En un hecho insólito y muy grave, Antonio Horacio “Jaime” Stiusso, jefe de Operaciones de la SI (Secretaría de Inteligencia) y verdadero capo de esa oficina presidencial, me insultó y amenazó en la edición anterior de Noticias (número 1981).
A Stiusso le molestó lo que digo de él y de sus vínculos con la trata y el narcotráfico en mi último libro “Lo que no dije en Recuerdo de la muerte”.
Esta brutal agresión de un funcionario a un periodista que lo denuncia como extorsionador profesional, y la correspondiente respuesta que le dimos el martes último en el Senado con el senador Fernando Pino Solanas y el legislador porteño Gustavo Vera, influyó –sin duda- en la crisis que motivó cambios en la cúpula de la SI. Dato escamoteado por la inmensa mayoría de la prensa argentina, pero destacado en el exterior, por el diario “El Mundo” de España y por la conocida periodista antitrata de México, Lydia Cacho, que hizo un video de apoyo.
Aunque Stiusso me amenaza con llevar mi libro a la justicia, lo que hace en realidad es mandarme un mensaje encriptado: “Esta vez te pasaste de la raya, la vas a pagar, pelotudo”. Si se recuerda que el primer ministro de Justicia de Néstor Kirchner, Gustavo Beliz, fue cesanteado, juzgado y enviado al exilio por denunciar las actividades delincuenciales de “Jaime” y mostrar su foto en el programa de Mariano Grondona, la advertencia es digna de tomarse en cuenta.
En un patético intento por desmentir lo que digo de él en mi libro, Stiusso aclara que ingresó a la SIDE en 1972 y no en la última dictadura. Omite dos datos fundamentales: en 1972 el país estaba bajo otra dictadura militar y él se quedó a ver qué pasaba en la más sangrienta, que duró del 76 al 83. En el medio colaboró con la Triple A. En la SIDE estuvo a las órdenes –entre otros jefes- del general Carlos Alberto Martínez, fallecido el año pasado cuando estaba por ser condenado como autor de 1200 crímenes de lesa humanidad; entre ellos los que se cometieron contra chilenos y uruguayos en automotores Orletti.
Un centro de reclusión del Plan Cóndor, comandado por el coronel Rubén Visuara, con el que Stiusso tuvo una estrecha relación.
Stiusso dice que no conoce al proxeneta Raúl Martins, miembro de la Triple A y de la SIDE, pero fue con “el Yabrán de los burdeles”, que se aseguró el empleo durante 30 años filmando a políticos, jueces, fiscales, empresarios y periodistas en fiestas negras o en situaciones comprometidas. Tanto en los locales de Martins, como en un sinnúmero de hoteles alojamiento. Su cineteca, valuada en cientos de millones de dólares, fue su seguro de vida y permanencia. Ahora de capa caída, enfrentado con el general Milani y la Bonaerense, que acribilló a su agente el Lauchón Pedro Viale, “Jaimito” arremete contra un periodista independiente.
De la Presidenta depende que cese en sus funciones y se presente ante la justicia para responder por sus delitos. Que no lo maten como al Lauchón. También de la Presidenta depende mi seguridad y la de mis familiares y colaboradores.