Proyecto de reforma al Código Penal; de eso vamos a hablar, aunque lejos de mí la intención de discutir el proyecto en sí (que por otra parte no es aún conocido) ya que el derecho penal es una materia en la que me declaro neófito. Me voy a centrar sobre las operaciones políticas sobre la reforma, porque en eso creo poder aportar algo.
En las semanas previas hemos asistido al “revival” de una vieja pero no por ello menos efectiva estrategia política: el fuerte posicionamiento de un precandidato (Massa) por medio de la amplia difusión de una NO noticia de alto impacto que genera un NO diálogo.
Vamos por partes (“Jack the Ripper” dixit): primero el diálogo y las Políticas de Estado:
El diálogo entre quienes sostienen distintas posiciones es encomiable como valor cultural y para los ciudadanos de a pie es un reclamo que hacemos permanentemente.
Por otra parte, en las últimas décadas cada vez que un tema resulta relevante estructuralmente desde todas partes se alzan las voces que piden que se convierta en una “política de estado”, es decir, que se fije una serie de lineamientos estables que sean independientes del gobierno de turno.
Obviamente el establecer una política de estado obliga al diálogo entre distintos sectores políticos, y por ello están directamente vinculadas, ¿O de qué queremos que dialoguen las fuerzas políticas? ¿Del empate del Tomba con Tigre?
No, queremos que dialoguen justamente de estas cosas que pueden jodernos o aliviarnos “la diaria”, de las que estructuralmente condicionan nuestra calidad de vida: seguridad, educación, salud, matriz productiva, etc.
El proyecto de reforma al Código Penal es uno de esos casos, porque seguridad es uno de los temas que más reclamos tiene para ser convertido en “Política de Estado” y, en este sentido (nobleza obliga) hay que reconocer que el ejecutivo nacional fue prolijito: armó un grupo de prestigiosos especialistas de distintas procedencias políticas (PJ, UCR, FAP, Pro), puso al frente del grupo a un penalista integrante de la Corte Suprema y les pidió que armaran un proyecto. El grupo agarró el hierro candente, discutió en detalle el tema y esbozó un proyecto que le entregó a la Presi. Diálogo entre fuerzas políticas para contribuir a una política de estado, ¿ok?
…y entonces apareció Massa diciendo, entre otras cosas, que “8 de cada 10 delitos serán excarcelables”. Si Ud. o yo, que no somos especialistas, escuchamos esto reproducido hasta el hartazgo por “prestigiosos medios” nos preocuparíamos, sin duda, pero si le preguntamos a cualquier penalista nos va a decir al toque que eso no está en el Código Penal sino en los procesales. ¿Entonces?
Las declaraciones de Sergio Massa sobre el proyecto son el arquetipo de lo que en lenguaje académico se llama “flatus vocis”: es hacer ruido con la boca sin que salga nada sustancioso. En mi pueblo decían “hablar porque el aire es gratis”. No me voy a remitir al detalle de los dichos, que han sido ampliamente demolidos por especialistas en el tema penal, pero lo cierto es que NO HAY una sola afirmación massista sobre el tema que se sostenga o que al menos tenga alguna base.
La actitud es irresponsable e imperdonable proviniendo de un político que aspira a conducir un país o al menos uno de sus estados miembros, y produjo varios efectos inmediatos:
a. La irresponsable difusión acrítica de medios masivos que no se tomaron la molestia de chequear lo que les estaban diciendo y que vuelven a la práctica de hacer noticia de las “no-noticias”, y que contribuyó a
b. El susto que le generó a buena parte de la población cuando escuchó que se trataba de “un código a favor de los delincuentes” (SIC) y sumó otra nueva preocupación a su lista
c. El extraño comportamiento de los sectores de oposición que participaron del proyecto pero, cual el Pedro bíblico, lo negaron tres veces (“no es momento para discutir este tema”, dijeron a coro Macri, Cobos, Binner y Sánz)
d. La pérdida de una buena oportunidad para establecer diálogos fructíferos y tratar de generar algunas políticas de estado básicas.
Pero, ¿Cómo es en realidad esta novela? Voy a tratar de ponerlo sencillo, y disculpen el trazo grueso:
Cuando se convocó al grupo de especialistas Massa era oficialista, por lo que el Frente Renovador no existía. Junto con el FIT son los únicos sectores con representación parlamentaria que no participaron del armado del proyecto.
Como el borrador del proyecto no ha sido difundido aún, Massa tuvo ante sí una jugada maquiavélica: instalarse fuertemente con un tema sensible como es el de la seguridad, haciendo fuertes y absurdas afirmaciones sobre algo que no era corroborable (una NO noticia) y de paso dejar “pegada” y “pagando” al conjunto de la oposición. Si el proyecto en que participaron la UCR, el FAP y el Pro era “un código a favor de los delincuentes”, esas fuerzas estarían “a favor de los delincuentes” junto con el PJ y el único que estaría “a favor de la gente” es Massa.
Dejando de lado este lado anecdótico de la filosofía massista, según el cual no es la gente la que comete delitos (¿serán los marcianos, los ornitorrincos?), lo que me resulta extraño es que las demás fuerzas en vez de poner en evidencia que lo de Massa eran “gansadas”, sostuvieron que “no es el momento” y dejaron gritando en el desierto a sus propios representantes que habían participado de la redacción, con lo cual reforzaron en una espiral viciosa la turbia maniobra massista.
¿Conclusión? El “Miente, miente, que algo quedará” volvió a dar sus frutos: este ya no es el momento para el diálogo fructífero entre distintas fuerzas políticas y el consenso posible para la generación de una política de estado. Chau voluntad popular; hola de nuevo oportunismo barato.
De hecho he ampliado mi lista de gente a la que SÍ pienso creerle cuando hablen de diálogo y consenso (Zafarroni, Pinedo, Gil Lavedra, Arslanian, Barbagelata) como así también la de aquellos a los que NO voy a creerles (Massa a la cabeza).
Puedo disentir con Cobos, Macri, Binner y Sánz respecto de si este es o no el momento de discutir políticas de estado (¿cuándo va a ser el momento, digo yo????), pero son sólo opiniones con fundamentos que no comparto, como ellos no tienen por qué compartir mi urgencia. Puedo pensar que fueron cobardes al regalarle la escena a Massa y no defender la posición de sus propios partidos, pero es solo una presunción, ¿de acuerdo?
Es más, ya que estamos tirando orejas, me pregunto en qué pensaba la Presi cuando en su momento puso a Massa de Jefe de Gabinete… Pero también es un criterio, discutible como todos los criterios.
Ahora bien, lo de Massa es falso, es una “guachada” (como dicen en mi barrio) a todas luces mal intencionado y es perjudicial para el buen juego democrático. Y no es una presunción: es un hecho que dijo barbaridades insostenibles. Y a sabiendas.
Enrique Bollati