Veinte minutos. Ese breve lapso de tiempo duró la reunión entre el secretario de Estado estadounidense Colin Powell, y el presidente Néstor Kirchner el martes 10 de junio. Según trascendidos, el norteamericano le pidió que Argentina colaborara más en la lucha contra el terrorismo internacional, estudie su incorporación al ALCA y no le exigió el envío de efectivos de Gendarmería Nacional a Irak.

Sin duda, estas dos “sugerencias” del secretario de Estado le produjeron un regusto amargo en la boca a Kirchner, pues hace menos de un mes había asegurado el final de las cacareadas “relaciones carnales” llevadas adelante por el difunto canciller menemista Guido Di Tella.

 Sin embargo, a estas dos habría que agregarle seguramente una tercera, dada que otra de las preocupaciones del Imperio, desde los días del Cabezón Duhalde, es el desarrollo plan económico “creíble” y “políticamente sustentable”.

Más de lo mismo

Más vale, el secretario de Estado, un ex veterano de Vietnam y la guerra del Golfo de 1991, no vino a estas pampas a jugar de bueno con el santacruceño. Llegó con sus habituales ases en la manga, como aquel recordado tubito blanco (que según él, contenía ántrax) que sacó de su bolsillo en plena ONU. Este partidario de las alusiones gráficas, es un adalid de las soluciones pragmáticas y no es amigo de las medias tintas. Por eso, solo le bastaron 20 minutos para tirar los ases sobre la mesa ante la mirada expectante de Kirchner.

Cuando el estadounidense se retiró, luego de las fotos de rigor y el apretón de manos, el mandatario venido del sur se habrá quedado sumido en sus cavilaciones. Pues esas “recomendaciones”, si son acatadas al pie de la letra, lógicamente depararán que los hados funestos de la impopularidad y el desánimo comiencen a erosionar su gestión. Sus antecesores pagaron demasiado caro hacer puntualmente los deberes, como alumnos aplicados, según los dictados de la Casa Blanca y el FMI.

Sin duda, la opción que se le presenta a Kirchner ahora es de hierro. Pues si resuelve ser consecuente con su línea de pensamiento, y con el mensaje del 25 de mayo, tendrá de su lado al grueso del pueblo argentino. Pero si se transforma en un clon de Menem o De la Rúa, administrando este castigado país para el regodeo de los mismos de siempre, su inevitable salida del poder será por la terraza de la Rosada.

Fernando Paolella