Es evidente que la especie humana se está degenerando cada vez más marcadamente. Al no existir una selección natural, la humanidad se está cargando de genes negativos.
El proceso de las mutaciones genéticas es ciego y la acumulación de genes letales es continua y de funestas consecuencias para el Homo.
El avance de la medicina, si bien digno de alabanza y admiración por una parte, es por otra el causante del estancamiento selectivo.
Durante los largos periodos de vida primitiva, la “raza humana” se depuraba sola. El promedio de vida era corto, pero los individuos que quedaban seleccionados eran excelentes reproductores que permitieron continuar adelante al género Homo.
La estrechez pelviana de la mujer, por ejemplo, era un factor de corte de la reproducción. Al no poder ser expulsada la criatura gestada, ésta moría y a veces incluso también la madre. Luego este defecto no se heredaba hasta el grado de peligrosidad para la especie humana pero... ¡el horror clama a gritos! Aunque algunos hombres pueden ser portadores de genes negativos cuyo fenotipo puede reaparecer en las mujeres descendientes, de todos modos siempre se cortaba la descendencia de madres defectuosas en grado sumo. De ahí entonces que la estrechez pélvica habrá sido sin duda un fenómeno más raro en el pasado.
Hoy, gracias a la técnica de la cesárea es posible extraer a la criatura, pero los genes de la madre continúan así activos en la descendencia.
Lo mismo podemos decir de los defectos cardiacos “programados” en el código genético, corregidos por la cirugía o atemperados por medicamentos que el enfermo debe tomar de por vida y cuya existencia ya no transcurre en la normalidad de las personas carentes de de estas anomalías.
Igualmente ocurre con los hipertensos, gotosos, diabéticos, esquizofrénicos, daltónicos, hipercolesterolémicos, deficientes del sistema inmunológico, predispuestos a los tumores malignos, homosexuales y criminales. (En estos dos últimos casos se ha comprobado que el hermano gemelo genéticamente idéntico de un homosexual, casi siempre presenta la misma tendencia igual que un hermano gemelo de un criminal presenta predisposición al crimen.
La cirugía corrige, las medicinas atemperan las dolencias, pero los males se continúan heredando, acumulando en el ADN y esparciéndose cada vez en mayor número de personas, y… al fin y al cabo creando infelicidad.
Por su parte, el grado de inteligencia tampoco se incrementa en una sociedad global que está arribando rápidamente a una miscelánea genética completa. Ya no podrá haber razas superiores y todo tiende hacia un término medio. Esto es debido al perfeccionamiento y rapidez de los medios de transporte, al incremento del turismo, viajes de negocios, emigración, etc., que facilitan el contacto macho-hembra de diferentes razas y pueblos.
Pronto el índice intelectual del terráqueo será mediocre porque los genes responsables del genio se hallarán diluidos en la masa poblacional del Globo quizás con carácter recesivo de penetración incompleta, atemperados o eclipsados en sus efectos por otros genes dominantes (según la jerga genética de moda).
El panorama del futuro es realmente estremecedor en el aspecto genético.
Si no existen vaso sanguíneo, ni pelo, ni órgano, ni célula alguna no heredables; ni el tamaño del individuo, ni su capacidad física e intelectual, ni su tendencia a determinado comportamiento, ni su redisposición al vicio (alcoholismo, por ejemplo), ni su longevidad, etc., ¿qué será entonces de las futuras generaciones de una humanidad a la deriva y “homogeneizada”?
¿Dolientes individuos dependientes de las correctoras intervenciones quirúrgicas, de los sostenedores medicamentos administrados de por vida, de transplantes de órganos? ¿Y otros, mientras tanto, confinados a las casas de salud mental y hospitales? ¿Un pulular cada vez mayor de contrahechos, oligofrénicos, sicópatas, delincuentes, homosexuales, es la lamentable perspectiva de un futuro para el hombre que prefiere aferrarse al sentimiento antes que a la razón? ¿Sentimientos de lástima por quien? ¿Por el futuro ser desdichado destinado a aparecer por determinación de unos progenitores genéticamente defectuosos, o piedad por los ya existentes que tienden a perpetuarse, cuya procreación se pretende cortar para que no haya más descendientes que hereden su tara?
Creo que ésta es una cuestión de lógica pura. Aunque nuestra lógica sea relativa, no cabe aquí algo más allá, ilusorio, que esté por encima de todo y se justifique este calamitoso estado de cosas en el orbe, puesto que ya vemos, los ateos, que ninguna especie de ser supremo puede existir.
Solo quedamos nosotros, con nuestra lógica, con nuestra forma antrópica de razonar, y nuestra Ciencia alejada años luz de todas las pseudociencias habidas y por haber.
Debemos sacar partido de esto.
¿Qué es lo que se puede hacer para aliviar esta situación?
¡Así como se hace con los animales de criadero para obtener los mejores ejemplares, es imprescindible aplicar la eugenesia para depurar la especie humana!
Por supuesto que no de modo drástico y cruento, eliminando de la existencia a todo individuo inepto para dejar la mejor descendencia, sino mediante la esterilización incruenta de toda persona con taras hereditarias.
La pretensión de aplicar semejante método, sin duda va a traer consecuentemente pertinaces y “lógicas” resistencias, tanto de parte de los propios afectados, como desde el ámbito de los dogmatismos. Pero todo es cuestión de concienciar al mundo de los beneficios de la eugenesia. ¿O qué es preferible? ¿Qué el planeta se continúe llenando de seres infelices o que se sometan a un sacrificio los ineptos para depurar a la humanidad y permitir a todo ser humano lanzado a la existencia que viva sano, inteligente, ético por excelencia, con todas las oportunidades de realizase en la vida?
Creo que los irracionales sentimientos deben quedar a un lado en esta materia.
¿Es todo esta “locura” para muchos, tan sólo una cuestión de concientización (valga el término)? Ya lo creo que sí. Tenemos un ejemplo: El hecho de obligar a los jóvenes a alistarse en el servicio militar para aprender a defender su patria, aceptado por todos sin hesitar ¿no es un caso de concienciar? Podría ser distinto. Sin embargo, se acepta sin ambages la posibilidad de una guerra, a matar o. morir. ¡Nada menos!
La eugenesia en cambio, no pide semejante sacrificio, no exige luchar hasta la muerte, ni matar sin asco el enemigo (en otras circunstancias, ¡su mejor amigo!). Pide el sacrificio de renunciar a engendrar hijos con varias posibilidades de ser infelices toda su vida.
No se trata, por supuesto, de convencer tan sólo a los tarados mentales que se dejen esterilizar, sino a personas lúcidas que no obstante poseen taras hereditarias.
¿Es preferible hacerle caso al corazoncito de la pareja genéticamente mal equipada, que también se siente “con todo el derecho del mundo”, de lanzar hijos hacia la existencia, aunque la Ciencia les advierta de que existe una esquizofrenia o una posibilidad de ceguera de por medio?
El pretendido “derecho a nacer” por decisión de una pareja, cae en el absurdo ante las posibilidades de que el futuro individuo sea ¡un infeliz!
¿Más quién podrá juzgar estas posibilidades? ¿El estadista o el consejo genético? Por supuesto que un tema tan delicado sólo puede estar en manos de científicos.
Feyerabend (filósofo estadounidense) estaba totalmente equivocado cuando pretendía que las decisiones sobre las investigaciones científicas las deben tomar los ciudadanos, nunca los expertos.
Es muy difícil, por cierto, eliminar todos los genes negativos que cual lastre aquejan al género humano, porque se trata de una “especie” que se reproduce muy lentamente comparada con otros animales, pero depende de la intensidad con que se encare el problema.
Lo ideal sería seleccionar las mejores parejas para la procreación como ya lo aconsejaba Platón en su libro República, pero esto es imposible dada la índole humana y la creencia en el libre albedrío.
Sin embargo, es necesario dejar para la procreación únicamente a los individuos más inteligentes, sanos, robustos, esbeltos, bellos, longevos, no proclives a vicio alguno, a la agresividad, etc., de todas las razas y esterilizar a todos aquellos que poseen algún defecto heredable o son portadores de genes indeseables dominantes o recesivos que puedan manifestar fenotípicamente alguna vez, según estudios genealógicos, aunque así la población mundial disminuya notablemente.
¿Esterilizados en qué forma? De modo incruento y con su consentimiento, por supuesto.
De este modo los hospitales, manicomios, cotolengos, asimismo los hogares y la calle se verían menos poblados de desdichados de toda especie.
Ladislao Vadas