Si bien los reclamos sindicales expresados en el paro son justos, los actores, la oportunidad y la forma en que han sido llevados a cabo generan muchas dudas. Y es que si bien es real que hay cuestiones importantes pendientes, la población no termina de entender si fue un reclamo exclusivamente sindical o si se enmarca dentro de un nuevo rol que piensa asumir el sindicalismo en el nuevo escenario político argentino.
Durante los más de 10 años de gobierno kirchnerista los trabajadores agremiados y sus dirigentes fueron muy beneficiados. Casi todos los gremios han podido ampliar su poderío económico y su influencia a la vez que le garantizaron a sus empleados mínimos salariales absolutamente dignos.
La recuperación del empleo de los primeros años les otorgo protagonismo e hizo florecer a sus asociaciones gremiales; las negociaciones paritarias, hasta el 2013, fueron siempre generosas y negociadas con valores más altos que la inflación; por último, una mayor registración del empleo amplio sus bases de afiliados.
Dentro de este contexto expansivo, Hugo Moyano fue uno de los dirigentes que más creció en poder e influencia. Los gremios que responden a su conducción fueron siempre de los más beneficiados.
El camionero retribuyó este privilegio acompañando al gobierno en su lucha. No solo fue un ferviente defensor del modelo sino que se puso a disposición del Kirchnerismo para cualquier cosa que se necesitara, ya sea bloquear la salida de los diarios Clarín y Nación o intentar quebrar la protesta del campo en 2009.
El mismo pollo Sobrero (quién acompañó la iniciativa de Moyano y Barrionuevo a pesar de manifestar su rechazo hacia este último) admitía en un canal de televisión que ellos se habían visto beneficiados durante la última década pero que hacían el paro "por los que menos tienen", en solidaridad. Era la contestación al dato de que sus afiliados cobraban sueldos de 20 mil pesos.
Y es que si bien es cierto que dentro del contexto económico actual probablemente los trabajadores van a tener que ajustar sus cinturones, analizando el global de la época kirchnerista el paro general parece exagerado y oportunista.
Sorprende que cierto sector sindical se haga el pavo o el sorprendido ante una coyuntura económica que era previsible. Las grietas del modelo, en realidad, son la cosecha de políticas económicas irresponsables que el “sindicalismo opositor” avaló en el pasado.
A pesar de que estos dirigentes sabían que en algún momento este modelo de consumo y crecimiento irresponsable se agotaría, decidieron crecer y enriquecerse a la vez que vivieron y repitieron la fantasía del relato. Acompañaron al gobierno hasta la salida.
En rigor de verdad, en este contexto de ajuste los más perjudicados van a ser los desempleados, los estudiantes, los jubilados (sólo 11% de aumento) y el 35% (o 50%) de la población que trabaja en la informalidad. Ellos no fueron beneficiarios de los jugosos aumentos de los últimos años y se encuentran muchísimo más desprotegidos frente a la inflación y los ajustes del estado.
Otra cosa que es muy importante destacar es que este último paro incluyó proclamas que son típicamente de la clase media y que hasta ahora Moyano y Barrionuevo, como referentes políticos, habían decidido ignorar: corrupción e inseguridad.
¿Desde cuándo el sindicalismo pide por la seguridad? ¿En qué momento Moyano y Barrionuevo decidieron denunciar la corrupción? ¿Desde cuándo, según palabras del mismísimo camionero, el sindicalismo está para "expresar lo que la gente quiere hacer escuchar"? (entendiendo por "gente" al conjunto de la sociedad y no solamente a sus agremiados).
Y no es que esté mal así sea. Lo que llama la atención es el sentido de oportunidad. Esta nueva preocupación se da justo cuando las cuentas empiezan a apretarle al gobierno y empiezan a soplar aires de cambio de cara a las presidenciales de 2015. Pareciera como si el “nuevo movimiento obrero” se hubiera acordado 10 años después de que existían todos estos problemas.
En un contexto económico no tan favorable, todos estos reclamos se tornan aún más irritantes para el común de la gente. Lo suficiente como para que a alguno se le pueda hacer difícil recordar que quienes hoy encarnan estos reclamos fueron parte del grupo que nos condenó a este destino.
El caudal político de intentar representar el creciente descontento con el oficialismo parece ser demasiado jugoso para ser ignorado. En épocas en que se encuentra en disputa el liderazgo del PJ, el sindicalismo parece tener un olfato especial para jugar este partido.
Hoy por hoy, todos los políticos “peronistas” parecen estar anotándose en esa interna y sin dudas harán uso de las herramientas que tengan a mano. El partido se debate entre apoyar al reciente opositor Sergio Massa, al siempre paciente Daniel Scioli, o a algún otro candidato del “riñón” kirchnerista.
El paro tiene tanto olor a política pejotista que la gente ni siquiera termina de entender cuál es el reclamo concreto. Quizás sea por esto que una encuesta de Raúl G. Aragón & Asociados dada a conocer por La Política Online muestra un 60% de desconocimiento sobre las razones del paro.
En el 40% restante conviven los que lo rechazan, los que mezclan reclamos e indignaciones personales con conflictos patronales, y quienes verdadera y legítimamente piden mejores condiciones de trabajo.
A un poco más de un año de las próximas elecciones parece que ya se ha dado el puntapié inicial de las internas que empiezan a jugarse en el PJ. En el medio, el país perdió ayer 2.500 millones de pesos y muchos comerciantes tendrán menos plata a fin de mes. Como siempre la sociedad queda rehén de una burocracia mafiosa que no quiere abandonar el poder.
Habrá que intentar conservarnos tranquilos y memoriosos. No vaya a ser que en 2015 nos quieran vender peras por manzanas.
Nicolás Sarlenga
El peronismo kirchnerista en franca pelea por el poder con el peronismo de los fosiles que le plantean la huelga general, emplea dentro del mismo “movimiento” todas las tacticas que no usa contra la oposición. Es una interna en la que las consignas utilizadas solo sirven como consignas y nunca fueron objetivos tanto de los peronistas politicos como de los peronistas sindicalistas. El aparato de propaganda goebbeliano apela a todas las enseñanzas del ministro de la propagande de hitler que es reunir a varios adversarios e individualizarlos como un solo enemigo, como no puede negar las malas noticias inventa otras que las distraigan, cualquier acto de disidencia es una tragedia y amenaza grave, reitera sus embustes (estamos mejor que en el 2003) ya que si una mentira se repite lo suficiente, acaba por convertirse en verdad. Por momentos es un vendaval de noticias, desmentidas, acusaciones etc, que hace imposible analizarlas y que a las horas son reemplazadas por otra “verdad” y las anteriores usadas pasaron a la historia, tira globos sondas como el tema de la reforma del codigo penal para semblantear a la opinión publica que entre otras cosas devino en la ley por mano propia. Comprar y reiterar la compra de las voluntades de medios de información afines bajo amenaza de sacarlos de las pautas publicitarias del gobierno y el prejucio economico que eso les produce. Al mismo tiempo se trata de exacerbar odios entre la gente separandolos entre oligarcas y “estigmatizados” y mentir con las encuestas y manifestaciones para hacerles creer a los indecisos de siempre que el “piensa como todo el mundo” que es en definitiva lo que el kirchnerismo quiere que piense. Ni moyano ni barrionuevo me merecen el mas minimo respeto, no por esto sino por su trayectoria que hace dudar seriamente de la honestidad de sus intenciones. Pero pensar que estamos mal por ellos solamente es un error. El kirchnerismo nunca va al origen del problema No estamos mal por el paro, sino que los paros tienen adherentes porque estamos mal.