Entre la bulimia y la anorexia, se hamacan los debates sobre el periodismo clásico que transita este comienzo de siglo. Hay quienes sospechan que volver a las fuentes es la mejor manera de encontrar las virtudes perdidas. Están quienes, a pesar de pelear desde el ostracismo, manifiestan un claro esfuerzo por buscar nuevas herramientas, nuevos métodos.
Lo que ocurrió durante la semana pasada es un claro ejemplo del anclaje en que quedó el periodismo. No hay garantías de trabajo digno, las escuelas privadas y las universidades están abarrotadas de estudiantes que defecan sus cuotas a la búsqueda de contactos para formar parte de la jungla mediática.
Tampoco hay garantías de rigor, pero mucho menos está garantizada esa loca idea que alguna vez nos quisieron imponer acerca de que el periodismo es intentar darle voz a los que no la tienen y de difundir lo que el poder quiere ocultar.
A ese respecto, dos noticias de la semana que pasó.
Represión en Tinogasta. No hay responsables
A las 14:30 del sábado, Darío Moreno, Eduardo Algañaráz y Ezequiel Koch, tres manifestantes de la Asamblea por la Vida de Tinogasta que participaban del corte de tránsito sobre la ruta nacional 66 —un bloqueo selectivo, en el Paso Internacional San Francisco, que sólo impide circular a los camiones de La Alumbrera— se percataron de que unos vehículos de la empresa internacional minera tratarían de esquivar el bloqueo por un camino de tierra que se abre unos 800 kilómetros del corte que realizaban sobre la ruta.
Para evitar que los camiones evadieran el bloqueo, los manifestantes se adelantaron a esa bifurcación acompañados por una mujer que luego se quedaría a un costado filmando la escena. “Cuando se acercaron vieron que los camiones venían escoltados por una camioneta de la policía provincial en la que iban entre 7 y 8 policías, y por un segundo vehículo en que iban otras dos personas de civil”, contó la socióloga que realiza trabajos de campo en Tinogasta, María Comelli.
Los policías bajaron de la camioneta, los corrieron a un costado de la ruta y les empezaron a pegar. “Les dieron puñetazos y patadas, y después los subieron a la camioneta, donde siguieron escoltando a los camiones de la mina —agregó Comelli—.
Luego, estuvieron dos horas desaparecidos. En la comisaría distrital decían que no sabían nada. Ya a las 18:15 los vecinos se enteraron por comentarios de gente del lugar que los habían llevado a una comisaría de Fiambalá, que queda 50 kilómetros al norte. Este cronista llamó a la comisaría a las 17:20 horas y nos dijeron que no tenían ninguna información sobre los detenidos.
Hasta entonces solamente en las redes sociales se había difundido la información.
La noticia, claramente, es la represión por parte del gobierno de Lucía Corpacci a manifestantes que cortan “selectivamente” la ruta para acceder a la mina. Lo que no dicen los diarios, lo que no dicen los programas de preguntas sin respuestas es que las inversiones en minería han aumentado notablemente. La exploración de riesgo marca picos históricos todos los años desde el 2008. De acuerdo a datos oficiales, hasta el año 2009 se perforaron 665.945 metros en todo el país. El volumen de reservas minerales se cuadruplicó y se encontraron nuevos potenciales yacimientos en las provincias de Santa Cruz, Neuquén, San Juan, Salta y Jujuy.
En el país se encuentran 74 megacorporaciones mineras, la mayoría canadienses y británicas.
No es noticia, en la discusión sobre los síntomas de los medios, los procesos dañosos en términos comunitarios. No hablamos de la afectación sanitaria, la fragmentación social, los impactos socioambientales, la erosión institucional, la intervención educativa, la cooptación científica, los mecanismos de disciplinamiento y control social e involucramiento corporativo de los medios de la provincia.
Ninguno de los asalariados empresarios de medios que anoche se presentó en el programa de Lanata preguntó por qué durante tres horas estuvieron desaparecidas tres personas en la provincia de Catamarca por reclamar ante el enorme poderío de las empresas mineras.
Manifestación por “inseguridad” o por “narcodelito”. No hay responsables
El día lunes 7 de mayo, un millar de personas del barrio de Recoleta se concentró con sus cacerolas tras la convocatoria realizada por la Asamblea Vecinal en la parroquia Patrocinio de San José (Ayacucho 1064) con el acompañamiento de la agrupación La Alameda y el padre Julio Torres para presentar el Mapa del Crimen Organizado.
La bandera que encabezó la posterior marcha hasta la puerta del narco-prostíbulo Madaho’s decía: “Basta de narcos, prostíbulos y zonas liberadas”. Las autoridades nacionales (Ministerio de Seguridad, de DD. HH y Justicia, AFIP), el Procurador Nacional que diseña la política criminal y el Gobierno de la Ciudad (Ministerio de Seguridad, Agencia Gubernamental de Control, Rentas) ya recibieron el Mapa del Crimen Organizado.
En el programa de televisión nocturna del domingo “La Cornisa” el informe se centró en la inseguridad. Se puso el foco en el robo de las pertenencias de los vecinos de Recoleta. Quizás se olvido mencionar prostíbulos, el narcotráfico, los usuarios Vip de esos prostíbulos y la necesaria participación del estado en el tema de la Trata de Personas.
Tampoco se realizaron esas preguntas en la pantalla de canal 13.
La teoría del mal menor, esa versión kirchnerista progresista que insiste en tapar las partes con el todo, intenta explicar que no se puede pensar el kirchnerismo sino es dentro de un proceso histórico, y que cualquier otra opción de gobierno es mucho peor que la actual. Que se instalan temas y que se puede presionar desde alguna izquierda con ciertas medidas progresistas.
En el caso del periodismo, la teoría del mal menor evoca años pasados, la transgresión dejo de ser la fumata en cámara o la palabra “boludo” aunque para instalar algunos temas que el poder político había acallado esa transgresión tradicional puede ser útil.
Fernando Bravo ayer preguntaba en la pantalla de canal 13 qué opinará la Presidenta sobre ese programa que estaban haciendo; esa era la pregunta de los que gritan que quieren preguntar. Periodismo para Todos.
Rubén Matos
Twitter: @rubenmatos