Los cambios de gabinete decididos por la presidenta Cristina Kirchner reflejan que, más allá de lo que repiten sus funcionarios, la economía argentina marcha mal y tiene inconsistencias profundas, a tal punto que necesita renovar casi todo el equipo económico para tratar de corregirlas.
La gran pregunta es si alcanzará con estas modificaciones para dar una señal a los inversores de que pueden traer sus divisas al país, o el problema de fondo es que se cometieron errores gravísimos que no hicieron más que complicar lo que ya estaba difícil.
La señal más contundente de que la economía marcha mal fue la decisión de echar a la titular del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont, defensora a ultranza de la heterodoxia, que con una emisión monetaria récord terminó de recalentar la plaza financiera y no supo encontrar alternativas al cepo cambiario.
La restricción cambiaria tal vez termine siendo, a la luz de la historia, la medida más equivocada que marque a fuego los últimos dos años de mandato de la presidenta.
"Con el dólar no se jode", repetía el extinto Néstor Kirchner, quien seguramente hubiese sacado corriendo a cualquier funcionario que le llevara la idea de decirles a los argentinos que no podían proteger su patrimonio volcándose al dólar, por lo que quedaban a tiro de devaluación.
El nombramiento de Axel Kicillof al frente del Palacio de Hacienda genera un interrogante sobre el rumbo que adoptará el gobierno respecto del dólar. Kicillof sería partidario del desdoblamiento del mercado cambiario, por lo que el gobierno podría avanzar en ese sentido.
La partida de Hernán Lorenzino del Palacio de Hacienda impacta en la línea de flotación del vicepresidente Amado Boudou, y también sería una reprimenda por algunos manejos poco claros que investiga la Justicia.
Igual, Lorenzino tendrá el premio consuelo de ir de embajador ante la Unión Europea y manejará la Unidad Ejecutora de la reestructuración de la deuda: se le exigirá cerrar el acuerdo con el Club de París y terminar con los juicios de los fondos buitre.
Nombrar a Juan Carlos Fábrega como presidente del Banco Central refleja la confianza que el funcionario —que hizo toda su carrera en el Nación, de cadete a presidente— se ganó de parte de la presidenta, pero hay dudas en los mercados sobre si tiene el perfil adecuado, aunque cae mejor que Marcó del Pont, una economista con débiles pergaminos.
La salida sin pena ni gloria de Norberto Yauhar estaba cantada, ya que el funcionario había puesto toda la maquinaria de propaganda de su cartera para financiar la campaña electoral en Chubut, donde sin embargo fue categóricamente derrotado.
Con estos cambios, queda claro que para la presidenta el magro desempeño económico fue la razón principal de la pérdida de millones de votos en las últimas elecciones.
A tal punto que también eligió a un hombre muy vinculado a la economía para ser jefe de Gabinete, como es el gobernador del Chaco, Jorge Capitanich.
Pero por más que cambie los nombres, Cristina tal vez deba entender que si no soluciona los problemas económicos que funcionarios controversiales como Guillermo Moreno y Lucila Colombo se empeñan en negar, el futuro lucirá cada vez más complicado.