En un discurso con fuerte contenido épico, el Gobierno presentó un proyecto de Ley que pretende cambiar la jurisdicción de pago de una importante porción de deuda para, de este modo, poder efectivizar el pago a los tenedores de bonos que aceptaron los canjes de 2005 y 2010. Para el resto de los actores, la oferta sigue siendo la que no aceptaron con anterioridad y que seguramente tampoco aceptaran ahora, por qué no se han agregado motivos fundados y adicionales para que así sea.
Lo único que soluciona el posible cambio de jurisdicción para el pago de deuda es la efectivización de los pagos que hoy el Gobierno no puede hacer por la medida judicial que trabó el Juez Griesa en New York. Las condiciones preexistentes persisten, pero esta medida, como casi todas las estrategias del Gobierno, redobla la apuesta en contra de quienes no aceptan voluntariamente las condiciones que pretende imponer nuestro país, y esto no hace más que profundizar la problemática.
Una negociación es otra cosa y no la imposición de condiciones que, por otra parte, no tienen ningún agregado a las que ya rechazaron los tenedores de bonos con anterioridad, por lo que cabe pensar que no tienen motivos para aceptarlas ahora. Además, con un fallo judicial de un tribunal de New York en su favor, ¿quién aceptaría condiciones en una negociación?
Más aún, después de tanto tiempo de bravuconadas y dilaciones. En teoría de juegos se ha pensado y se ha escrito mucho sobre los procesos de negociación y, aun bajo un análisis bien simplista, cabe pensar que la medida propuesta por el Gobierno para cambiar la jurisdicción, en el peor de los casos, mantiene las condiciones imperantes hasta ahora y no mejora ningún resultado. Es decir, el mejor escenario posible para nuestro país no es que, ante el cambio de jurisdicción desde New York a Buenos Aires, acepten las condiciones, además de los que ya las aceptaron, los que aún no lo habían hecho. Por algo la jurisdicción anteriormente elegida era la norteamericana, y es por qué en esas condiciones, la fiabilidad de los bonos aumentaban y esto mejoraba las condiciones de financiación del país.
Quienes aun no aceptaron la oferta, con la quita del 65%, no tienen ningún motivo por el cual aceptarla ahora. Y los que ya la aceptaron, quizás se decidan a tomar nuevas medidas judiciales contra nuestro país, no aceptando la nueva jurisdicción y reduciendo el porcentaje de adhesión a los dos canjes de deuda anteriores. ¿Por qué razón alguien va a aceptar la jurisdicción de pago Buenos Aires por sobre la de New York si ese era uno de los motivos fundamentales para canjear sus bonos en 2005 y 2010? El escenario de mínima es el preexistente y además, se crean más posibilidades de que sea aún peor, en términos de porcentaje de aceptación de las condiciones. Esto es simple de analizar desde la teoría de juegos. El Gobierno no parece conocer otra estrategia que la de redoblar la apuesta siempre y mantiene un comportamiento ciertamente errático y confrontativo, como si llevándose por delante la legislación donde eligió emitirse la deuda se pudiera resolver algo.
Nos guste o no, de acuerdo con el Gobierno que la emitió o no, la deuda, más aún la existente en títulos públicos, está. Esto nos obliga a pagar.
Además, venir a poner en duda la moralidad de las finanzas internacionales no hace más que mostrar la incomprensión de las condiciones imperantes y de la economía internacional. Plantear erróneamente un problema genera la imposibilidad fáctica de resolverlo. Parece que, teoría de juegos no está en los programas académicos de algunas facultades de economía. Ése es el problema, en realidad.