En Finlandia la ley establece que la educación es obligatoria y gratuita para todos los niños desde los 7 hasta los 16 años. Esta gratuidad incluye también todos los libros de texto y utensilios necesarios, además de una cómida caliente al día. El gasto público en educación representó en 1998 y en 2002 el 6,2 % del PNB (el promedio de los países de la OCDE es del 5,3 %).
La prestación de la escolaridad primaria está a cargo de los 450 municipios en que se divide el país, que tienen el deber de organizar enseñanza para todos los niños en edad escolar residentes en su territorio o de ocuparse de que reciban instrucción. La enseñanza debe impartirse cerca del hogar de cada niño. Los municipios son responsables de organizar y pagar el transporte de los niños que residan a más de cinco kilómetros de la escuela.
El bachillerato está destinado en principio a los jóvenes de 16 a 19 años. Debido a las distintas opciones de los alumnos, en el liceo no hay itinerarios fijos ni grupos por aulas. El currículo comprende estudios obligatorios, especializados y aplicados. El bachillerato culmina en un examen (ylioppilastutkinto), que se realiza homogénea y simultáneamente en todo el país. El examen es elaborado cada año por una comisión ad hoc dependiente del Ministerio de Educación.
Si un adolescente después de la escuela primaria no desea seguir al bachillerato, puede optar por la formación profesional básica que le ofrece una gran cantidad de alternativas escolares y especialidades para elegir. Esta formación básica se puede adquirir tanto en institutos como en centros de trabajo, mediante un contrato de aprendizaje. La oferta comprende 75 títulos profesionales básicos, que se obtienen en tres años y otorgan la competencia para continuar estudios superiores.
Para estudios superiores existen las universidades y las escuelas superiores profesionales. Las 20 universidades en Finlandia pertenecen al estado, que aporta la mayor parte del financiamiento, aunque por su funcionamiento son muy autónomas. La red universitaria cubre todo el país, hasta Laponia. Los estudios universitarios están al alcance de todos, ya que no se cobran matrículas. Las 29 escuelas superiores profesionales se caracterizan por su estrecha vinculación con el ámbito laboral. Se crearon en los años 90 con esa finalidad. Estas instituciones se diferencian de las universidades en que son municipales o privadas, en lugar de estatales. Son por naturaleza polifacéticas y regionales. El requisito de ingresos es el bachillerato o un título de formación profesional básica. El estado subvenciona el 57 % de sus gastos.
La educación para adultos se ha convertido en un importante sector de la política educativa finlandesa. Comparados con el resto del mundo, los finlandeses adultos son estudiantes entusiastas. Cada año un millón de personas participa por propia iniciativa en alguna de las más de mil actividades organizadas por institutos o universidades, que se imparten también en institutos populares, academias, universidades de verano. Los estudios que otorgan títulos son gratuitos. Hay algunos que tienen tarifas comerciales. El Ministerio de Educación financia la educación del adulto y es responsable de su desarrollo.