Existió un pecado original, un hecho fundante, donde su autor, el Néstornauta, mostró la hilacha y condicionó de manera marcada a la economía argentina del futuro próximo y lejano.
La presidenta es denunciada por el Fiscal Nisman, a cargo de la investigación del atentado a la AMIA de 1994, bajo la carátula de encubrimiento. Según el fiscal, la intención del poder ejecutivo nacional es la de eximir y exculpar de responsabilidades a los funcionarios iraníes acusados de perpetrar el mencionado ataque.
Es que los errores macroeconómicos cometidos durante el segundo gobierno de Cristina Kirchner hicieron que durante 2013 y el 2014 la Argentina acuda desesperadamente a la búsqueda de dólares, de petróleo y de inversiones extrajeras en energía.
El pecado original consiste en aquél que ya varias veces mencioné. En 2007 con un 25 % de acciones de YPF SA disponibles en el mercado, el Néstornauta demuestra su afán recaudatorio, su mentalidad feudal y su falta de una mirada estratégica para el desarrollo de su país. Envía, Néstor, a un empresario allegado, Enrique Eskenazi, a comprar esa porción del paquete accionario de YPF SA. Con este hecho el gobierno nacional se convirtió en cómplice del vaciamiento de la empresa petrolera mencionada y provocó una política energética rentística y de expoliación que condicionaría el desenvolvimiento económico argentino de aquí a in eternum.
Consideremos que gran parte del gasto público es destinado a la importación de gas, petróleo y derivados. Entre 2012 y 2014 las cifras rondaron entre los 12 mil millones de dólares promedio aproximadamente. Dicho proceso aceleró la caída de reservas y creó un total desbarajuste en la macroeconomía del país.
Entonces llegó la idea de alguien, de algún consejero, para corregir con parches los pasados pecaminosos errores del Néstor y de la Presidenta. “¿Y qué tal algo así: hacemos un tratado comercial con los iraníes, nosotros les mandamos cereales y ellos nos mandan petróleo?”.
Muy buena idea, factible de haber sido llevada a cabo con un Estado que no nos haya presentado tal beligerancia en recientes momentos pasados; pero, los iraníes impusieron una condición para que el tratado se lleve adelante, consistió, dicho pacto en eximir de culpas y cargos a los funcionarios iraníes implicados en el atentado de la AMIA de 1994, sacarles a la INTERPOL de encima y fingir un acuerdo bilateral donde se investigue y resuelva el caso, en definitiva, cajonearlo al igual que lo hizo Menem.
Igualmente la resolución del caso AMIA se encuentra muy lejos de ser resuelto, cuanto más años pasan todo lo cubren espesas tinieblas.
Según el especialista Horacio Calderón, queda clara la participación iraní en el atentado, mientras que otros especialistas como Christian Sanz, aseguran y refuerzan la responsabilidad Siria centralizándola en el líder, el entonces presidente de Siria, Haffez Al Assad.
Desesperados por el petróleo, a causa del vaciamiento energético del cual el gobierno actual y su mito en el más allá son y fueron responsables, se exime de culpas a los funcionarios iraníes implicados en el ataque.
En síntesis, las urgencias económicas hacen que el gobierno nacional lleve a cabo diálogos y tratados poco convenientes, ya que todavía existe la sospecha de la implicancia iraní en los hechos de 1994. Todavía no se aclaró desde la justicia si es el Estado iraní el responsable o no, pero el kirchnerismo se subió al caballo y pactó, quizás con el demonio. Diplomáticamente este tratado con Teherán no es acertado, ya que la sospecha de su participación todavía es válida.
Enumeremos otros manotazos de ahogados, me refiero a la improvisación política, a la permanente manera de sacar papas del fuego sin pensar en nada a nivel estratégico; pago al Club de París para portarnos bien y que nos presten dólares, lo mismo con el CIADI, el regalón a Chevron debido a los dólares que trajeron, el ingreso de los monopolios telecomunicacionales al mundo de la fibra óptica, telefonía, celulares, medios de comunicación, sistemas de cable; los pactos coloniales con China. Todo esto como lo dice el título de aquél clásico Western: “Por un puñado de dólares”.