Conforme surge de datos elaborados por el Banco Central, en los últimos 18 meses, alrededor del 33% de las casas de cambio cesaron sus actividades.
El hecho es más preocupante de lo que parece, ya que por interrelación de variables económicas existen daños colaterales, sin mencionar los costos sociales que trae aparejados.
Por un lado, el hecho produjo que cerca de 1.000 empleados perdieran su fuente de trabajo, por consiguiente, esto afecta la variable consumo.
Además, expone a trabajadores que de acuerdo a su edad y nivel de instrucción alcanzada, podrán o no conseguir trabajo nuevamente con mayor facilidad o luego de un tiempo prolongado, frente a lo cual, en el mejor de los casos, podrían intentar un emprendimiento por su cuenta.
Lo cierto es que en los tiempos que corren, parece arriesgado iniciar algo nuevo, sobre todo en rubros que no se manejan avezadamente.
Pero suponiendo que el emprendimiento sea exitoso, la política tributaria inherente al modelo económico vigente y la inflación, sin dudas se encargarán de que deje de serlo.
A la vez, el cierre de las entidades mencionadas, dejó muchos locales vacíos, que por su ubicación estratégica, generalmente en la city porteña, resultan poco rentables para otra actividad.
En ese caso, gran parte de sus propietarios, se enfrenta a serias dificultades para volverlos a alquilar o inclusive venderlos, ya que a esto se suma la crisis del sector inmobiliario. Y como puede advertirse fácilmente, la reducción de ingresos de los propietarios y el de las inmobiliarias, también afecta el consumo y consecuentemente, el ingreso de recursos fiscales al Estado.
Lo concreto es que a partir del cepo cambiario implementado por el Gobierno, tanto la comercialización de dólares como las operaciones vinculadas al oro, el giro de remesas y dividendos de empresas al exterior, se desplomaron aproximadamente un 85%.
Algunas entidades del rubro, resistiéndose a la extinción, sumaron nuevos servicios buscando la manera de vincularse al Gobierno mediante operaciones relacionadas con el comercio exterior, tales como la financiación anticipada de exportaciones.
Como se dijo más arriba, de la información brindada por el BCRA surge que hasta mediados de 2012, las casas de cambio habilitadas eran 35 con sus casi 70 puntos de venta, sin contar unas 25 agencias, quedando ahora menos del 70%.
Por último, cabe acotar que en muchos casos, estas entidades solicitaron al Central el cierre definitivo, pero el organismo solo les autorizó la suspensión provisoria, y en algunos casos, renovable.
Nidia Osimani
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