Por lejos, Vladimir Putin es una de las mentes más brillantes de las últimas décadas entre todos los Jefes de Estado que pasaron por el mundo. No solo brillante, además siniestro que eliminó opositores con pócimas radiactivas en sus alimentos. No los mató de golpe, los hizo sufrir de a poco para que a su alrededor supieran lo que les esperaba a quienes se le opusieran.
Fue jefe de la temible KGB en tiempos de la Rusia soviética y eso le otorga un plus de razonamiento conspirativo que ni siquiera Barak Obama lo tiene.
Y a Cristina Kirchner le ofrece la última gota de esperanza para que su gobierno dé un manotazo de ahogado antes del Tsunami que se le viene.
Igual que a la dictadura de Galtieri cuando el horizonte de los genocidas amenazaba con tormentas devastadoras, el centro geográfico de la salvación está situado cerca de las Islas Malvinas.
Hay protocolos secretos que acordaron Argentina y Rusia tras el paso de Putin por Buenos Aires. No se dan a conocer aún públicamente, pero hay viejos funcionarios de carrera del Palacio San Martín que se enteraron horrorizados y lo comentan en voz baja.
Tienen una denominación eufemística. Pacto de cooperación naval de Moscú con Buenos Aires. Cuando la Armada Argentina no invierte una gota de combustible en sus buques de guerra, viene Rusia a nuestros mares para ayudarnos en el jueguito cruel.
¿De qué se trata? Rusia enviará en tiempos próximos, dos portaviones nucleares al Atlántico Sur a realizar maniobras junto a la Marina local.
Putin quiere tener su flota en las cercanías de la zona de Malvinas con la excusa de colaborar con la Marina argentina. Y a Cristina Fernández la idea le suena exquisita.
Rusia con sus portaviones a metros de la zona de exclusión impuesta por Inglaterra no es una ingenuidad. Es un peligro de conflicto bélico que asusta.
Un disparo de más, un malentendido no casual… y ahí está esperando suelo malvinense para que una bota no invitada desate el Apocalipsis en el Atlántico Sur.
Si así fuera, y con el verso de recuperar Malvinas, Cristina hace como Galtieri hace tres décadas. Agita una causa que está en el corazón de todos los argentinos y todo lo demás pasa a segundo plano.
Nadie le exigió aún al gobierno que revele los protocolos secretos que firmó nuestro país con Rusia. Pero este asunto ya trascendió el secreto de Estado y se pone muy peligroso el futuro.
Como Galtieri, Cristina Fernández encontró la veta para permanecer en el poder y su gente, cuando se entere, hará esas movidas de masas tipo operación clamor. Elecciones y justicia para los corruptos quedarán a un lado.
Putin es peligroso porque a siniestro no le gana nadie. Y ya es parte de nuestro futuro inmediato. Y Cristina halló la veta de recuperar Malvinas de la mano rusa como excusa para eternizarse.
Jorge Boimvaser
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