Yo me eduqué en un Liceo Militar. Nunca me obligaron a cumplir una orden ilegítima ni a impartirla.
Nunca jamás me dijeron que hacer golpes de estado o desaparecer gente estaba bien, ni que hay que matar para hacerse respetar.
Me enseñaron a respetar el himno, la bandera, al presidente y la democracia.
Me enseñaron cómo comer en la mesa, cómo estar presentable, a lustrarme los zapatos, coser la ropa, tener el armario limpio y ordenado, a pedir permiso, a trabajar en equipo, a ser líder, a obedecer y luego a mandar, a usar el ejemplo como la mejor voz de mando, a ser leal, a respetar a todos, a no quejarme, a cederle el asiento a cualquier persona que suba al colectivo sin que te lo pida o te mire siquiera, a ser honesto. A asumir responsabilidades, a levantarme temprano, a creer en Dios, a respetar la tradición.
A mí nunca me dieron un arma y me dijeron “sos la juventud maravillosa" de este país y debes salvarlo matando gente... No. Me instruyeron gradual y progresivamente con un recelo permanente para manipularlas, de manera tal que en mi mente solo existe un motivo para ir a ellas: cuando la soberanía esté en peligro.
¿El contexto mundial? Si vemos como Brasil, Bolivia, Chile, Venezuela, Colombia, Perú y el resto del mundo se están armando hasta los dientes, nos dará nuevamente la pauta de que éste gobierno vive una realidad ajena al mundo, ajena a su continente y ajena a sus ciudadanos.
Siento mucha pena por lo que está sucediendo.
Damián Pérez
damian317@hotmail.com