El monstruo de Frankenstein es un personaje de ficción que apareció por primera vez hace ya más de un siglo. Fue llevado en más de un centenar de ocasiones al cine y la TV de todo el mundo.
El argumento más recurrente es muy conocido: el Dr. Frankenstein, un joven y apasionado científico, crea un cuerpo humano cuyas partes han sido recolectadas secretamente de distintos cadáveres.
El anhelo que consume al doctor es el de fabricar vida humana a través de varios artefactos perfeccionados por él mismo.
Sin embargo, su error más grosero fue dotar a la criatura de un cerebro extraído a un criminal.
Ya todos conocemos el final de la historia: la bestia se escapa del castillo donde estaba confinado y llega hasta un molino llevándose a la rastra al médico a quién ultima.
¿Cuántos prototipos de Frankenstein han desarrollado los Kirchner en la Argentina de los últimos años? ¿Cuántas criaturas de este tipo están emergiendo y levantándose contra sus propios mentores, como en la novela de Mary Sheley?
Por lo menos, contabilizamos cuatro distintas.
1) El Frankenstein camionero:
Se trata de un personaje que cobró poder gracias a que el ochenta por ciento de las mercaderías de nuestro país se trasladan en camiones, debido a que el FPV incumplió todas y cada una de las promesas para reactivar el ferrocarril de cargas, como ocurre en cualquier parte del mundo moderno.
La falta de infraestructura kirchnerista-menemista y la voracidad de Moyano, elevaron de 70 mil en 1992 a 200 mil en la actualidad a los afiliados al Sindicato de Conductores que como un “Pac Man” se va quedando con todo.
Néstor le dio todo tipo de prebendas al monstruo, desde el cobro de peajes en zonas portuarias, a ridículos subsidios para “perfeccionamiento” de choferes y carradas de dinero sin rendir desde sus obras sociales.
Le toleró, hasta el delito, la conformación de una telaraña de empresas familiares que hicieron a Hugo y su familia riquísimos, al punto que viven en el jet set de Parque Leloir, rodeados de los ricos y la farándula en una mansión que ocupar una hectárea.
Cristina, también permitió en estos últimos años que la empresa Covelia, a la que el clan está ligado, se quedara con la recolección de residuos de buena parte del conurbano y la provincia de Buenos Aires.
2) El monstruo de Schoklender.
El conocido parricida también sufrió una metamorfosis increíble al calor de los K.
Pasó de robar supermercados a mano armada para darle dinero a Hebe de Bonafini, según él mismo acaba de revelar en distintos medios de prensa, a comprarse Ferraris, yates y casas de countries gracias a las empresas que contrataba Julio de Vido, entre otros.
Se llegó al sinsentido de que las Madres de Plaza de Mayo se convirtieran en una de las tres constructoras más grandes de la Argentina.
3) El Frankenstein de la droga y la inseguridad.
Gracias a una clara política de complicidad con los carteles narcos, los Kirchner han dejado extender por toda la nación un flagelo que es muy difícil de desactivar.
Algunos de los horrendos crímenes que sacuden a la sociedad en los últimos meses se relacionan directamente con el consumo de estupefacientes.
Basta recordar los casos de la niña Candela Rodríguez en Hurlingam o el criminal que mató a su mujer en General Pico, tras confesarle en reiteradas oportunidades que vivía “sacado” día y noche por su adicción.
4) El monstruo de la inflación.
Una economía cartelizada como pocas en el mundo, soporta que uno, dos o tres grupos monopolicen la oferta marcando la cancha de una manera bestial en los principales rubros, incluidos, por supuesto, los supermercados.
El alza de los precios se devoró la “competitividad” alcanzada a sangre y fuero por Remes Lenicov y Eduardo Duhalde.
Luego, se fagocitó el presupuesto nacional ya que los subsidios amenazan con llegar al 20 por ciento del mismo.
Por último, la emisión descontrolada se quedará con los últimos dólares que existen en las reservas del Banco Central y será un “game over” que sonará a un nuevo Déjà vu.
Resumiendo, cuatro jinetes apocalípticos se ciernen sobre la posiblemente trunca luna de miel de CFK.
Los traidores al “modelo”, el “laissez faire” con las bandas narcos y el desastre económico que supieron conseguir merced al robo y el despilfarro se van a cobrar cuentas de una mujer que ha elegido la compañía de un grupo de impresentables y el llanto diario como escudo.
Poca cosa para atemorizar a sus indóciles monstruos.
Marcelo López Masia