Tiene miedo, mejor dicho, está aterrorizado. Nunca fue un hombre valiente, quien tiene la potestad de enviar un ejército de cien inspectores impositivos para amedrentar a los enemigos del gobierno se supone que tiene un poder ilimitado. Pero Ricardo Echegaray fue uno de quienes impulsaron “asustar” impositivamente al Poder Judicial, y ahora es —como aquel film de lo 80— “Tiempo de revancha”.
Los jueces federales no le tienen miedo. Y antes de entrar de lleno en esta historia, un dato que conocen varios miembros del gobierno. El jefe de la AFIP contrató un estudio jurídico que decía tener contactos para librarlo de la causa de Ciccone. Le pidieron dinero diciéndole claro que era para “coimear” a los que deciden ese tema. Y Echegaray pagó, no sabemos si con plata propia o con el de alguna empresa a la que le puede condonar deudas o mirar para otro lado aún siendo evasores. El jefe de la AFIP —no vale aclarar que no es una carmelita descalza— puso una millonada y cayó en la trampa. Sus abogados se quedaron con esa platita y el hombre, obvio, no los puede denunciar.
Sergio Berni sabe que es así, pues su gente fue quien descubrió la maniobra corrupta.
Amado Boudou lo terminó de hundir cuando justificó su situación por el tema Ciccone diciendo que él cumplió una resolución de la AFIP. Ya antes de eso, Echegaray dijo a medio gobierno: “Yo los salvé a Lázaro Báez, Rudy Ulloa y otros. Si me sueltan la mano cuento todo y si voy preso me llevo a unos cuántos kirchneristas conmigo”.
Carlos Menem acostumbraba poner dinero (el asunto aquel de la servilleta donde Corach le escribió a Domingo Cavallo quiénes eran los magistrados que recibían dinero mensualmente para serles fieles), pero éste gobierno prefirió correrlos con el Consejo de la Magistratura y ese puñado de impresentables como Diana Conti o Carlos Kunkel. La corporación llamada “familia judicial” los esperó como tigre al acecho, y llegó la hora de la revancha.
Pero no sólo el caso Ciccone pone a Echegaray al borde de la imputación. Hay otro asunto que puede ser más grave aún.
Ya tiene estado judicial. Una denuncia de Massalin Particulares hizo allanar por el Juzgado Federal de Concepción del Uruguay una fábrica llamada “Tabacalera del Litoral SRL”, en la ciudad de Concordia. Falsificaba marcas con los nombres de Philip Morris, Marlboro, Viceroy, Rodeo y Blitz (para Paraguay), Pall Mall Bellmont y Hilton (para Chile), y hasta Marlboro para Estados Unidos.
Al fabricar marcas de renombre y contrabandearlas eludían los impuestos al tabaco, que como se sabe son muy altos.
El juzgado hizo 14 allanamientos y encontró: 494 kilogramos de estampillas falsas, las necesarias para 3,6 millones de paquetes, 5 millones de cigarrillos falsos listas para vender, 33 toneladas de hebras para tabaco, 7 millones de filtros y 7 mil bobinas de papel para cigarrillos. Algo así como 30 millones de pesos –o más- en una mega fábrica que funcionaba gracias a la complicidad de la AFIP y de algunos jefes de Gendarmería que eran quienes cuidaban que el contrabando fuese perfecto, al menos saliendo de la Argentina. Claro que funcionarios del gobierno de Entre Ríos también tenían complicidad.
Tabacalera del Litoral SRL fue creada en el 2006 por tres mujeres que anunciaron que el destino era exportar cigarrillos al África. En el 2011 hubo un cambio de manos y el nuevo titular es un desconocido en la industria llamado Raúl Alberto Molina, hasta ahora el único detenido.
El juzgado federal realizó los allanamientos con personal de Gendarmería de otras provincias, por sospechar de las connivencias de los hombres del lugar.
La AFIP envió gente para hacer un sumario administrativo de urgencia y trasladar al delegado en Concordia a otro destino.
Pero las pruebas halladas en el lugar demuestran que Echegaray no era ajeno a la existencia de esa fábrica trucha, esa causa también lo tendrá casi como principal protagonista. No escapan a la mira de la justicia funcionarios del gobierno entrerriano a quienes se estima cómplices de la millonaria estafa.
¿Otro problemita para el jefe de la AFIP?
El titular de Covelia, Ricardo Depresbiteris, adquirió un Cessna con capacidad para nueve pasajeros valuado en 5 millones de dólares. La recolectora de residuos más grande de la Argentina tuvo los vínculos con Hugo Moyano cuando el líder de la CGT era oficialista y con el propio Ricardo Echegaray, quien debería investigar a su socio de entonces Depresbiteris. Si, Moyano dejó de ser kirchnerista y hoy es uno de los enemigos del gobierno, pero negocios son negocios y tanto el gremialista como el titular de la AFIP mantienen el vínculo comercial.
Esperá, no te vayas, viene lo mejor. Otro socio de ese negocio de la basura es “el uruguayo” Jorge Lambiris, conocido por su veraneo en Río de Janeiro con Ricardo Echegaray.
Está groggy, contra las cuerdas y al borde del knockout judicial. Por eso su desesperado mensaje de náufrago. Dice que por haberle salvado la cabeza a Lázaro Báez, Rudy Ulloa (tirado panza arriba en su campo cerca de San Pedro, provincia de Buenos Aires y haciendo un perfil bajo casi inexistente) y hasta hacerle el camino sencillo a Amado Boudou por el caso Ciccone, tiene derecho a que el gobierno lo salve del temporal de juicios que se le avecinan.
Nadie le avisó que este gobierno ya no existe.
Jorge Boimvaser
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