La política suele ser una fuente de sinsabores para los gobernantes, porque, salvo honrosas excepciones, la mayoría de ellos adolece de un defecto común: su falta de disposición para asumir la realidad.
Al no conseguir resguardar la templanza que exigen sus cargos, terminan hartando con el tiempo hasta a quienes los votaron debido a su renuencia a admitir errores, negándose sistemáticamente a efectuar propósitos de enmienda con el fin de corregirlos. Así ocurrió en su momento con Sarkozy, Zapatero, Busch, Berlusconi y, en estos días, el mismo Obama, solo por nombrar a algunos de ellos.
Nuestra Presidente, ha sumado a esta tradición histórica un nivel de fantasía conceptual casi inigualable, que la llevó a dilapidar en sus dos períodos de gobierno los “eventuales” logros de su difunto esposo.
Subida a las altas cumbres de su peculiar visión del mundo y sus circunstancias, se ha peleado con todos, todo el tiempo, para encontrarse finalmente frente a un muro inexpugnable amenazante que no consigue horadar por falta del conocimiento apropiado.
Siendo nuestro país emocionalmente hiper presidencialista, esto constituye hoy una nueva tragedia, puesto que nos hallamos frente al galimatías administrativo más diabólico del que se tenga memoria. Subsidios, inflación, prohibiciones, recomposiciones, cepo cambiario, deuda externa e ideología cerril constituyen los principales ingredientes de un verdadero cocktail molotov.
Si se observan con atención los problemas de salud de Cristina Fernández, podrá advertirse que se están dando en ella tres supuestos básicos que los psiquiatras clínicos sostienen son causa principal del estrés: a) falta de previsión; b) falta de control y c) falta de salidas para la frustración.
Cuando los elementos mencionados están presentes en un individuo, ciertas situaciones inocuas en apariencia pueden tornarse insoportables para él, sin guardar muchas veces ninguna proporción con el estímulo que las provoca, dice el Dr. Deepak Chopra.
No es la tensión en sí misma la que resulta fatal, sino la falta de capacidad para tolerarla. Esta vulnerabilidad sobrepasa los factores físicos y los desborda, produciendo consecuencias clínicas diversas: hipertensión, colesterol elevado, diarreas intestinales, parálisis en algún miembro del cuerpo, ataques de apoplejía y, en muchos casos, hasta tumores malignos.
El gobierno ha llegado a la cumbre de sus desaciertos y se halla encerrado en innumerables dilemas urgentes que no tienen solución sin desandar el “relato” con que pretendió convencernos que nos daría “una buena vida”.
Cristina a su vez, parece aquejada de lo que la psiquiatría clínica denomina baja memoria “primitiva” que no le permite reconocer la diferencia entre una situación y la siguiente. Es decir, qué sucede a partir del momento en que supone que la realidad puede ser derrotada mediante una apelación firme de la voluntad.
Los endocrinólogos clasifican las hormonas del estrés como glucocorticoides segregados por las glándulas suprarrenales, por la mayor actividad exigida al cuerpo. La función de los glucocorticoides es activar el cambio del metabolismo anabólico al catabólico, descomponiendo el glucagon del hígado, energía almacenada que el organismo puede utilizar en caso de necesidad. Cuando el glucagon se agota, los glucocorticoides pasan a descomponer proteínas y este proceso conduce a un envejecimiento prematuro de ciertas funciones del cerebro, que termina jaqueando el nivel de supervivencia de ciertos órganos, agrega Chopra.
Es sabido por otra parte, que las partes del cuerpo que “envejecen” (pérdida de estructura), no son solo las que no se usan lo suficiente, sino aquellas de las cuales un individuo ha retirado su conciencia.
La baja en el sistema inmunológico de la Presidente -invocada por los médicos cada vez que han debido internarla-, es la consecuencia directa de estos estados orgánicos, que abren la puerta a sucesivos episodios traumáticos de diversa naturaleza.
Nuestra impresión es que la situación económica del gobierno es mucho peor que lo que está a la vista y algunas voces tímidamente disidentes del FPV comienzan a “desencriptar” parte del misterio encerrado en las habitaciones de Olivos.
Los regímenes políticos más afianzados de la historia, terminan cayendo muchas veces en razón de la presencia de una incertidumbre que no puede ser asimilada correctamente por sus protagonistas.
Nuestra opinión: el estado calamitoso en que se encuentra la administración pública “maniata” virtualmente al gobierno, que no encuentra la forma de frenar una emisión descontrolada de dinero para atender una burocracia totalmente desbocada. Por otra parte, en el caso de arreglarse la deuda pendiente con los “hold outs”, las inversiones necesarias no llegarán por arte de magia, sino hasta que un nuevo gobierno tome el poder. Y aún así, habrá que ver en qué condiciones.
Por lo expuesto, no puede descartarse totalmente que el kirchnerismo deba adelantar las próximas elecciones para desembarazarse de la brasa ardiente que tiene entre las manos, antes que sea demasiado tarde (Economía para Todos).