Con más emisión monetaria, menos bienes ofrecidos en el mercado y caída en la demanda de moneda, el cepo cambiario solo asegura pavimentar el camino hacia una inflación más aguda.
La famosa curva de Laffer fue diseñada para explicar que existe un punto a partir del cual un aumento en la alícuota del income tax en EE.UU. se traduce en menor recaudación, porque la gente sabe que si gana más el Estado le quitará una parte mayor de su ingreso y, por eso, trabajará más pero ganará menos.
Si bien la curva de Laffer fue pensada para el income tax de EE.UU., en alguna oportunidad que tuve que explicarla en clase, se me ocurrió aplicarla también para el impuesto inflacionario.
La idea es que la gente está dispuesta a pagar un determinado impuesto inflacionario, pero a partir de determinado punto trata de eludirlo huyendo de la moneda para refugiarse en otra moneda que mantenga su poder de compra o en bienes que la protejan de la inflación.
Si bien el gobierno niega la existencia de una inflación del 25% anual, como lo afirmó Cristina Fernández de Kirchner en su paso por las universidades de EE.UU., lo cierto es que ellos saben que hay una inflación mayor al 10% anual que informa el INDEC, y que la gente empieza a sentir el rigor del impuesto inflacionario. El miedo del gobierno es que la gente se refugie en el dólar para preservar el valor de sus ahorros y, por lo tanto, ha impuesto todas las prohibiciones posibles para que la gente se quede en pesos y de esta forma evitar que huya del dinero y suba el tipo de cambio, facilitándole el cobro del impuesto inflacionario.
Por ahora no lo ha conseguido a juzgar por la evolución del dólar marginal, pero la otra cuestión a considerar es si este cepo cambiario evitará que la inflación no se acelere porque el dólar oficial no sube.
En esta nota voy a tratar de mostrar que el cepo cambiario, que también el gobierno niega que exista, no solo no puede evitar que suba el dólar marginal, sino que probablemente acelere más el aumento de precios.
Para mostrar por qué puede acelerarse la suba de precios voy a utilizar el siguiente cuadro.
Tomemos primero el ejemplo 1 del cuadro de arriba. Supongamos que el circulante total de la economía es de 10.000 pesos. Ahora bien, la demanda de moneda, que es la cantidad de dinero que la gente guarda “por si acaso”, es dinero que no entra en circulación. Está emitido pero la gente lo tiene atesorado sin volcarlo a la compra de bienes y servicios. Es decir, no circula en el mercado, por lo tanto, la cantidad de dinero que realmente hay para transacciones son 8.000 pesos. Los 10.000 emitidos originalmente, menos los 2.000 que la gente atesora y se llama demanda de moneda.
Ahora supongamos que se producen 800 unidades de bienes. Si dividimos los 8.000 pesos que efectivamente están circulando para hacer transacciones por las 800 unidades de bienes que hay en oferta en el mercado, el precio promedio es de 8.
Pero supongamos que la gente empieza a percibir que la inflación se acelera. Va al supermercado y cada vez tiene que entregar más billetes por la misma cantidad de mercadería. Cuando la gente percibe que los aumentos de precios llegaron para quedarse huye del dinero y disminuye su demanda de moneda. En el cuadro 1 vemos que en el ejemplo 2 siguen estando los 10.000 pesos emitidos, pero la gente ya no atesora 2.000 por “si acaso” sino que atesora 1.000 pesos volcando los otros 1.000 pesos que antes atesoraba a la compra de bienes. Por lo tanto, ahora hay 9000 pesos destinados a transacciones, dinero que circula en la compra de bienes contra las mismas 800 unidades de bienes ofrecidas en el mercado. Si dividimos los 9.000 pesos para transacciones por las 800 unidades de bienes, el precio promedio de la economía es de 11,25.
Es decir, si bien el Banco Central no emitió moneda, la sola caída en la demanda de dinero genera un aumento de precios como puede verse en el ejemplo 2. Este ejemplo que acabo de dar sirve para que se entienda porqué es importante la demanda de moneda, algo que, infructuosamente el gobierno quiere imponer por la fuerza en el medio de una inflación del 25% de piso.
El gobierno cree que negando la inflación la gente no la percibe y, por lo tanto, no huirá de la moneda. Sin embargo la gente no se guía por el IPC del INDEC, si no que se guía por el changuito del supermercado y demás compras, y verifica que cada vez tiene que entregar más billetes por la misma cantidad de bienes o, incluso, por menor cantidad de bienes.
El problema se complica más si el Banco Central emite moneda y, además, disminuye la demanda de moneda. Veamos el ejemplo 3 del cuadro 1.
Supongamos que el Banco Central emitió 2.000 pesos más y, por lo tanto el circulante pasa a ser de 12.000 pesos. Pero, además, disminuye la demanda de moneda a 500 pesos porque la gente sabe que tiene que comprar antes que los precios suban. Si a los 12.000 pesos que hay emitidos le restamos 500 de atesoramiento quedan 11.500 pesos para transacciones. Si a esto le agregamos una economía que produce menos bienes y la oferta de bienes importados es menor porque se establecen restricciones a las importaciones, podemos tener una oferta de bienes de 700 unidades frente a 11.500 pesos para transacciones, por lo tanto, el precio promedio de la economía pasa a ser $ 16,43. Obsérvese que el Central emitió un 20% más de moneda pero los precios subieron un 46%. ¿Por qué si el Central emitió un 20% de moneda los precios subieron el 46%? Porque cayó la demanda de moneda y porque hay menos bienes en oferta en el mercado por las menores importaciones y la menor producción interna, al tiempo que el Central vuelca más billetes al mercado.
Esta es la dinámica inflacionaria que va a enfrentar el gobierno con el cepo cambiario ideado para cobrar el impuesto inflacionario más fácilmente.
Ante la inflación creciente la gente disminuye su demanda de moneda mientras el BCRA sigue emitiendo a tasas del 35 o 40 por ciento anual. Como además baja la oferta de bienes por falta de insumos y hay menos bienes importados ofrecidos en el mercado, se está arma la tormenta perfecta inflacionaria que es la combinación de tres tormentas: fuerte emisión monetaria, caída en la demanda de moneda y menos bienes ofrecidos en el mercado. Por eso es obvio esperar una aceleración de proceso inflacionario, lo cual llevará a un mayor deterioro del tipo de cambio real.
La gente no podrá acceder a dólares oficiales como reserva de valor, pero el que tiene que exportar tendrá serios problemas con el tipo de cambio real y el sector externo se les complicará cada vez más, porque el problema no es que faltan dólares, sino que la gente no confía en el peso, la inflación aumenta y el tipo de cambio real baja.
Es más, quienes producen y venden bienes tienen que pensar en el costo futuro de reposición de las mercaderías que venden. Supongamos una empresa que vende a 30 días un determinado bien a 100 pesos. Entrega la mercadería y cobra a los 30 días. ¿Los 100 pesos que cobrará le alcanzarán para reponer la misma cantidad de mercadería que entregó 30 días atrás? Aquí juegan las expectativas inflacionarias. Si el empresario estima una inflación muy baja pierde parte de su capital de trabajo porque con los 100 pesos que cobra no puede reponer su mercadería. ¿Qué hace entonces? Estima una inflación muy alta porque su opción es no vender pero quedarse con una mercadería que es reserva de valor. Es decir, prefiere no vender y refugiarse de la inflación a vender y perder su capital de trabajo, lo cual nos lleva a que no necesariamente la pesificación de facto lleva inevitablemente a una reactivación de la economía. Si los precios suben demasiado, a pesar de los gritos de Moreno, la gente no comprará y se irá al mercado marginal. Obvio que en este contexto los más perjudicados serán los sectores de menores ingresos que no tienen forma de defenderse de la inflación galopante.
En síntesis, con el cepo cambiario el gobierno no se asegura que la gente no se refugie en el dólar yendo al mercado marginal, pero sí se asegura que se acelere la inflación por menor demanda de moneda, más emisión monetaria y recesión.
Esto de pesificar la economía de prepo sin tener una verdadera moneda y sin la aprobación de la gente, implica pavimentar el camino hacia un proceso inflacionario más agudo que el que estamos viendo en este momento.
Roberto Cachanosky
Economía para Todos