Ayer lunes, la presidente Cristina Fernández y el empresario norteamericano de origen húngaro, George Soros, dialogaron en Nueva York sobre "las perspectivas de la economía argentina".
El encuentro se desarrolló durante poco más de una hora, en el piso 54 del hotel Mandarín Oriental, donde se aloja la jefa de Estado en su estadía en esa ciudad.
Según trascendió, la Presidenta y Soros discutieron las perspectivas de la economía de Argentina, energía e hidrocarburos, y la reforma política de drogas de la Argentina.
Soros, además de ser uno de los hombres más ricos del mundo, es accionista de la petrolera estatal YPF, donde tiene el 3,5 por ciento de las acciones, y demandó al Bank Of New York Mellon por la retención del pago de bonos del canje, que posee a través de las inversiones de su fondo Quantum.
También se difundió en los últimos días que el empresario tendría interés en comprarle la deuda a los fondos buitre para dar por superado esa disputa, y luego negociar con la Argentina su pago.
Pero el poder que el dinero le da a este magnate no solo incluye en su lobby a favor de la despenalización de las drogas, su poder también logró tumbar al Banco de Inglaterra 1992 y ganar, de un sólo golpe, más de 1.100 millones de dólares.
El otrora “delincuente de aventuras financieras”, como lo calificó el premio Nobel Paul Krugman, uno de los preferidos de la Presidenta, también ha sido acusado de estar detrás de los ataques contra el Ringgit –moneda de Malasia– y su consecuente devaluación en 1997 durante la crisis financiera que sacudió el sureste asiático.
Ese 16 de septiembre de 1992 pasó a la historia como el “Miércoles Negro”. En los inicios de la década de los 90, Reino Unido entró en el grupo llamado Sistema Monetario Europeo (SME), del que formaban parte países como Alemania, Francia, Italia o Luxemburgo, con el fin de estabilizar el valor de la libra y reducir las fluctuaciones económicas, según bien relata el sitio Crónica Siete.
Con el paso del tiempo, el tipo semifijo de cambio de la libra se estabilizó en una tasa de 2,95 marcos alemanes por libra y unos niveles máximos de fluctuación de +/-6%, es decir, el valor de la divisa británica no podía ser superior, ni inferior a esos parámetros, o se vería forzada a salir del SME.
Por aquel entonces, Alemania decidió activar la impresora de dinero para hacer frente a la deuda originada tras la reunificación entre la RDA y la RFA. El Bundesbank inundó de capital el sistema financiero. Esta decisión fue crucial para el desenlace de la historia.
La necesidad de Alemania de elevar los tipos de interés –precio al que se presta el dinero– para frenar la subida de los precios obligó al resto de países del SME a incrementar también sus tipos. Esta polémica medida se llevó a cabo porque en el SME, la antesala del euro, los países estaban obligados a fijar su tipo de cambio al marco –Alemania era la economía más potente–. En consecuencia, si el marco se apreciaba, la libra, y el resto de monedas, se veían forzados a secundar la subida de la divisa germana. Estos incrementos forzosas sonaron poco creíbles en el mercado y comenzaron a expandirse las sospechas de las devaluaciones. Fue entonces cuando George Soros vio la grieta, y atacó sin piedad.
Ese día, el especulador húngaro decidió apostar a que la libra esterlina se mediante su salida del SME, y para ello movilizó, solicitando varios préstamos a través de sus hedge funds, o fondos de inversiones, más de 10.000 millones de libras en varias posiciones.
George Soros vendió durante la jornada los 10.000 millones de libras y compró su equivalente en marcos. El Bank of England (BoE), ante semejante sangría de divisas, compró todas esas libras que el mercado estaba vendiendo para defender su moneda. El BoE gastó más de 50.000 millones de dólares en los mercados de divisas para defender la libra sin éxito alguno. El pánico se expandió como la peste; inversores de todo el mundo comenzaron a desprenderse de sus libras para comprar marcos. La derrota del Banco de Inglaterra estaba cerca.
Se trató de una operación con posiciones cortas. Un ejemplo de ésta práctica: Soros solicita 100 libras al BoE, y se compromete a devolvérselas más unos intereses. Entonces, utiliza esas 100 divisas para comprar moneda alemana, obteniendo así 295 marcos –el tipo de cambio estaba en 2,95 marcos por libra–. ¿Qué ocurrió? Cuando el precio de la libra cayó, entrampado en mitad de un vendaval especulativo, hasta los 0,20 marcos, George Soros sólo tuvo que hacer la operación inversa, pero con un pequeño matiz; puesto que ahora, con los 295 marcos, al cambio recibía 1.295 libras por la depreciación de la moneda. Se procede a devolver las 100 libras más los intereses y obtiene una ganancia superior a 1.000 libras de un golpe.
Ante esta situación el BoE anunció, en un intento desesperado por atraer inversores, una subida de los tipos de interés del 5% –hasta el 15%–, pero la medida fue inútil y ya era demasiado tarde.
Finalmente, a las 19.00 horas del 16 de septiembre de 1992, el canciller Norman Lamont anunció que Reino Unido se rendía ante el ataque especulativo y abandonaba el Sistema Monetario Europeo al no poder mantener la relación libra. La libra osciló entonces sin control devaluándose un 15% respecto al marco alemán y un 25% respecto al dólar.
George Soros había logrado quebrar de un solo golpe al Bank of England, que vio como la tasa de cambio cayó hasta los 0,20 marcos alemanes por libra, frente a los 2,95 que se cambiaban el día anterior. Una debacle sin precedentes.
El magnate sólo tuvo que cambiar la cantidad que había comprado de marcos por libras de nuevo para hacerse multimillonario. Al depreciarse brutalmente la libra, por cada marco consiguió 15 veces lo que había pagado en un principio. En total se calcula que George Soros se benefició con más de 1.100 millones de dólares. Mientras tanto, las pérdidas del Bank of England ese día se estimaron cercanas a los 3,4 Billones (con B) de libras esterlinas. Una carga que en buena medida fue pagada por los contribuyentes británicos.
Así, George Soros había postrado ante sus pies a uno de los Bancos Centrales más fuertes del mundo en un ataque sin parangón. Había nacido una leyenda, que hoy asesora a Cristina.