La persona que aportó las fotos que probarían un supuesto traslado de dinero de Lázaro Báez desde su casa hacia un destino incierto en cajas fuertes, valijas, y bolsas de consorcio había pedido reserva de identidad, protección para su familia. Que no lo entreguen.
¿Por qué decidió el ex testigo reservado y ahora archiconocido Sergio Triviño ventilar un hecho que incrimina a quien fue su patrón durante diez años y para quien construyó las bóvedas que hoy desaparecieron?
¿Búsqueda de la verdad? ¿Justicia por mano propia? ¿Vendetta personal? ¿Recompensa por entregar la cabeza del hombre señalado como el emblema de la corrupción K? Cualquiera de estas y otras tantas razones pudieron haber disparado la conducta de Triviño.
Poco importan ya las razones que lo movilizaron, sino las consecuencias de sus actos. Para Lázaro y sus mentores, pero sobre todo para el propio Triviño quien ya recibió señales del poder que le hicieron sentir que había dado un golpe muy grande.
¿Con quién o quienes pactó el informante la entrega de los testimonios a cambio del más absoluto anonimato?
La denuncia ante la Justicia fue presentada por la diputada Elisa Carrió quien en el texto solicitó expresamente cuidar al testigo.
Jorge Lanata reveló la primicia por TN ante los periodistas Santo Biasatti y Laura Santillán, y fue cauto en no mencionar el nombre de quien suministró “unas 25o fotografías” que están en manos de la Justicia.
Sin embargo, unos minutos más tarde Clarín publicaba el nombre del testigo, y el diario Perfil publicaba una foto “extraída del 'face' del autor”, según el diario digital.
Clarín asegura que la publicación del nombre del informante fue un “seguro de vida” porque de ese modo el Juez Casanello y el Fiscal Marijuán iban a disponer custodia policial inmediata. ”Incluso entregaron su foto para que sea conocido y nadie tome represalias contra él” publicó Clarín, y como si fuera poco el mismo Triviño se fotografió frente a un espejo “de Lázaro” según él.
No se explica entonces porqué Sergio Triviño por estas horas está tan asustado, y jura que él no quería ser un hombre público, bajo sospecha, amenazado, entregado.