Estaba la señora parlanchina hablándoles a los de La Compota sobre la necesidad de combatir la pobreza, pero no mucho para que no voten a otros, mientras miraba de reojo el Rolex Datejust que le acababan de traer de una isla vecina, cuando entró medio temeroso Ánimal, un tipo que lo mandaban a decir las mayores barbaridades cada vez que había descontento en la isla. Ánimal entro y le dijo: “Mi excelentísima señora, el blue pasó los 8,05”.
“¿Cómo?”, dijo la señora parlanchina mientras se ponía su Rolex para lucirlo ante los de La Compota. “¿Cómo puede ser si cuando estaba a 7,20 Merche me dijo que era un problema estacional? Me dijo que como la gente se iba de vacaciones a otras islas estaban comprando blue, que por eso subía y que después iba a bajar. Que vengan Merche, Willy Dark y algún náufrago que seguro está especulando para desestabilizar mi gobierno y crear una cadena del desánimo”.
Llegaron Willy Dark, Merche y el náufrago. La señora parlanchina dijo: “Quiero una explicación sobre qué está pasando con el blue. No puede ser que acá especulen mientras hay pobreza”, mientras miraba la hora en su nuevo Rolex. “¿Quién está comprando? ¿Está Ud. especulando señor náufrago? Vos Merche me habías dicho que la suba del blue era estacional”.
Merche sacó un listado que tenía y dijo: “Yo tengo acá que Ánimal compró algunos blue la semana pasada”.
El náufrago lo miró a Ánimal y le preguntó: “¿y Ud. por qué compró dólares si dijo que todos teníamos que usar las hojas de palmera de la isla y no podíamos tener blue?” Ánimal, con mucha vehemencia le dijo: “¿y a Ud. que le importa? Compré algunos blue porque se me da la gana. ¿Qué le tengo que dar explicaciones a Ud.?” El náufrago le respondió: “Pero Ud. había dicho que era mal negocio tener blue y que todos teníamos que usar las hojas de palmera que manda al mercado Merche”. “Ud. no entiende nada de política”, dijo Ánimal. “Los que gobernamos esta isla tenemos que ir cada tanto a la isla vecina a adorar y apoyar al gobierno autoritario que tienen y para eso necesitamos blue. Además, como tenemos algunos enemigos en esta isla que se la pasan conspirando contra nosotros, mandamos algunos blue afuera por si un día la gente se cansa y nos corre a patadas. Después de tanto esfuerzo tenemos derechos a tener un exilio dorado”.
“¿Por qué necesitan blue para ir a la isla vecina?”, le preguntó el náufrago. “No se haga el tarado”, le dijo Ánimal, “Ud. sabe que en las islas vecinas no aceptan como moneda nuestras hojas de palmera que con tanto esmero emite Merche, y con tanta transparencia y patriotismo baja de las palmeras nuestro querido amigo Amado. Fíjese que desde que Merche regula el flujo de hojas al mercado, la producción de hojas de palmera está aumentando al 40% anual. Eso sí que se llama productividad y darle poder de compra a la gente”.
“Claro”, le dijo el náufrago, “mandan tantas hojas de palmera al mercado que ya no son un bien escaso y no tienen valor”. En ese momento saltó Willy Dark, y gritando le dijo al náufrago: “No empiece de nuevo con sus teorías monetaristas”.
La señora parlanchina dejó de admirar su nuevo Rólex y le dijo a Willy, “¿Vos el año pasado me habías dicho que de 5,5 el blue no pasaba?” Willy Dark le respondió: “Hice lo que pude. Mandé los perros que huelen los blue a seguir a todos los isleños, prohibimos que se importen bienes y se paguen con blue, a los que viajan a otra isla no les vendemos blue y si usan la libreta de crédito le cobramos más caro cuando tiene que pagar en hojas de palmera la cuenta en blue que tienen en sus libretas de crédito y, como si fuera poco, en su momento, mandé a algunos matones a intimidar a los que operan en el mercado del blue además de a la policía de la isla. Pero estos tipos son muy especuladores y antipatriotas que siguen prefiriendo el blue a las hojas de palmera que manda al mercado Merche. Si quiere le digo a Luisito que salga a repartir piñas y patadas por la isla a todos los isleños. Compren o no compren dólares”. “Noo”, dijo la señora parlanchina. “Cuando llegue el momento, en forma sutil mandamos a los de La Compota a hacer algún lío en una parte de la isla en nombre de la inseguridad y que rompan todo para distraer a la gente. Pero eso cuando llegue el momento”.
“Mire”, le dijo el náufrago a la señora parlanchina, “¿sabe qué pasa? Dado que Uds. confiscan todo lo que hay en la isla, son arbitrarios en sus medidas, no respetan la propiedad privada y emiten muchas hojas de palmeras, el resultado es que el precio del blue es alto porque faltan blue”.
“¿Cómo que faltan blue?”, dijo la señora parlanchina. “Claro”, le respondió el náufrago, “si Uds. dejaran que los que tienen ahorros puedan invertirlos sin ser confiscados, si no nos mataran con impuestos, si Willy Dark deja de molestar con sus regulaciones a los que producen, si permiten que el que trae blue de otra isla los pueda sacar cuando quiera, entonces, los náufragos traerán blue a la isla, aumentará la oferta y bajará el precio del blue”.
“No le entiendo”, dijo fastidiada la señora parlanchina. “Lo que le quiero explicar es que el precio del blue es alto porque hay poca oferta de blue”, insistió el náufrago. “El precio alto del blue es resultado de la baja oferta. Lo que Ud. tiene que conseguir es aumentar la oferta de blue”, le explicó el náufrago. “Uf”, dijo la señora parlanchina, “tráiganme una vaso de 2H con una O que tengo que tomar mi pastilla de las 5 de la tarde”, mientras volvía a mirar su nuevo Rolex. Como nadie sabía qué pedía todos se quedaron paralizados. “¿No saben qué es 2H con una O? ¡¡Agua, brutos!!”
“A ver si le entiendo”, le dijo la señora parlanchina al náufrago. “¿Lo que Ud. me está proponiendo es que los náufragos puedan disponer libremente del blue para que los traigan a la isla?” “Exacto. Nadie va a traer blue a la isla para que después no se los dejen sacar y llevarlos a otra isla o mandar sus utilidades a las islas vecinas si quieren. La mejor forma de que vengan los blue es asegurarles que pueden irse cuando quieran. Justo al revés de lo que Uds. están haciendo”, respondió el náufrago.
Para ser más persuasivo, el náufrago le preguntó a la señora parlanchina: “¿Ud. entraría solita en una cárcel de la que después no la van a dejar salir y encima le roban cuándo está adentro?” “Claro que no”, dijo la señora. “Y si me metiera distraída en esa cárcel buscaría la forma de escaparme”. “Bueno, con el blue pasa lo mismo”, afirmó el náufrago. “Nadie va a traer un blue para después no poder sacarlo. Y si Ud. pone trabas y le roba a la gente con impuestos, la gente busca la forma de escapar a esas trabas y del robo impositivo. Cuánto más duras sean las condiciones de la cárcel, más gente va a querer fugarse. Eso es lo que pasa con el blue. Cuánto más restricciones, regulaciones, expropiaciones y atropellos haya en esta isla, más gente va a querer sacar los blue de la isla”.
“Pero si hacemos eso todos van a sacarse de encima las hojas de palmera porque nadie las va a querer usar. Van a preferir el blue”. “Y claro”, dijo el náufrago, hace muchos años, un inglés llamado Thomas Gresham observó que la mala moneda desplaza del mercado a la buena moneda, porque todos quieren guardar la buena moneda para ahorrar y entregar la de mala calidad en sus transacciones. Es lo que se conoce como huida del dinero”.
Cuando escuchó lo del inglés, la señora parlanchina saltó y dijo: “No me venga con ese inglés que seguro fue el que organizó un referéndum en la isla vecina para que nosotros no los gobernemos. Les ofrecimos partidos de cocos al pie para todos, libretas WillyDarkCard para comprar en los almacenes, seguridad para todos y hasta merluzas para todos y son tan ingratos que no quisieron que los gobernemos”.
“Pero volvamos a su punto. Ud. me dice que para bajar el precio del blue hay que dejar que aumente la oferta del blue. Y para eso tenemos que destruir todas las trabas que inventó Willy Dark. Es decir, Ud. está en contra del modelo”.
“Lo que yo le digo”, insistió el náufrago, “es que si Uds. cambian las reglas de gobernar en la isla y generan seguridad jurídica, respetan los derechos de propiedad, no nos matan con impuestos y Willy Dark nos deja trabajar en paz, vuelven los blue. Si además, Merche deja de mandar hojas de palmera al mercado y se ocupa de preservar el valor de las hojas de palmera, va a ver Ud. cómo baja el precio del blue y para la inflación”.
“¿Sabe qué pasa señor náufrago?”, dijo la señora parlanchina, “Ud. no entiende nada de economía y menos de política. Si Merche no manda tantas hojas de palmera al mercado, yo no puedo pagar los gastos de mantener esta isla. Es decir, bancar a los de La Compota, regalarles choricocos a los que vienen a aplaudirme cuando hago mis discursos, regalarle plata a la gente para que no trabaje y así me vote. ¿Se da cuenta que si hago lo que Ud. dice la gente no va a depender más de mí y yo pierdo el control político de la isla? Lo que Ud. propone es un ajuste salvaje para desestabilizarme políticamente dentro de la isla. Quiere que la gente sea libre y no depende de mí para vivir. Diga que no podemos imprimir blue, sino sería muy fácil resolver el problema”.
“¿Y si imprimimos blue señora?” Le preguntó Ánimal. “A ver, llamen al encargado de destrucción de las relaciones con otras islas”. Llegó el encargado de hacer papelones en todos los archipiélagos a la reunión y la señora parlanchina le preguntó: “Decime, ¿quién imprime los blue? ¿Dónde se imprimen? ¿En Jarvard?” “No señora, los imprime una institución que se llama Reserva Federal del Norte”. “Bueno”, dijo la señora parlanchina, “preguntale si podemos tener la franchasing de emitir blue. Decile que de la impresión de los blue se va a encargar Amado que tiene experiencia en eso temas. Es más, mostrale su curriculum para impresionarlos”. “Señora”, le dijo el encargado de destruir relaciones con otras islas, “ellos ya saben quién es. Yo, anticipándome a su genial idea, me contacté con esos tipos y me dijeron que más que un curriculum, Amado tenía un prontuario. No quieren”. “¿Pero no les ofreciste el 15 por cada billete que haga Amado?” “Sí señora, y me pegaron una patada que me hizo llegar a la isla de vuelta sin usar la balsa oficial”.
“Bueno, acá no vamos a eliminar las geniales ideas de Willy Dark porque la economía hay que manejarla a las trompadas. Eso es lo que dicen la nueva economía, así que señor náufrago, váyase que con mis colaboradores vamos a encontrar una solución a este problema del blue”.
El náufrago se fue y todos se quedaron pensando, mientras la señora seguía mirando su nuevo Rolex. De golpe Willy Dark dijo: “Por lo que le escuché del náufrago, estos estúpidos de la isla creen en la ley de la oferta y la demanda. Nos dijo que para que baje el blue tenía que haber más oferta de blue y menos de palmeras, eso nos demuestra que sigue aferrados a viejos sistemas económicos y no tienen idea del nuevo modelo que Ud., excelentísima señora, quiere establecer para eliminar la pobreza. Así que tenemos que ver cómo les sacamos de la cabeza esa estúpida idea de la ley de la oferta y la demanda”.
“Mirá Willy”, le dijo la señora parlanchina a Willy, “me acabás de dar una gran idea. Vos sabés que yo soy una exitosa en temas legales y ahora soy exitosa en administrar esta isla, así que es muy fácil de resolver esta manía de la gente de seguir creyendo en la ley de la oferta y la demanda”. Al decir tan convencida que tenía la solución, los de La Compota empezaron a cantar alabanzas a la señora parlanchina mientras todos la aplaudían.
“Gracias, gracias”, dijo la señora con un gesto de falsa modestia. “¿Saben qué vamos a hacer para terminar este problema que tiene que ver con esa ley de la oferta y la demanda? Voy a firmar un decreto de urgente necesidad por el cual derogo la ley de la oferta y la demanda”.
“Genia, ídola, la señora parlanchina for ever”, gritaban los de La Compota.
“Ya mismo me traen papel y lápiz y firmó el decreto para derogar la ley de la oferta y la demanda. Van a ver cómo el blue baja mañana mismo. Y si a los isleños no les gusta que derogue la ley de la oferta y la demanda, que hagan un partido político, que ganen las elecciones y restituyan la ley de la oferta y la demanda. Estos inútiles no saben que con una exitosa en leyes no se puede competir en temas legales como este de la ley de la oferta y la demanda”.