Es notable cómo las esquirlas del bombazo que supuso la ley de ajuste impositivo aprobada recientemente por la Legislatura provincial y el decreto de Daniel Scioli sobre el revalúo de los campos, alcanzaron no sólo al oficialismo —que ahora soporta un paro de nueve días del sector rural— sino también a buena parte de la oposición, que en aquella sesión del 31 de mayo dio su apoyo para que el Frente para la Victoria consiguiera el quórum que le permitió sesionar en la Cámara de Diputados.
Es historia conocida: el Frente Amplio Progresista (FAP) y el Pro-Peronismo, en efecto, facilitaron el trámite legislativo que le permitió al Gobierno bonaerense destrabar una ley que busca tapar algunos agujeros financieros.
A casi una semana de aquella sesión, el bloque integrado por macristas y justicialistas no kirchneristas es un verdadero hervidero, con fuertes rumores de ruptura que fueron consignados ayer por este diario. Y los sucesos de la Legislatura provincial se convirtieron en "el" tema de discusión en la mesa nacional del PRO, donde ven a Scioli como un potencial rival de Mauricio Macri en las elecciones generales de 2015 y evalúan que aquella votación de cuestiones bonaerense los ha pegado "indeseablemente" al Gobernador y a sus problemas.
Es por eso que el macrismo ahora estudia cómo hacer para sortear la incómoda situación en la que quedó frente al electorado del interior provincial, una geografía eminente rural y por eso la más afectada por el nuevo esquema impositivo.
Tiene cierta lógica la inquietud. Es que el desembarco presidencial de Macri en la Provincia tendrá una primera escala en las elecciones del año que viene, en las que se juega mucho más que la renovación legislativa. Es la estrategia macrista, el jefe porteño cuenta (¿contaba?) con alguna facilidad de penetración en el electorado rural que hoy se presenta enojado con el oficialismo. Cuestión de acertarle con el discurso de campaña y, claro, con el candidato que proponga el espacio (Gabriela Michetti sigue siendo la preferida de los estrategas de campaña, aún cuando ella se muestra esquiva).
Ilustrativo, así expresaba ayer la situación en la que ahora se ve el PRO un dirigente de ese espacio: "¿Cómo hacemos ahora para llevar a Mauricio al interior rural bonaerense, cuando se lance oficialmente? ¿Cómo vamos a zafar de que lo silben en la inauguración de la próxima Exposición Rural, el mes que viene?".
El paradigma de esa situación incómoda tal vez sea el diputado Jorge Srodek, uno de los 11 integrantes del bloque del Pro-Peronismo. El hombre entró a la Cámara como representante de las entidades rurales (pertenece a Carbap) y por eso es probable que, por estas horas, esté dando explicaciones a sus compañeros chacareros respecto a porqué integra un bloque que facilitó la salida del paquete impositivo.
Existirían conversaciones reservadas para, en el caso de que se concrete una ruptura, integrar una bancada puramente macrista en la que tendría cabida el diputado ruralista junto a un puñado de colegas. Dependería de una aprobación final de Macri, quien obviamente sabe que la división puede ser leída como una pérdida de su influencia en la Legislatura.
Por estas horas, la agenda del titular del bloque del Pro-Peronismo, Marcelo Di Pasquale, está hirviendo, llena de reuniones en las que se habla del futuro. Es que los macristas puros tienden a responsabilizarlo por la situación incómoda en la que quedó la cabeza del proyecto nacional. Sin embargo, sus aliados internos responden que Di Pasquale cumplió lo que se habló desde un principio: votar positivamente el endeudamiento —unos 2.400 millones— y rechazar la suba impositiva. "Cuando Scioli firmó el decreto con el revalúo sacándolo del texto de la ley y ya no tenía sentido no dar quórum", explican, furiosos, esos voceros que se ven venir la ruptura.
La orden inicial de Macri, en tanto jefe político del espacio, habría sido no dar quórum bajo ninguna circunstancia con la idea de que el oficialismo lo consiga por otras vías y apostar a que sea únicamente Scioli el que pague el costo político de aumentar impuestos. Esta versión fue confirmada ayer a este diario por un miembro de la mesa nacional del PRO y hombre de confianza de Macri.
Contrariamente a lo que pueda pensarse, en una reunión post votación que se realizó en la Capital Federal convocada por el ministro porteño Emilio Monzó, principal operador de la candidatura presidencial de Macri, los diputados bonaerenses que concurrieron no recibieron un reto o reprimenda por cómo habían facilitado el tratamiento de la reforma impositiva. Fue, en verdad, un tanteo del armador macrista para auscultar el estado de las cosas dentro de su esquema de representación legislativa provincial. Dicen que no se llevó buenas noticias del encuentro.
Mariano Pérez de Eulate
NA