Cuando el río suena en Estocolmo, es
que piedras trae. Tradicionalmente de alguna manera, la
bolita se echa a rodar a
través de los medios de comunicación mundial. Alguien inocentemente filtra
lo que de alguna manera ocurrirá. No hay una precisión absoluta, pero sí
una gran certeza. “Este año el premio será para una mujer”. Cherchez
la femme, titulé un texto menos de 48 horas antes, pero ahí no estaba la
flamante ganadora, la
novelista austriaca Elfriede Jelinek, autora de la emblemática novela La
Pianista.
La literatura no está tan globalizada como parece y los
editores no ayudan mucho en esta labor, ni en al difusión ni con los precios
de los libros. Es una escritora desconocida para la mayoría de habla
castellana en América latina. De ojos claros, nariz aguileña, blanca, tiene
un rostro de india blanca esta
austriaca, que es también dramaturga y una crítica filosa de la sociedad
actual.
La Academia Sueca quiso coronar este año a una reina de
las letras, y lo había hecho sólo en nueve ocasiones en un centenar de años,
porque la dinamita del Nobel, parecía ser cosa de hombres. Una mujer educada
desde la temprana infancia en la atmósfera artística:
ballet, piano y actuación teatral, hasta que decidió escribir.
Jelinek,
nacida en 1946, fue premiada por el "flujo musical de voces y contravoces
en sus novelas y dramas, que con extraordinario entusiasmo lingüístico
revelan lo absurdo de los clichés de la sociedad
y su poder subyugante", de acuerdo con un parte
de la
Academia Sueca en Estocolmo.
Es autora de una extensa, impactante y laureada obra en
idioma alemán, como 'Los
amantes', 'Los excluidos', 'El ansia', 'Wir
sind Lockvögel baby' (Somos reclamos, baby') en 1970. ''Was
geschah, nachdem Nora ihren Mann verlassen hatte oder Stützen der
Gesellschaften'
('Lo que ocurrió después de que Nora abandonara a su
marido o los pilares de las sociedades')
La austriaca es una mujer del
siglo XXI, tenaz, combativa, crítica, audaz y
creo que la Academia Sueca necesita reflejar estas nuevas voces, visiones,
en el mundo de la literatura, en un mundo aprisionado en la banalidad,
chabacanería, terror, en una
virilidad de eunucos.
Elfriede Jelinek, izquierdista y feminista, ha sufrido
estos tiempos de terror, la censura, prohibición de sus obras en
Austria. Ha sido atacada públicamente en el idílico país del Danubio Azul,
por los partidos derechistas y Jorg Haider, quien gobernó este país, con una
visión neonazi. Sus obras fueron prohibidas en los teatros austriacos en
pleno siglo XXI, cuando el mundo habla de libertad, democracia y dicta normas
o declara guerras a países no libres ni democráticos.
A este mundo pertenece Jelinek y ha sabido enfrentarlo,
desde su pequeño país, Austria, una nación que no hace noticia. De Austria
hablaba hace unos días con un arquitecto austriaco que visita Panamá, en la
ex Zona del Canal, un territorio que estuvo
casi un siglo bajo jurisdicción norteamericana.
Georg W.
Reinberg, es el arquitecto austriaco visitante de la nueva universidad
Isthmus, un experimento global de la nueva arquitectura, ubicado en la Ciudad
del Saber de Panamá, un sitio donde se
comparte la docencia, investigación, la producción tecnológica, con
profesionales provenientes de distintas partes del mundo. Con G. Reinberg,
casado con mexicana, residente en Viena, hablando de arquitectura, Austria,
Panamá, poesía, de la vida, la luz y el sol.
Austria es un poco más grande que panamá
territorialmente: 83.858 mil kilómetros cuadrados, tiene poco más de 8
millones de habitantes y la mayoría
de su población es alemana y católica. No figura Austria en el mapa de las
malas noticias, le dije al arquitecto, y sonrió, y pareciera que nada ha
ocurrido después del desmoronamiento del imperio Austro-Húngaro. Me miró
fijo, como si el Danubio Azul corriera lentamente entre nosotros como si fuera
el pasado. ¿Se baila vals, verdaderamente en Austria? Conoce Austria, me
respondió? No, le dije, pero si a Georg Trakl, el mayor poeta de la
existencia incumplida, en tiempos en que el imperio Austro Húngaro vivía el
esplendor de su decadencia. Y entramos en materia detrás de sus ojos atentos,
en un saloncito de una ex base militar norteamericana, en plena selva
tropical, salvados por el aire acondicionado.
Para el Arquitecto Reinberg, lo importante es construir con
respeto y sostenibilidad del medio ambiente, edificios, casas, que no
destruyan el hábitat con exceso de consumo de energía. Un concepto vital
para enfrentar con éxito un mundo en deterioro y que confronta un serio,
creciente y peligroso desafío energético. Esta bucólica conversación la
desarrollábamos cuando los precios del barril de petróleo asomaban en una
espiral infernal y creciente, hasta superar los 52 dólares.
Soy partidario de una arquitectura solar, aprovechar al máximo
la energía natural y Austria ha tomado ese camino, donde existen reglas
claramente definidas frente al consumo de energía no renovable, advierte
Reinberg. Panamá, añade, tiene tantos recursos solares que podría enfrentar
con mucho éxito su futuro. Contamos con muchos bosques en Austria, la idea es
disminuir el consumo de la energía no renovable, y trabajar en construcciones
cerradas, con mucho material
aislante, dotarlas de una
energía propia, para que el aire no se pierda y el consumo energético
sea la solución.
En su opinión, un país con pocos recursos naturales como
Austria, y muchos otros en el mundo, para alcanzar una sociedad en
equilibrio, debe cuidar, saber emplear sus recursos.
Es indispensable para la sobre vivencia humana. Muchas
veces los llamados edificios modernos, llenos de cristales en lugares
calientes, no respetan el medioambiente y disparan los costes en consumo energético,
de aires acondicionados, sostuvo Reinberg. Luz y naturaleza, son la clave del
siglo XXI, subrayó.
Lo que hoy hacemos en Isthmus de Panamá, es una manera de
pensar en el futuro, porque estudiamos todas las posibilidades como utilizar
mejor los recursos y ponemos la cultura al servicio de las soluciones.
No es un intento de transplantar otras experiencias en América,
precisó el austriaco, sino hacer nuevas estrategias a partir
de lo que conocemos, lo nuevo que encontramos y lo que estamos viviendo
y pide una solución diferente.
En Austria nos preocupamos de hacer entrar el sol a
nuestras casas, dotarlas de energía natural, aliviar la pesada carga energética,
ruinosa física y económicamente para cualquier nación que piense en la
sustentabilidad de su futuro.
Nuestra estancia en Panamá es para dialogar, intercambiar
puntos de vista, para hablar de una concepción nueva en la arquitectura
sustentable del siglo XXI y la Universidad Isthmus, es un paso global en la
dirección correcta de los nuevos tiempos.
A la llamada Zona del Canal de Panamá, vienen arquitectos
de Europa, Asia, América latina y el Caribe, Estados Unidos, a compartir
experiencias, desarrollar una visión contaminada con el futuro, la esperanza
de un mundo mejor, más habitable, porque después de todo, las ciudades son
nuestro gran dormitorio común.
Nada hoy es aislado, todo pertenece
a algo, como el ciclo de la naturaleza, y la arquitectura forma parte también
de este gran rompecabezas del mundo.
En este territorio de 1432 kilómetros cuadrados, la
antigua Zona del Canal, inmersa
en al vida de la vía interoceánica que atraviesa el Istmo como una gran
herida, donde la naturaleza es
exuberante y marca sus pautas, se ha levantado
este proyecto único en las Américas, una esperanza para construir un mundo
mejor. La franja canalera tiene un paisaje de edificaciones estilo español y
francés, y ahora de las corrientes más modernas, e, un pequeño mundo tan
verde como una cancha de golf, un jardín inmenso, único en el mundo. Flora y
fauna, sol y lluvias, ese es el lenguaje del trópico, su mejor palabra, el
premio Nobel de la naturaleza.
Rolando Gabrielli