Es patético ver a los medios financiados por la Casa Rosada tratando de prolongar todo lo posible el morbo en torno a la adolescente asesinada en Palermo hace diez días.
Cada vez que resultó golpeado, el kirchnerismo reaccionó de la misma manera: al no poder contestar las críticas sobre su corrupción o ineficiencia, recurrió a azuzar las usinas que difunden "cortinas de humo".
La primera vez que los vi plenamente en acción fue tras el blumberazo post Semana Santa del 2004.
El ex presidente Kirchner se había jugado buena parte de sus fichas a la recuperación del predio de la ESMA —donde se iba a construir un súper Museo de la Memoria que hoy seguimos esperando— pero descubrió, pocas horas más tarde, que cientos de miles de argentinos marchaban hacia el Congreso de la Nación para pedir que se tomaran medidas contra los secuestros y la inseguridad.
Afectado por el impacto (al punto que casi muere en El Calafate ese mismo fin de semana), Néstor alcanzó a generar su primera gran maniobra de distracción.
Como movilero de un canal de televisión, me pidieron por entonces que vaya de inmediato hasta la casa del animador de TV Silvio Soldán, quién quedaría detenido el día posterior a la monumental concentración propiciada por el padre de Axel Blumberg.
El ex de Silvia Suller no podía creer lo que le contábamos: "Te vienen a detener", le comentamos los más de diez periodistas que nos habíamos concentrado frente a su casa. "Es imposible", trataba de desmentirnos el locutor.
"Ayer estuve con el juez y estaba todo bien. Tengo que volver el mes próximo", alcanzaba a balbucear mientras de fondo ya se escuchaban las sirenas de la policía que llegaban hasta su morada para "hacer justicia".
Los K habían logrado cambiar el eje en sólo 24 horas.
El Congreso trabajaba horas extras a destajo para sacar las leyes que pedía el falso ingeniero mientras que la prensa se tiraba con voracidad sobre la humanidad del conductor de Grandes Valores del Tango.
El ex ministro de Justicia, Gustavo Béliz, hablaba por entonces de “la más enorme reforma judicial” que se había pergeñado en la historia argentina. Nada de esto se llevó a la práctica. Ni el juicio por jurados, ni la creación del FBI argentino, ni las tropas de elite integradas por las fuerzas de seguridad, ni el mapa del delito.
La creación de la boleta única para terminar con las listas sábanas. Nada de nada.
A lo largo de una década, los patagónicos recurrieron a nada menos que un centenar de cortinas de humo similares, para mudar las prioridades de las redacciones argentinas.
Repasemos todos los temas que se anunciaron y luego fracasaron estrepitosamente:
1) Ante la falta de créditos hipotecarios y el elevado costo de los alquileres, inventaron el "plan inquilinos" para que todos y todas pudiéramos comprar una unidad habitacional en cuotas, pagando el equivalente a un contrato mensual.
2) Ante las críticas de la Corte Suprema de Justicia, que denunciaba que "llovía droga en la provincia de Salta", anunciaron el "Plan escudo norte", con la supuesta puesta en marcha de radares, helicópteros, aviones de intercepción y la movilización de cientos de efectivos de Gendarmería y Prefectura.
3) Ante la falta de fluido en invierno y los recurrentes cortes de energía, anunciaron más de una decena de veces (con proceso licitatorio y adjudicación al grupo Techint incluida) el llamado Gasoducto del Noreste, para llevar el vital insumo a las cuatro provincias que al día de hoy tienen un cien por cien de consumo de gas en garrafa (Misiones, Corrientes, Formosa y Chaco).
4) Ante las crisis habitacionales más severas, como las del Indoamericano, a fines del 2010, anunciaron planes de todo tipo para dar viviendas. En la práctica, construyeron menos casas que el menemismo en una década (apenas 350.000) y muchas menos que Juan Perón, cuando los argentinos eran apenas 16 millones de habitantes (el creador del justicialismo hizo más de medio millón en diez años de gobierno).
5) Ante los desastres reiterados en el ferrocarril Sarmiento, anunciaron en más de doce ocasiones el soterramiento del mismo entre Caballito y Moreno y, ante las frecuentes crisis de infraestructura ferroviaria, vaticinaron trenes de Retiro a Avellaneda; subtes de Plaza de Mayo a Retiro; trenes de Alta Velocidad de Ezeiza a Capital Federal; trenes balas a Mendoza, Córdoba, Rosario y Mar del Plata; reapertura de los talleres ferroviarios de todo el país; el retorno del Gran Capitán desde Chacarita a Misiones; el tren de los Pueblos Libres al Uruguay. La vuelta del Tren a las Nubes hasta el país trasandino. El ferrocarril que iría desde Mendoza hasta Santiago de Chile. Nada de esto hoy en día funciona. El cordón ferroviario de Rosario, para unir 50 km de puertos de ultramar, también fue puro delirio. Ni qué hablar de la locura de construir un subte en Córdoba o del pomposo “tren transpatagónico-biocéanico”.
6) Ante la favelización constante de las grandes urbes del país lanzaron el plan para urbanizar y erradicar mil villas de emergencia del conurbano. Nada de esto pasó y los asentamientos no paran de crecer, en extensión y altura, año tras año.
El Gran Buenos Aires carece de cloacas casi en un cincuenta por ciento, existiendo distritos como José C Paz y Malvinas Argentinas donde el déficit es superior al noventa por ciento de las construcciones.
7) Ante tragedias como la del Colegio Ecos, prometieron hacer autovía la fatídica ruta nacional número 11, pero también incumplieron compromisos como los de las autovías sobre la 22 y 23, en Río Negro; la 33 y la 34, en Santa Fe, la autopista Córdoba Río Cuarto; autovías múltiples sobre las rutas nacionales 8 (hasta Pergamino) o 9 (hasta Salta), 3 (en Chubut y Santa Cruz). La autovía a Tandil y la autovía General Perón como gran circunvalación del conurbano fueron pura ilusión. La autovía Paraná, Concordia, para unir el Río Uruguay con el Paraná, nunca comenzó. Tampoco concretaron ninguno de los puentes o pasos fronterizos que juraron construir: Pircas Negras (La Rioja) y Aguas Negras (San Juan) a Chile. El puente Reconquista Goya, sobre el Paraná, sigue brillando por su ausencia.
8) También recurrieron, ante cada colapso del sistema energético, a grandes actos para anunciar nuevas centrales hidroeléctricas como las de Garabí, en Misiones, Chihuidos, en Neuquén o Barrancosa-Condor Cliff, en Santa Cruz.
9) Ante la imposibilidad de ordenar el caótico tránsito porteño, saltaron a la tapa de los diarios proyectos que jamás se materializaron.
El cuarto carril de la avenida General Paz, el soterramiento de la avenida 9 de Julio; la autopista de la costa sobre el eje Huergo Madero.
10) Para no extendernos hasta el infinito, un mero repaso por las 100 cortinas de humo K que supimos padecer.
-Los 20 mil millones de dólares que llegarían desde China.
-Los 20 hospitales a construir con las retenciones a la soja.
-El submarino nuclear de Nilda Garré.
-Las conferencias de prensa presidenciales cada quince días.
-El traje a rayas para los evasores de impuestos.
-La siempre inminente normalización del Indec y el nuevo índice de medición de costo de vida.
-La reforma financiera para grabar esta renta anunciada con bombos y platillos por el hoy diputado nacional Carlos Heller.
-La tarjeta para hacer transparentes los planes sociales de modo de que se conociera toda la información sobre sus beneficiarios.
-La promesa de reconocimiento a la Central de Trabajadores Argentinos (CTA).
-Los grandes parques de energía eólica.
-Las heladeras, autos 0 Km, bicicletas, plasmas y electrodomésticos para todos.
-La carne porcina, milanesas y merluzas para todos.
-La Ropa para Todos.
Resumiendo: el kirchnerismo va a pasar a la historia como el más impresionante aparato de distracción pública que jamás haya existido en la Argentina.
Aunque parezca terminado, sigue sacando de su chistera un conejo tras otro, gracias a la increíble falta de memoria del común de la gente y la impresionante corrupción de los medios de comunicación y seudo periodistas que colaboran con este maquiavélico juego.
Marcelo López Masia