual, por lo que se aprecia, egresó de la misma universidad que las otras conductoras de TV que tenemos), pero creo que sería más acertado hacer referencia a otro aspecto: en dónde se basa su éxito.
No nos vamos a horrorizar por las letras. ¿Se acuerdan cuando Piero, (ese que ahora tiene granjas educativas) cantaba “Y volar, volar / a descubrir qué pasa en la ciudad, ciudad” (y no hablaba de un viaje en parapente); o cuando Miguel Mateos decía “Veo misiles en la 9 de julio (...) La cosa viene mal / la tengo que parar” y ni hablar de nuestro nunca bien ponderado Pipo “Salsa para vivir / salsa para ser feliz” Parece que más de uno recorre los mismos caminos. Pero estos, claro, no son villeros, son otra cosa (no sé qué).
¿De dónde salen los "Pablito Lescano"? ¿Cómo aparece la música llamada villera en discotecas a donde acuden “nenes bien”? ¿Cómo es que se financia un programa ómnibus que difunda la cumbia villera y todo lo que ella trae incluido?
Creo que la respuesta pasa por quienes señalan con el dedo, creo que no hace falta más que analizar cuál es el prototipo de villero que tenemos los que no pertenecemos a ese mundo y nos vamos a dar cuenta de que los que ellos cantan responde punto por punto a ese prototipo: son borrachos, drogadictos, “chorros”, vagos, desinteresados de todo y de todos, las mujeres son prostitutas baratas y tienen al policía como enemigo. Tal vez necesitamos depositar en el otro, en el diferente todo aquello que no queremos que nos pertenezca; tal vez es mejor decir desde una discoteca cara “así son ellos y no nosotros”; tal vez necesitamos usar a alguien como alfombra en donde esconder nuestra basura. Y ahí tenemos para ello a los empresarios de bailantas (¿serán de "La cava" o de "la 31"?), a portavoces como “la Tota” (¿tendrá un rancho de chapas o de cartón?), a las compañías discográficas (¿serán de Pablito Lescano?) y a todo el merchandising.
Quizá antes de emitir juicios no nos vendría mal repasar el concepto de “industria cultural” que una vez analizaron con la claridad e inteligencia que los caracterizaba dos intelectuales alemanes que se llamaban Adorno y Horkheimer. Seguramente allí encontraremos más de una respuesta.
¿Y sin en lugar de emitir una programa como Pasión tropical los empresarios pusieran plata para un programa educativo? ¿Qué pasaría? La respuesta es sencilla: no habría ganancias, no habría industria, no habría temas implantados que distraigan al populus. Y lo peor de lo peor: los temas podrían hacernos pensar. Y eso, jamás lo permitiremos. Así que ¡¡¡Cumbia, nena!!!!!!