Un líder que se enfrenta al poder Occidental. Cuyo desvelo es la guerra perpetua desatada por el imperio desde 2001. Él mismo expresó que los diferentes conflictos, en Afganistán, Irak, Libia, Siria, Ucrania y Palestina, forman parte de la misma guerra.
A través de sus discursos trata de impedir los avances belicistas de Occidente, y denuncia a un sistema capitalista que depreda a la naturaleza y que genera una sociedad global cada vez más desigual.
También aclara con su retórica que el trabajo esclavo existe aún en el siglo XXI y que no es un elemento de la historia solamente.
Es jesuita, una orden eclesiástica, con lógica militar, sin uso de la violencia pero con una disciplina e ímpetu que la ubicaron a través de la historia en los lugares más críticos y en el frente de batalla en américa, en Filipinas, etc. Los jesuitas fueron creadores en América de misiones con gran desarrollo cultural, artesanal y comercial, el vetusto imperio español los expulsó.
Bergoglio ha tenido un fluido contacto con los sectores más pobres de la ciudad de Buenos Aires, concurriendo a los barrios carenciados, obrando misa y profesando la fe allí donde las esperanzas se empañan.
También utilizó su red de influencias durante la dictadura para liberar a curas amigos integrantes del movimiento tercermundista, aunque el espía cubano Horacio Verbitsky haya querido utilizar estos hechos en su contra.
Su vocación es la transformación, es papa para lograr un mundo con menor desigualdad social y sin escaladas bélicas.
Creo que se debe vislumbrar detrás de cada palabra de Francisco, un proyecto milenario, espiritual, ecológico y humanista.