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Lo que les ocurre a las estrellas

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EL COMPORTAMIENTO DE LAS GALAXIAS, Y LA AUSENCIA DE UN DIVINO ORDENADOR
EL COMPORTAMIENTO DE LAS GALAXIAS, Y LA AUSENCIA DE UN DIVINO ORDENADOR

Las estrellas, otros soles además del que nos ilumina, son astros de la más variada composición, masa y tamaño, que forman parte de una miscelánea; fiel exponente de cómo se han acomodado los elementos universales del modo más aleatorio.

 

 Sin orden constante alguno, las estrellas vagan por el espacio y sufren continuos accidentes que se reflejan en sus aspectos, como el color, brillo y enlaces con otros cuerpos.

 Si bien estos astros, en general, siguen una secuencia de nacimiento, transformación evolutiva, degradación y muerte, el accidente suele trastocar su curso normal.

 Los sistemas binarios consisten en el enlace de dos estrellas que rotan alrededor de un centro gravitatorio común, son un ejemplo de accidente.

 Las estrellas novas y supernovas son muestras evidentes de violentos eventos que ocurren en todo el universo.

 En los sistemas binarios es donde se suelen producir los accidentes denominados “novas” por los astrónomos.

 Como se sabe, estos sistemas a veces están formados por una estrella gigante roja y una estrella enana blanca. Cuando los elementos de estos pares se encuentran muy próximos, pueden tocarse. Entonces es cuando comienza a fluir materia incandescente de la estrella roja hacia la enana blanca. Este flujo de materia y su acumulación en la enana blanca, provocan una reacción termonuclear que aumenta súbitamente el brillo de la estrella enana blanca a la que se denomina entonces “nova”.

 El espectáculo podrá ser muy bello avistado cómodamente desde nuestra Tierra mediante un telescopio, pero cualquier romántico se espantaría si supuestamente, por algún futurible artificio de “ciencia ficción”, se hallara en las cercanías de semejante evento.

 Una erupción volcánica puede ofrecer belleza a un astronauta que orbitara la Tierra en su cápsula espacial. Al pasar por el hemisferio a oscuras donde se ha producido el cataclismo se podrá observar una lucecita que se destaca entre el claro de las nubes. Pero a nadie le agradaría permanecer cerca del cráter volcánico mientras tiembla y retumba el suelo, y el fuego y la lava se expanden en derredor.

 Así también son las “bellezas” del mal denominado cosmos (sinónimo de orden, como universo ordenado en oposición al caos) que el hombre, eterno romántico, suele tomar por pruebas de la existencia de un espíritu divino que todo lo impregna y maneja para solazarse en ello y también llenar de admiración a sus criaturas.

 Pero, hay que advertir que sólo se trata de una visión miope del terráqueo cuando escudriña el universo, otra muy distinta es la realidad catastrófica que se cumple en el lugar observado, o más exactamente que ha ocurrido hace cientos o miles de años atrás.

 Pero si una estrella nova es un accidente que puede espantar a un observador cercano, una catástrofe como una supernova, sería ya aniquilante para todo espectador próximo.

 El accidente supernova es una catástrofe tan colosal que el resplandor emitido durante el hecho puede ser mayor que el que irradia toda la galaxia en la que produce el fenómeno.

 Tremenda masa de materia es lanzada hacia el espacio formando una nube expansiva alrededor del resto de estrella que ha quedado. Esto nos indica la violencia anticósmica a que están sometidos los cuerpos estelares, incluso nuestro Sol, por supuesto, y todo esto nos muestra también que el universo anda a los tumbos. No existe creación definitiva. Los cielos no han sido creados en calma, más bien son un proceso en marcha que toma el rumbo que puede y tiende siempre hacia el caos.

 El fenómeno estrella es circunstancial. Mañana (en tiempo a escala cósmica que puede consistir en miles de millones de años) el proceso estrella, no será posible, salvo que se cierre un ciclo y nazca otro según la teoría de un universo pulsátil que estalla, se expande y luego se contrae nuevamente para volver a estallar.

 Pero es que lo ciclos tampoco tienen por qué ser eternos. Alguna vez serán imposibles y no habrá más explosión (big bang) y por ende no habrá estrellas por siempre jamás.

 Ahora bien, si es impresionante conocer lo que la moderna astronomía detecta en este que podríamos denominar con mayor propiedad “semicosmos” para señalar un semiorden (en lugar de cosmos-orden), no menos turbador y decepcionante es conocer el destino final de las estrellas.

 Cada astro sufre a lo largo de su existencia, una serie de cambios que lo conducen indefectiblemente hacia su “muerte”. La estrella colapsada, la estrella neutrónica sin brillo, son el resultado del proceso estrella. Pero antes puede sufrir un sinnúmero de accidentes de toda índole, lo cual habla a las claras de una ausencia de regularidad en los acontecimientos.

 No se adivina direccionalidad alguna en los hechos; alguna evolución ordenada que curse siempre por los mismos cauces, sino por el contrario, la estrella nace como puede, a expensas de mucho o poco material formador; con o sin elementos químicos pesados. Tendrá poca, mediana, mucha o excesiva masa, en cuyo último caso se verá obligada a expulsar el exceso para mantener en equilibrio su rotación. La estrella luego recorrerá una aventura cósmica o anticósmica. Todo dependerá del azar sin dios o diosito alguno se haga cargo de encarrilar las cosas.

 Si la luminaria se halla en el núcleo de una galaxia, tendrá oportunidad de colisionara con otras luminarias; si se halla en un cúmulo extragaláctico satélite, quizás poseerá mayor espacio para evolucionar, pero sin garantía absoluta.

 Podrá enlazarse con otros soles y componer así sistemas dobles o triples. Podrá estallar o no. Quizás sea tragada por una “ventana negra” si por azar le toca incursionar cerca de un objeto de semejante poder de succión.

 No existe un proceso estrella, ordenado, único, que conduzca a estos astros por idénticas secuencias. Reina la heterogeneidad y la anarquía. Todo evento catastrófico es posible.

 Ahora bien. La astronomía calcula hasta el presente un número de soles en el universo de galaxias del orden aproximado de los diez mil millones de billones de estrellas (10000 trillones).

 Este es un cálculo estimativo. Quizás haya que agregar algo más a esta cifra o restarle algún número no significativo, pero ello no tiene importancia.

 Ahora bien; si hubo creación, como sostiene la mayoría de los pensadores de antaño y de hogaño, ¿para qué tantos astros, la mayoría de ellos con destino infructuoso?

 ¡Qué lejos se halla esta nueva imagen del universo de aquella idea de antaño cuando se aceptaba el mundo de Tolomeo reducido a la Tierra como centro inmóvil, un Sol, una Luna, los planetas Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y saturno…, las estrellas fijas visibles y … nada más!

 En aquellos tiempos, por supuesto que se podía concebir fácilmente la idea de un creador de un mundo que se debía exclusivamente a la Tierra, patria del hombre.

 Pero en la actualidad uno se pregunta: ¿Fue necesaria una “creación” de más cantidad de estrellas que el total de granos de arena de todas las playas de la Tierra?

 ¿Qué todo se debe, finalmente, a la Tierra y es necesario que exista?

 Sin embargo, hay eventos que se producen en lejanías tales que jamás sus efectos tocarán a la Humanidad, la que se extinguirá mucho antes.

 ¿No concuerda todo esto más bien con la idea de un universo ciego, indiferente insensible, que actúa por puros tanteos sin intencionalidad alguna, y que en virtud de la colosal cifra de sus elementos formadores como los globos estelares, logra producir aquí o acullá lo mas improbable, que es la conciencia de sí mismo?

 El hombre y otros posibles aunque también muy improbables seres de lejanas galaxias, pueden considerarse como la conciencia del universo.

 Somos el colmo de la improbabilidad, pero fuimos posibles después de todo en virtud de la inconmensurable cantidad de elementos universales puestos en juego, miles de trillones de estrellas y todo lo demás.

 Todo en un juego de azar, donde se elimina casi todo para obtener la casi nada como posibilidad, como lo es la vida y la conciencia. Y esto ya por sí sólo expulsa toda idea de un creador omnipotente y omnipresente en todas las cosas. Más bien nos infunde la noción de un mecanismo ciego, azaroso, que marcha por sí solo, automáticamente, debatiéndose entre el caos, entre las catástrofes y accidentes sin fin, con breves destellos locales que podemos denominar cosmos-orden. Tal es el caso de nuestro “querido” para muchos malquerido planeta con sus seres vivientes entre los cuales se halla el hombre inventando toda especie de dioses y seres angelicales que ante el copioso instrumental de investigación de la actualidad no hacen su aparición en parte alguna; ni en el “santo cielo” de los creyentes ni en planeta alguno.

 Todo lo que se puede añadir a este tema defendiendo el terreno religioso pleno de dioses, diosas y diositos “pululando por ahí", es pura pseudociencia de la más pura calidad.

 

 Ladislao Vadas

 
 

98 comentarios Dejá tu comentario

  1. El Moderador: Vadas no se arrogó título alguno. No sido soy licenciado en biología. No dijo soy doctor en biología. De modo que no queda otra que atender al diccionario y ahì surge con toda evidencia que lo que señala Ale Magno NO es real. Ya he acabado con el tema infinidad de veces, pero ante la insistencia del error y la falsedad, solo queda callar cobardemente o rebatir sensatamente, yo elijo lo último y evidentemente resulta necesario si siguen apareciendo comentarios erróneos como el tuyo, gracias a los reiterados yerros de Ale Magno, en mi humilde opiniòn de mala fe según ya lo he explicado. El tema de los ciclos de expansión y contracción del universo no son cuestión de lógica, sino de estrictos cálculos que han realizado científicos al respecto y que indican que existe un umbral de masa o materia que determinan en definitiva un camino u otro para el universo. A partir de allí sí podemos aplicar la lógica y deducir que, en caso de existir contracciòn, ello ya pudo haber ocurrido con anterioridad, etc. Saludos moderados

  2. Salvador Armando: No me convence su argumento sobre lo que criticó AleMagno. Sigo creyendo que si digo soy biólogo, estoy arrogándome un saber universitario. Y le doy la razón a AleMagno. De todas maneras no tiene porqué ofuscarse tanto por el tema. El señaló que no lo hace con mala fé. Con respecto al tema de la suposición que hay contracción, es sólo eso. Y por ende ha pasamos al plano hipotetico. Poco científico. Todo especulación. Como la de los creyentes que dicen que hay un dios. Si usted le tiene fé a Vadas; o cree en la Contracción; entonces está igual que los que creen en un dios creador. El moderador.

  3. El Moderador: Con su nuevo comentario establece claramente que trata la cuestiòn en forma meramente subjetiva. Los argumentos no lo convencen y listo, sigue creyendo otra cosa y dándole razón al equivocado. Y sì, me ofusca la mala fe y de eso se trata la cuestión, cuando nadie se adjudicó un título universitario y se insiste con decir que sí lo hizo. Decir que o se lo hace con mala fe no significa que no la haya. El diccionario es claro. Los títulos existentes en la carrera correspondietne tambièn. Si no se dijo ser licenciado o doctor en biología y el diccionario da como definición lo que Vadas representa no hay más que hacer, muchachos que reconocer que no Vadas no lo hizo. Respecto de la contracción no se trata de suposición alguna. Habrá contracción o continuará la expansión, de acuerdo a la masa total de la materia existente en el universo, dónde está lo poco científico? Qué tiene que ver la especulación de los creyentes? Por favor, un poco de coherencia. No tengo fe en Vadas, de qué està hablando, por qué la tendria? No se cree en la contracción como en un dios creador, se trata de un suceso que ocurrirà o no de acuerdo a la materia existente en el universo y que puede haber ocurrido antes, qué tiene que ver? Por favor usemos la lógica y hagamos honor a los nicks sin caer en extremismos-

  4. Salvador Armando: Le invito a presentar pruebas de la mentada Contracción. Le recuerdo que lo único demostrado es la expansión del universo. Desde mi pobre conocimiento de lo que es el espacio exterior, entoendo que en el vacío no existe razón para que se detenga ninguna expansión. Y esta existe por esa inercia inicial del big bang. por lo que menos lógica aún parece, de acuerdo a la experimentación en el vacío absoluto, que se detenga la materia lanzada. Y menos aún, que por razón alguna se inicie un proceso de contracción, dado por el dedo motor del autor de esta nota. Atte, El Moderador.

  5. El Moderador: Acepto su invitación gustosamente, aclarando simplemente que no se tratarán de pruebas en el sentido jurídico de la palabra, ya que supongo que no pretenderá fotos, filmaciones o testigos que la hayan presenciado. Se trata de algo poco novedoso y vastamente tratado en libros y artículos que habré de buscar, así que solo le pido un poco de paciencia, ya que en estos días tengo mucho trabajo (por suerte) y poco tiempo (por desgracia). Saludos

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