Las condiciones adversas con las que arrancó este 2012 para la Argentina son más que interesantes.
Uno de los datos que mejor representa este panorama poco alentador es el déficit con que cerraron las cuentas públicas en 2011. Ni más ni menos que el más alto de toda la administración k al frente del Gobierno Nacional.
Aún así, con el infaltable ejercicio de la contabilidad creativa practicada año tras año, el Ejecutivo simuló el déficit fiscal real, calculado en más de 50 millones de pesos, haciéndolo lucir como de 34 millones, abusando nuevamente de un Decreto de Necesidad y Urgencia por el cual amplió en más de 20 millones el gasto.
El escenario esperable para este año es una importante merma en el consumo, el enfriamiento de la economía nacional juntamente con la de Brasil que incide directamente en la local. De hecho en este último país, ya arrancó la política de despidos en el sector automotriz.
Otro aspecto importante para la Argentina, será la dificultad para obtener financiamiento externo en virtud de la situación por la que atraviesa la Eurozona y los vaivenes que experimenta Estados Unidos sin lograr encaminarse de manera concreta.
Además hay que agregar el agotamiento de las reservas de libre disponibilidad, la alta inflación, la falta genuina de inversiones y la fuga de capitales.
Como si todo esto fuera poco, las próximas paritarias serán complicadas en tanto los sectores sindicales ya plantean incrementos cercanos al 30%.
Pero aún hay más, la sequía, flagelo que padecen desde el pasado mes de diciembre las provincias de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y La Pampa.
La gravedad de ésta es tal que, de continuar, impediría el ingreso de unos 10.000 millones de dólares al país, y el Gobierno Nacional no recibiría algo más de 1.000 millones de divisas en concepto de retenciones.
Las estimaciones más optimistas indican que cerca de un 15% del total de soja esperada se perdería y alrededor de un 25% de maíz. Todo esto si y solo si, las condiciones adversas no se agudice. De hecho, consultoras referenciales de la Bolsa de Chicago, redujeron de manera considerable las proyecciones de cosecha para la próxima campaña argentina.
Sin embargo, no existe el menor motivo para alarmarse, porque todos los anuncios oficiales y las declaraciones de los funcionarios autorizados a repetir el libreto públicamente, dan cuenta de que éste ha sido y es, el mejor modelo económico que ha tenido el país en toda su historia.
Las abrumadoras pruebas, claro, saltan a la vista: ¿Quién podría dudar de la versión oficial?
Tan es así, que las últimas medidas adoptadas por la administración CFK consistieron en la quita de subsidios a los servicios públicos, aunque nunca dejar de financiar el fútbol para todos, la deficitaria Aerolíneas Argentinas o la pauta oficial, solo por mencionar algunos.
Un detalle para nada menor es que esta quita de subsidios probablemente tripliquen los impuestos por servicios como el IVA, Ingresos Brutos, tasas municipales, fondos fiduciarios.
Otra medida interesante es la de los dramáticos recortes de gastos en todo el sector público que se priorizan siempre en la supresión de miles de puestos de trabajo y la quita repentina de las sumas adicionales que se solían otorgar a jubilados, beneficiarios de planes y trabajadores cada fin de año para acrecentar el consumo.
Hacia el año 2007, el desaparecido Néstor Kirchner podría haber aspirado a consolidar un acuerdo con el sector empresarial y sindical a efectos de lograr una regulación de precios y salarios y a la vez, intentar promover las inversiones por un mínimo de dos años, extensible quizás a tres o más.
¿Sería ésta la base fundamental de la tan promocionada “concertación” por parte del, en aquel momento, matrimonio gobernante y sus repetidores de letra muerta que en materia de política económica han demostrado un desconocimiento supino?
La inflación era ya inocultable y empezaba a preocupar, por lo que para poder seguir manteniendo el poder con el circo de la expansión económica, el “gobernar es gastar” al que se solía referir la Sra. Cristina Fernández, el festival de subsidios, planes sociales, alto consumo, importación de extranjeros para asegurar un porcentaje básico de votos, manutención de fuerzas de choque todo terreno y masivas concurrencias a los actos proselitistas, era necesario contar con diferentes recursos, inversiones, fuentes de financiamiento seguras y constantes (vengan de donde vengan).
Probablemente Néstor Kirchner, calculaba el resultado exitoso de su “política económica” en que tanto empresarios como sindicatos accedieran a pactar precios y salarios, y que esa ecuación redundara en la suficiente generación de confianza externa como para que llegaran las inversiones.
Nidia Osimani
Twitter: @nidiaosimani