Negar la realidad. Un rasgo del kirchnerismo puro y por qué no, un rasgo de argentinidad de las últimas décadas. Tal vez sea un modo de explicar por qué siempre descubrimos después de muchos años que nos metieron la mano en el bolsillo y mucho más. Como si la forma de procesar los hechos tuviese un retraso enfermizo en dónde opera esta negación como mecanismo psicológico de defensa. Carlos Menem, el ex – presidente, hablando de la estratósfera, generaba dudas. Hoy da risa.
Kirchner se para en frente de una bóveda y sonríe. Termina siendo, viendo sus viejos archivos, una caricatura grotesca de él mismo, aludiendo a los fondos públicos como propios. No da risa. Impresiona. El paso del tiempo es una marca indeleble y los argentinos perciben los errores, lamentablemente, demasiado tarde. Las consecuencias. Los nuevos ladrones de la corona.
Ver una fotografía vieja a veces impacta, es natural. Lo que extrañamos, lo que ya no está, lo que no tenemos. La foto de Argentina 2013, mientras matan a los Qom en Formosa y Chaco, es como una película con final incierto pero deja la sensación amarga que todo lo que se perdió jamás se recupera. Las vidas y la posibilidad histórica de encausar un país destruido por años de neoliberalismo y dictaduras. El 2001 es otra foto que volvió a la mente de los argentinos cuando se vieron los saqueos nuevamente a finales de 2012. La sensación es horrible: que no se avanza, estar siempre en el mismo lugar, como un mal sueño en dónde no se puede subir una escalera, por más que lo intentemos, parece en vano. La foto de la época menemista emerge como un festival de corrupción. Las privatizaciones de las empresas públicas, la venta ilegal de armas, el horror de la AMIA y la Embajada de Israel, entre otros trágicos y conocidos episodios.
¿Dejamos que todo pase? ¿Por qué? ¿Hay señales para saberlo? Sí que las hay. Es lo preocupante. La foto de Horacio Verbistky, el periodista y ex montonero, cambió de forma sideral. Su libro “Robo para la corona” anticipó en 1992 la vorágine de negociados de Menem y sus secuaces. Corrían los ´90 y el libro se leía, por qué no decirlo, en las playas brasileras, cuando vacacionar al país carioca parecía muy accesible. ¿Qué cambió?
Horacio Verbistky hoy defiende la corona, aunque sea otra. Sin embargo, su aporte fue invaluable aunque no encontró una sociedad receptiva para entender la corrupción: Menem fue reelegido y se quedó hasta 1999. Fernando De La Rua llegó con la premisa de transparentar la democracia y esto, claro, no ocurrió. Cuando Mario Pontaquarto, durante su gestión, denunció las coimas en el Senado de la Nación fue tratado de loco y estuvo al borde del suicidio.
El hecho sigue en proceso judicial con bajas chances de esclarecerse. Cuando asumió Néstor Kirchner, algunos periodistas desnudaron de forma temprana el pasado oscuro como Gobernador de Santa Cruz, en dónde puso de rodillas a la Justicia y formó un imperio económico siendo amo y señor de la provincia del sur. No era alentador. Era 2003, un país en post crisis que necesitaba creer, en lo que sea, había que creer que alguien bueno existía.
La Diputada Nacional Elisa Carrió obtuvo un revés electoral demoledor en 2011 pero sin dudas algo de lo que siempre dijo tenía asidero. Al menos con Lázaro Báez. En 2004 investigó el manejo turbio del empresario kirchnerista en la obra pública. El presunto socio de Néstor Kirchner, acorralado por las denuncias, muestra su casa pese a la negativa de sus abogados, hecho que jamás hubiesen imaginado los habitantes de Santa Cruz. La decadencia opera como señal de lo que se viene a futuro. El nuevo robo para la corona tiene sus protagonistas y no hace falta decir quiénes son. ¿Nos estamos dando cuenta? Pasaron 10 años...
Cuando a un militante de La Cámpora le pregunté si se habían gastado 20 millones de pesos para el próximo festejo del 25 de Mayo, me respondió con otra pregunta: “¿por qué siempre buscás esos datos?” y que “no tenía tiempo para eso”. No creo que sea el caso aplicable a la frase del mítico John Lennon: “La vida es aquello que te pasa mientras estás ocupado haciendo otros planes”. De todas formas, no dejemos que la vida pase como si nada mientras los que nos gobiernan se hacen inmensamente ricos.
Sebastián Turtora
Seguir a @sebiturtora