No son muchas las personas que viniendo de “afuera” se animan a adentrarse solas a una Villa. Lo sé, porque cuando llegué a la Villa 1-11-14, en 1995 para colaborar en el catecismo, muchos vecinos me lo hicieron saber, sorprendidos de que yo no conociera a nadie de la Villa. Y Entonces sucedió: eran las primeras comuniones de nuestra Parroquia Villera, Santa María Madre del Pueblo, por allá en 2007; y el pueblo se abarrotaba exultante en el patio lindero a la Iglesia.
Mientras tanto, observamos que un hombre de sobretodo negro, bajaba del colectivo en la Av. Perito Moreno, frente a la Parroquia, y entraba sólo al predio. Por la camisa con “alzacuello”, nos dimos cuenta de que era cura, y cuando saludó afectuosamente a nuestro párroco, el querido Padre Rodolfo Ricciardelli, supimos por él que era “el Padre Jorge”, es decir, el Cardenal Primado de la Argentina, Jorge Bergoglio, (hoy Francisco).
Todos nos quedamos sorprendidos. No conocíamos a ningún cardenal, y creíamos que ellos venían con chofer y custodios. Recuerdo con emoción las palabras cálidas a los niños, y cómo después nos fue llamando a los catequistas, uno por uno, preguntándonos nuestros nombres y hablándoles de nosotros a la multitud presente. Después, y para sorprendernos aún más, se quedó a comer guiso y torta frita, mientras bromeaba con nosotros y con toda la gente.
Nuestro Padre, Rodolfo Ricciardelli, no era un sacerdote más; fue un gran amigo del Padre Carlos Mugica, y era un hombre curtido, baleado por la dictadura militar del 76, acompañó en aquellos duros momentos a Emilio Mignone por todos lados (cuando pocos lo hacían) buscando a Mónica, su hija, catequista de nuestra Villa, y hoy desaparecida.
También estuvo en el avión con el General Perón en su regreso definitivo y, junto a él, en la casa de Gaspar Campos. Además, había traído el mensaje de los Obispos del Tercer Mundo a Nuestra Patria, y fue fundamental en la Fundación del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo.
De más está decir, que era un hombre de obrar y de palabras exactas; cariñoso con el pueblo villero pero que “medía” mucho a quienes venían de afuera. Pero ese día, el Padre Ricciardelli estaba feliz, por los niños, pero también, junto a ese Cardenal, al extremo sencillo, y muy “macanudo” con la gente. Si no, no lo habría invitado a comer; porque para él, podía venir quien quisiera, pero no se congraciaba con nadie, sólo con el pueblo villero y con quienes reconocía cómo “gente buena”.
En 2008, el Padre Ricciardelli falleció, y en el medio del dolor de la Villa, apareció nuevamente “El Padre Jorge” para despedirlo y acompañar el dolor de su todo su pueblo. Luego, volvió varias veces más.
Juan Manuel Duarte
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