La lógica más elemental dice que el aire de renovada fe que se volcó sobre la Argentina a partir del nombramiento de Jorge Bergoglio como Papa de la Iglesia Católica, no tiene forma de no incidir en este año electoral, el más importante desde 1983.
La enorme mayoría del arco político reaccionó positivamente porque, al cabo, solo se trataba de decir lo que había que decir y nada más. Fue el oficialismo el que, como ya es habitual, se puso en patética evidencia con sus actitudes iniciales. El rencor los puede, es sabido. Reaccionaron como demonio al que le tiran agua bendita.
Pero, a estas alturas, y aún antes de presenciar el encuentro de CFK con el Papa de Flores, la gran pregunta es, ¿cómo hará el kirchnerismo para capitalizar, en su favor, el papado de Francisco? Es probable que muestren que, de una u otra forma, han visto la luz. Y si esto ocurre, será realmente desopilante
El kirchnerismo devoto, para no ir a Devoto
Drásticas medidas barajan Zannini y Verbitsky ante el abrupto cambio de situación. El primer borrador de las mismas ha llegado a la redacción.
El tedeum del 25 de Mayo será en la ESMA y Máximo Kirchner oficiará de monaguillo, con Luis D´Elía a cargo de la sacristía.
Las hostias serán finas rodajas de chorizo y Hebe de Bonafini pasará la canasta, para recolectar fondos.
¿Se imagina uno a los militante K, que hasta hace 48 h insultaban a Dios por haberse llevado al comandante, cambiando el "compañero" por "hermano", y la botella de Quilmes por un Mistela?
Tendrán serios problemas para elegir su vestimenta. No pueden lucir los colores del Vaticano porque el amarillo ya se los primereó Macri. Sería "hacerle el juego a la derecha".
Por los subtes de la línea A andará Lubertino dejando estampitas del Papa en las rodillas de la gente, mientras Boudou y Cabandié cantan “Hosanna en los túneles”.
Sabatella conducirá, todas las noches, "Un momento de meditación" por Canal 13.
En su nuevo teleteatro de 30 millones, Andrea del Boca hará el papel de monja de clausura, y Luppi se flagelará pegándose a sí mismo.
Se filtrará otro video de Florencia Peña de rodillas, pero, esta vez, confesándose. Durará más que "Lo que el viento se llevó".
Felipe Solá y Alberto Fernández jurarán por la luz que los alumbra que nunca fueron kirchneristas. Portarán cirios pascuales.
6-7-8 pasará a llamarse 7-7-7 y lo conducirá el Obispo de Cardona, Víctor Hugo Morales.
Marcelo Araujo, desde Fútbol Para Todos, requerirá piedad para el linesmen que cobra mal un offside, y sugerirá cristiana resignación a los hinchas del equipo derrotado.
Maradona se postulará para el cargo de Arzobispo de Buenos Aires, y cambiará su tatuaje del Che Guevara por uno del Ekeko.
Votarán solamente los confesos y habrá camiones en las esquinas para tomar la primera comunión. Los menores de 12 años, bautizados, podrán igualmente votar.
Cristina Kirchner, finalmente, propondrá una reforma de la Constitución para convertir a la Argentina en una “democracia teocrática”; se hará llamar Santa Cristina de Tolosa y aprenderá a decir leading case, pero en latín.
A veces es conveniente tomar ciertas cosas con una dosis de humor.
Está claro que el Vaticano le ha proporcionado un problema inimaginable al kirchnerismo, y que es, probablemente, el mayor de todos los que han debido enfrentar.
Que el gobierno nacional haya reaccionado casi con asco al nombramiento del nuevo Papa no es algo que sorprenda a ningún argentino. Tan solo sorprende al mundo civilizado.
Desde esa irracionalidad que exhiben y profesan, todo lo absurdo que hemos escrito más arriba, perfectamente puede ser posible.
Son los Kirchner. Y están desesperados.
Fabián Ferrante
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