La tensión entre sectores empresarios que empiezan a advertir el deterioro del modelo económico se sumó a la polémica política reflejada en cuestionamientos de Cristina Fernández a la forma de gestionar de Daniel Scioli en la provincia de Buenos Aires.
Las advertencias de sectores vinculados con las inmobiliarias cayeron muy mal en la presidenta, que hasta pidió informes a la AFIP sobre el broker que las había formulado, una decisión inédita durante su gestión. La Argentina ya siente a pleno los coletazos" —para usar palabras de la presidenta— de la crisis en los países desarrollados pero, a diferencia de lo que sostiene el gobierno, no todas las culpas de esta desaceleración provienen del exterior.
Al contrario, con una soja que supera los 600 dólares la tonelada, el viento de cola sigue soplando a pleno en favor de la Argentina, que sin embargo ve cómo sus sectores clave se siguen frenando: el sector inmobiliario está paralizado, el automotriz sufre un fuerte declive, las exportaciones atraviesan severos problemas y trabas, y el consumo tiende a desacelerarse.
Para algunos analistas, el país ya entró en recesión, pero lo que más preocupa es que la inflación no da signos de ceder y erosiona bolsillos y expectativas. El otro problema es el dólar, que a un precio oficial de 4,55 pesos no alcanza para todos los que lo demandan, y por eso hubo que prohibir su compra. El problema es que los cálculos de costos se hacen a un dólar paralelo de 6 pesos, y por eso la inflación se sigue disparando.
Incluso, la brecha entre el tipo de cambio oficial y el paralelo tiende a ampliarse y ya alcanza al 35 por ciento, demasiado amplia y riesgosa con el fin de servir de referencia para un mundo de los negocios en crisis. Salvo para turismo —con limitaciones— y otras operaciones, el valor real del dólar ronda los 6,15 pesos, y con ese nivel se calculan la mayoría de los costos en la Argentina.
Esta disparada de la divisa, provocada por el cepo cambiario, provocó que se evaporaran del sistema bancario casi 6.000 millones de dólares en apenas 8 meses. Esta baja en los depósitos en divisas achicó el crédito en dólares destinado al comercio exterior, otro factor que complica el escenario.
Una coyuntura difícil donde, otra vez, la cosecha de soja se convierte en salvavidas perpetuo de la economía argentina.
José Calero
NA