El tiempo ha pasado pero el escándalo Schoklender/Bonafini resurge de tanto en tanto. Son pocos los medios y periodistas que intentan mantener vivo el tema en la opinión pública. Pero es el propio gobierno nacional el que instala, en cada discurso, a la politización de los organismos de derechos humanos y a la reivindicación de la figura de Hebe de Bonafini, convertida en vocera no oficial de CFK.
En la mañana del jueves 13 de febrero, el jefe de gabinete de ministros de la Nación, no pudo evitar su desagrado cuando le preguntaron por la investigación que, recientemente, difundió la Auditoría General de la Nación. Capitanich dijo que las viviendas se construyeron —el informe determinó que sólo el 30% de las obras se realizaron— y defendió la gestión de la Fundación. Pero para Hebe de Bonafini, Sueños Compartidos eran los Schoklender y por eso pasó lo que pasó.
¿Y qué pasó? ¿O se hicieron las obras o no se hicieron? ¿O hubo corrupción o no la hubo? ¿O se echaron trabajadores y se adjudicaron las viviendas de forma discrecional o el proyecto funcionó de forma ejemplar?
La única realidad es que la Fundación era y es el Gobierno. Que los fondos que se destinaban a la construcción de viviendas terminaron, en muchos casos, en el financiamiento de un partido político. La Auditoría General de la Nación lo da a entender. Las pruebas saltan a la vista. Las declaraciones de Bonafini no son inocentes. Cada funcionario que recibe sus elogios es por una razón simbólica o económica: Amado Boudou, Abel Fatala, Julio De Vido, Aníbal Fernández, Néstor y Cristina.
He publicado en decenas de oportunidades cómo se realizó el desaguisado en El Chaco y por qué esa provincia fue un símbolo de la corrupción dentro de Sueños Compartidos. Allí afloró el piquetero Emerenciano Sena que se enfrentó con Schoklender en el 2009, se realizaron más obras que en ninguna otra parte y existió tasa de retorno. La relación entre el gobernador y el ex apoderado fue de extrema confianza.
¿Alguien mencionará a Jorge "el Negro" Franco, el funcionario chaqueño que era el nexo entre ambos protagonistas y que aumentó su patrimonio de forma exponencial? Cuando presenté mi libro en El Chaco, Franco dijo públicamente que debería dar las explicaciones pertinentes a sus seis hijos. ¿Le dirá lo mismo a Leandro Despouy? ¿Recordarán estos funcionarios los viajes en los aviones de Meldorek? ¿Se acordarán del día en que, Sergio Schoklender, se apareció a las puteadas por la gobernación exigiendo un giro pues, según él, les pagaba el sueldo con las obras?
"Tenía más poder que el Coqui" recuerdan entre sus allegados. Pero con Capitanich se llevaban de mil maravillas hasta que la relación se rompió.
El escándalo involucra a las más altas esferas del gobierno nacional, a varios gobernadores e intendentes, algunos de ellos actualmente alejados del kirchnerismo. Sueños Compartidos es el símbolo del apriete al que denuncia, la discrecionalidad, la falta de control, la confusión entre público y privado y la utilización de los derechos humanos que ha hecho este gobierrno. Por eso el tema aparece y desaparece de la escena pública. Tiene demasiados protagonistas y varios de ellos, de peso pesado y renombre. Es el símbolo del kiosco y del puntero, del barra y del amigo del juez. Es la frustración de lo que pudo haber sido y no fue. Obras para todos y todas que terminaron en el bolsillo de unos pocos.
Luis Gasulla
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