Cuando digo “no te quejes de lo que te pasa si lo dejas pasar”, debería aclarar que significa “dejar pasar”.
Por ejemplo, dejar pasar puede significar encogerse de hombros, o tal vez decir “no tengo alternativas, no depende de mi voluntad, lo que me acontece”.
También ser un cómodo y creer que los demás deben concebir la forma que yo mejore; para eso están en el Gobierno.
Imaginar que las cosas solas se van a arreglar, que el destino o la naturaleza no son perfectibles ni cambiantes.
O ser tan individualista que el escuchar otras opiniones significaría desmerecer su acendrada opinión y que la fragmentación de ideas y acciones, representa la verdadera democracia, craso e imperdonable error.
Lo que yo no veo, toco o escucho, no existe; por lo tanto, la realidad es mi realidad, la de los otros no consta.
¿Por qué afirmo todo esto? Porque hay soluciones. Lo que ocurre es que estas no son reconocidas, ya que salen de la línea que nos trazan desde hace dos mil años y somos tan imbéciles que nos dejamos cocinar a fuego lento, como lo hacen los sapos que son calentados hasta cocinarse; en ollas, eso sí, desde el agua fría.
También nos resulta en esa inocuidad mental que estamos catalogados y etiquetados como que somos un pueblo de vagos y ladrones, comunicado hasta en el dictamen de un ex presidente uruguayo, que después, ante la difusión que se dio a sus opiniones, se desdijo… lamentablemente.
Si me dijesen que lo que sucede es que se trata de una propuesta difícil de implementar, lo entendería; pero el negar la solución posible me resulta inadmisible y retrógrada, propia de incultos inadaptados que solamente contribuyen al dolce far niente.
Y si todavía sigo insistiendo en mi requerimiento es en función de algunos comentarios reconocidos inteligentes.
Alguien podría concluir que llamo “opiniones inteligentes” a aquellas que coinciden con mis ideales de superación en la liberación del corsé financiero que “dependiza” a las personas con papeles de colores, así como los indios fueron conquistados con espejitos de colores. La hipnosis colectiva devenida del dinero obnubila hasta las mentes más preclaras y los economistas contribuyen con sus falibles prognosis de lo que debería hacerse, generalmente todo lo contrario a lo que aconseja el razonamiento cognitivo criterioso.
Ya la realidad nos ha dado todas las muestras de lo que ocurre con el dinero, sobre todo en aquellos que somos dependientes de salarios, estipendios u otra forma de manifestación económica vasalla del que lo imprime.
Sigo sugiriendo a los lectores de Tribuna de Periodistas que tanto despotrican y vilipendian a las autoridades que ellos mismos han elegido, que se instruyan en las experiencias mundiales, de aquellos que no han “tirado la toalla”. Para eso pierdan un poco de sus preciados minutos, que en su mayoría utilizan para defenestrar a los que se disciplinan en el arte de averiguar, mas allá de su corta mirada.
Me pongo a disposición y les aclaro que no me siento un iluminado, simplemente un lector de lo que sucede fronteras afuera, mientras los invito a ver estos videos.
http://redglobaldetrueque.blogspot.com.ar/2012/08/el-espiritu-del-dinero-documental.html
http://mig76es.wordpress.com/2006/06/03/el-banco-wir-una-iniciativa-suiza-para-ayudar-a-las-pymes/
Si no lo hacen, y se siguen quejando, son merecedores absolutos del dedo medio publicitado por Jorge Lanata.
Walter A. Gazza
info@tarjetatei.com.ar