El mes pasado, la despedida del primer satélite geoestacionario argentino "ARSAT-1", el primer satélite geoestacionario argentino, fue trasladado desde la sede del INVAP en la provincia de Rio Negro, hacia su sitio de lanzamiento en la Guayana Francesa, y fue transmitida por la Televisión Pública.
“El ARSAT-1 es el primero de los satélites del Sistema Satelital Geoestacionario Argentino de Telecomunicaciones, un plan que implica el diseño y fabricación de tres satélites propios y su puesta en órbita y operación por la Argentina con el objeto de incrementar las capacidades de nuestro país en materia de telecomunicaciones, defender las posiciones orbitales asignadas al país e impulsar el desarrollo de la industria espacial”, comunicaba agencia Télam en ese momento.
“El diseño de la huella del ARSAT-1, que concentra su potencia máxima sobre el territorio nacional, incluyendo las bases antárticas e Islas Malvinas, permitirá brindar conectividad de igual calidad a todas las regiones del país, enmarcándose así en las políticas públicas del Estado nacional para reducir la brecha digital”, añadía y los funcionarios nacionales se abroquelaban en la “soberanía espacial”.
Sin embargo, según señala Nuño Domínguez en diario El País de España, ni todo el ARSAT-1 es argentino ni solo Argentina ha participado en su desarrollo.
“Como sucede en la mayor parte de los casos en los que un país sin un fuerte arraigo en el sector espacial da sus primeros pasos, gran parte del satélite argentino proviene de otros países con tecnología más avanzada”, dice el autor del artículo.
Y ejemplifica que la carga útil del satélite, es decir, todos los instrumentos tecnológicos que le permiten realizar su función, han sido fabricados por Thales Alenia Space, una empresa europea que fue licitada por INVAP para esta tarea. Lo mismo pasó con los sistemas de propulsión y el ordenador de a bordo, que han sido encargados a Astrium, una filial de la multinacional europea EADS. De hecho, la gran mayoría de los componentes físicos del ARSAT-1 han sido fabricados fuera de Argentina.
“Todo esto es habitual. Prácticamente ningún país del mundo dispone de la tecnología necesaria para construir un satélite ‘100% naciona’”, el problema, como siempre, es el relato.
“En la mayoría de los casos, los satélites como el ARSAT-1 se diseñan sobre el papel en el país que lo quiere comprar en función de las tareas que debe desempeñar. Después se compra por partes en el extranjero y luego se ensambla en el país. Esta última tarea, que requiere un considerable esfuerzo por parte de ingenieros y personal cualificado y unas instalaciones de especial asepsia conocida como ‘sala limpia’, sí se ha realizado en Argentina, en la sede del INVAP”, agrega Nuño.