Desde hace unos días el canal Encuentro, canal cultural administrado por el Estado Nacional a través del Ministerio de Educación de la Nación, se anunció —y a la vez comenzó— a difundir un ciclo conducido por el pensador post marxista Ernesto Laclau.
El convite es para todos los domingos a las 20:00 hs. y comenzó el pasado poniendo toda la carne al asador con el diálogo/entrevista a Antonio “Tony” Negri. El ciclo continúa los futuros domingos con Jaques Rancièr, la propia compañera de Lacau, Chantal Mouffè, Gianni Váttimo, Etienne Baribar, entre otros.
Conociendo a Negri, y más allá del aporte que puede, siempre, realizar Gianni Váttimo (quiza junto con Negri los únicos verdaderos pensadores con renombre, de la lista) podríamos decir que visto el primer programa, nos ahorramos de ver el resto, y aprovechamos para sacar algunas conclusiones de índole político, en especial, por la influencia de Laclau sobre el ex presidente extinto, Néstor Carlos Kirchner, y su proyección en el grupo gobernante y sobre la mujer del nombrado, Cristina.
El pensamiento de Laclau y Negri: el neo marxismo
El pensamiento teórico político (casi nulo en aquel entonces) de Kirchner fue realmente influido por el grupete de Laclau, incluida su mujer, Chantal Mouffè.
Laclau es un marxista que abandonó, según el mismo relata, la izquierda marxista tradicional; primero por una indefinida “izquierda nacional” (valga la paradójica contradicción) y luego devenido en descubridor de Jorge Abelardo Ramos, teorizador del neo comunismo y el denominado (para mascantes del vidrio latino) “Socialismo del siglo XXI”.
Se pone en duda, en principio, de sus propias manifestaciones, en realidad Laclaud es seguidor de Ramos, y no al revés.
El efecto logrado en Kirchner por parte del pensamiento de Laclau guarda un paralelo al influjo (mas nacionalista, es cierto) que habría provocado en Hugo Chávez Frías el argentino ya fallecido Ernesto Ceresole, quien “peronizó” al mandatario venezolano.
Así, la carencia de sustentación teórico/política es rellenada, lentamente, por un espacio ideológico en construcción, y ante el vacío anterior de ambos. En construcción, para el caso de Laclau, en Inglaterra, donde el mismo fue profesor en
Como dice Edgar Schmidt, allí Laclau desembarcó hace más de 40 años en
Acá se empiezan a ver caminos que se bifurcan. Si el “socialismo del siglo XXI” dice que es “nacionalismo de izquierda”, ¿por qué abreva en la cultura e ideología inglesa de izquierda?, que como en EE UU se encuentra encerrada en las cátedras universitarias sin ver la luz de la política real.
Por otra parte, se observa que el “socialismo de izquierda” de Laclau no nos habla de descolonización, ni nos habla de la ocupación británica de Malvinas, ni de la desposesión imperialista de Palestina… un nacionalismo un poco extraño, más bien de marketing.
Otro tema en donde Laclau y el grupete hacen agua, es en su ataque constante al catolicismo. Mostrando la hilacha de encontrarse muy cerca del pensamiento liberal de izquierda (como el de Puiggros y Spillimbergo), denosta la tradición y creencia mayoritaria del pueblo hacia el cristianismo, paradojalmente al contrario de lo que su maestro, Jorge Abelardo Ramos, se cansó de exponer. Dice “el colorado” Ramos: “De la misma manera, los amargos y hasta soeces ataques a
En los pueblos marginados del “estilo de vida occidental” y que, como nosotros, padecen un “estilo de vida accidental”, la religión ejerce un doble papel: el teológico que le es propio y el de ideología nacional defensiva contra el dominador extranjero.
La campaña contra la fe católica, sus símbolos, sus hombres y sus instituciones es tanto secreta como pública. Secreta, en cuanto a la silenciosa poda de los subsidios tradicionalmente otorgados a las escuelas privadas dirigidas por sacerdotes católicos. Y pública, a través de todo género de lenguaraces que han tomado la radio o la televisión por asalto en nombre de la “participación democrática”. Esto debería traducirse en un franco enfrentamiento entre la “progresía” y la “feligresía”. Pero no es tal. La respuesta de los sectores nacionales y, en este caso, de
En definitiva, Laclau representa un elemento más del liberalismo de izquierda antinacional, “gorila” y reaccionario, un neo marxista que tanto ha influido en las relaciones de pensamiento del pejotismo kirchnerista y que tanto se ha apartado del pensamiento peronista, nacionalista, argentino y popular tradicional del Movimiento Peronista, al cual en el fondo desprecia en toda su escencia, salvo en cuanto a los votos que suele recolectar cuando a elecciones se llama.
El reportaje de Laclau a “Tony” Negri
Volviendo a la caracterología del Canal Encuentro, puede verse que la mayoría de sus contenidos, los de alguna calidad científico-técnica por lo menos, son enlatados de la BBC. No solo eso, varios conspicuos directivos del sistema de medios públicos se formaron (o deformaron) en Inglaterra. Si hacemos una recorrida temática por los contenidos de Encuentro vemos claramente que los mismos son escogidos con un sentido partidario, en el guión de la construcción del relato K.
Volviendo al espacio que abre Laclau, analizando su conversación con Negri, antiguo teórico de la izquierda violenta italiana, hoy un “arrepentido” de la violencia, gira elípticamente para adaptar aquella violencia a la actualidad que le costaron largos años de cárcel, acusado de ser el cerebro del asesinato del líder demócrata cristiano Aldo Moro. Negri hace teorética política, busca adaptar conceptos a lo que según él, son los hechos “relevantes”. En concreto, busca adaptar el cinturón a la panza, siempre, claro, con lógica gramatical, como acostumbra la izquierda.
Durante la entrevista, entre Laclau y Negri, se destacan las sutiles diferencias entre dos personas que parecen buscar espacios comunes, aún si hallarse. Así, Negri critica a Chávez, y Laclau lo defiende. Negri critica a Chávez por autoritario (suavemente) y Laclau desenvuelve su crítica al “marxismo viejo” frente al “socialismo del siglo XXI” (o neo comunismo).
Para Laclau el error de Marx es creer que el fenómeno capitalista homogeneizaría al proletariado, cosa bastante razonable si se observa la realidad y se vive a mediados del siglo XIX, como Marx. Agrega que el nuevo marxismo debe abandonar el “ahogo” de dicha idea, describe el “ahogo” que producía en los jóvenes de los años ´60 el “sovietismo”, el partido único, e invita a aceptar que la diversidad y la heterogeneidad es el fenómeno del siglo XX y XXI y que las fuerzas populares deben articular los procesos de integración para derrotar al enemigo burgués, desapoderarlo de los instrumentos políticos, a fin de cambiar las instituciones que, los mismos interlocutores definen como caducas.
Desde dicha coincidencia denostan y demuelen la idea liberal y contractualista russoniana, caracterizando al parlamentarismo como un instrumento de las burguesías locales como altamente reaccionarias a los cambios sociales, por ejemplo, como está ocurriendo en los paises latinoamericanos. Negri, no se muestra muy de acuerdo, pero, la propuesta de Laclaud de “avanzar hacia instituciones más que nada internacionales”. Evidentemente desprecia todo parlamenterismo y/o deliberación interna, nacional y cae como anillo al dedo respecto de la teorización de Negri del mundo moderno, al que caracteriza como un imperio, en donde los poderes locales son simples “gendarmes” del capitalismo global imperialista, y que la “deliberación global”, en definitiva, la realiza el sistema trasnacional de producción (“las trasnacionales”) quienes deciden, en definitiva las costumbres y los consumos. Los modos de vivir.
A todo lo anterior se le opondrían los pueblos organizados, las multitudes de las que habla Negri. Aquí, coincidencia de ambos.
Laclau pone mucho énfasis en la necesidad sine qua non de los gobiernos hegemonistas, alternativa estatal del partido único leninista, cosa que Negri ve con más cuidado. Laclau necesita justificar, desde su rol teórico, los “Chávez eternos”, “Cristinas eternas”, “Evos eternos” y “Correas eternos”, Es lo que le exige el tiempo… y sus patrones.
El hegemonismo, alternativa del partido único, es una especie de paternalismo “siglo XXI” en donde el “Gran Hermano y Papá” va realizando una especie de justicia distributiva local: En nuestro caso “Mamá Cristina” hoy atiende los intereses de los “sectores populares”: Hoy a sindicalistas, mañana a marginales, pasado a gays, luego a jóvenes, a culturosos, a indígenas, a “progres”, intelectuales adocenados, sindicalizados, militantes, trasversales, radicales kash, periféricos, progres aliadófilos, liberales progres, etc., etc. Todo conducido desde el politburó paternalista del mando hegemónico que logra derrotar al liberalismo caduco y opresivo, imperialista y antipopular, parlamentario y contractualista. “Alternancia de partidos” es un concepto repudiable en el diccionario “hegemonista” laclaudiano.
Pensamiento europeo de Negri y Virno
Negri no lo dice en la conversa, pero para él las antiguas formas de resistencia popular ya no es la de un partido que derroca a la burguesía para imponer la dictadura del proletariado (tesis marxista leninista) sino, como lo expone en el libro Éxodo escrito junto a Paolo Virno, “la situación de huir de condiciones de opresión hacia alguna otra situación en el espacio o en el ámbito de las relaciones humanas que se espera sea mejor”.
O sea, ante el neo imperialismo gobernado por los países centrales, se opone la “resistencia” la intemperancia de las multitudes (muy indefinidas, por cierto), la ruptura de la relación “capital/trabajo” y del pensamiento tradicional marxista vs. Liberal. Todo esto se lograría a través de la articulación desde los sectores sociales no necesariamente productivos.
Relatando los últimos hechos desatados en el mundo, Negri realiza un parangón entre “intemperancia” e “incontinencia”, mientras repudia la segunda, a la que denomina “ilegal” (tradicional resistencia, el obrero que rompe la máquina, el “piquete”) a la “intemperancia” la define como el hecho de oponer un conocimiento intelectual a la norma ética y política.
Se deduce que se refiere al “globalofóbico”, al “indignado” al “indígena que protesta por la tala de un bosque milenario”, el “que se vayan todos” cacerolero, y no necesariamente integrado al sistema productivo.
Corolario
En tiempos electorales, debemos saber qué piensan nuestros dirigentes, por un lado, y qué deciden decirnos, por el otro.
Así, vemos al actual proceso político como el de mayor disociación entre el pensamiento, el discurso y la acción política.
Por el lado del pensamiento, las verdaderas intenciones kirchneristas que hoy exceden a Cristina Wilhelm, vemos una marcada influencia de Laclau, y el resto de los pensadores de izquierda, en los que han de abrevar la mayor parte del enclave político que suele reunirse en plenarios casi estudiantinos, que duran hasta elevadas horas y se desarrollan en Olivos. Ahí se habla de etapas del modelo, del electorado y la población en general, como un niño a educar a instruir.
Es sabido que la llamada “Ley de medios”, principal iniciativa política kirchnerista, solo tenía como fin “desarticular” las instituciones tradicionales de comunicación a las que ve como verdadera oposición, a la vez que se instaura, por mecanismos legales e ilegales de manera simultánea, un holding de medios K que hoy cuenta con unos 150 de alcance nacional y cientos más de índole distrital y barrial, entre diarios, radios, TV, cable, etc.
Estos medios juegan el contrapapel de bajar la línea “ultracentralizada”, un libreto que va siendo cambiando por la nomenclatura, pero al cual hay que ceñirse a rajatabla.
Esta bajada de línea es la articulación de las alianzas tan inverosímiles como las que vemos en la actualidad: unir a Menem y Soria, por ejemplo, con Pérsico, Bettini y Verbitsky.
Los que desconocen, menosprecian y denostan al peronismo, lo confunden con populismo, lo cual es un error. El populismo político de los kirchneristas es solo un método, un paso más del modelo que hay que articular, que hay que enseñarle al infante habitante argentino.
La profundización del modelo será ecléctica, pero nunca inequívoca. En lo económico existirán personajes funcionales, como Boudou, Bossio, Massa, Scioli, Echegaray, todos liberales y/o conservadores, pero que no se encuentran en el ala de las decisiones.
El modelo, en definitiva, se acerca (en lo realmente posible) a lo que pretende Laclau, sin perjuicio que el ministro estrella, Boudou, sea liberal y de circunstancia.
La eclecticidad es un camino más, conducido por el núcleo duro de ex montoneros (Kunkel, Verbistky, Abal Medina, Bettini, Zannini, Icazuriaga, etc.)
Por el lado del discurso, todo lo contrario, vemos una constante diatriba al imaginario peronista, que es lo que garantiza el “voto en el sobre, y de allí, derecho a la urna”.
Quizá, como es de costumbre, el discurso sea lo más falso del gobierno, y lo único auténtico al mismo tiempo (la voluntad de sus votantes e ingenuos, pero unidos a su recuerdo lineal y su adhesión hacia el imaginario peronista cristiano, popular, nacional).
Por el lado de la acción política, además de lo expresado respecto de los medios, la batalla cultural, la “revolución costumbrista” y la conducción articuladora de toda la heterogeneidad que define Laclau como significante indeterminado (sindicalistas, marginales, gays, jóvenes, culturosos, indígenas, “progres”, intelectuales adocenados, sindicalizados, militantes, trasversales, radicales cash, periféricos, progres aliadófilos, liberales “progres”, etc., etc.)
En definitiva, como diría Laclau, el populismo (etapa actual del “modelo”) cuenta con dicho significado vacío, camino necesario, para la construcción del enfrentamiento básico marxista.
El populismo, a la larga, necesita del enemigo común del marxismo, el capitalismo.
Orientar ese camino, en definitiva, es la tarea del “modelo”.
En tiempos electorales en donde el modelo ve a una reforma constitucional como necesaria, para seguir avanzando, retroalimentándose, necesita obtener mayor número de bancas en el Congreso, y de ser posible, no depender de aliados como Binner, Lozano, Bonasso u otros.
Una parada difícil, pero no imposible.
José Terenzio