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El adiós a un grande, Lorenzo Rubinetti

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LLORA EL DUHALDISMO A SU "MAGO" INFORMÁTICO (*)
LLORA EL DUHALDISMO A SU "MAGO" INFORMÁTICO (*)

El viernes fue una jornada triste para el duhaldismo. Se conoció ese día la muerte de uno de esos personajes que hacen fama cuando ya no están, el mítico Lorenzo Rubinetti. ¿Quién era«Lorenzo», a quien volteó ese día un cáncer? Era el consultor informático del peronismo bonaerense, el guardián secreto de los padrones y de toda la tecnología que es imprescindible para que un sistema cerrado y hegemónico como el de Duhalde en el peronismo de Buenos Aires sea posible y eficaz.

 

«Lorenzo» era el baqueano de las computadoras a quien Duhalde le confiaba todas las artesanías de comicios internos y externos, armaba listados de votantes ordenados por distritos, barrios, calles, inventaba sobre la base de los poderes oficiales las listas de envíos de publicidad y de boletas antes de las elecciones casa por casa, imprimía los padrones y hasta las boletas que se ponen bajo lacre en cada urna. Un artesano que podía prever cualquier impugnación del apoderado enemigo, de cualquier juez o cualquier escribano malintencionado. Le temían muchos, y cuando los números entraban en emergencia, el grito de los punteros era: «¡Llamen a Lorenzo!».

Lorenzo podía crear un partido en minutos, podía descalificar una lista completa pulsando «enter», podía salvar cualquier entuerto con sólo apretar « escape».

Ni con el abaratamiento de la informática, que en los últimos años fue haciéndose más comprensible para todos, «Lorenzo» perdió vigencia. Sí se quedó con menos negocios; la manía de Duhalde por las listas únicas le quitaba la oportunidad de una elección interna total, como la que enfrentó aCafiero y Ruckauf en abril de 1999 por todas las candidaturas y que le exigió el máximo de su capacidad. Supo también encontrar cobijo en la humilde consulta de municipio, hasta en la disfrazada pelea dentro de un sindicato entre dos amigos.

Duhalde lo tenía en la mesa de luz desde que lo descubrió, pero lo había heredado del enemigo. Lo llevó al peronismo bonaerense nada menos que Julio Mera Figueroa cuando fue interventor en el partido en los años '80, ayudado por los dineros que le daban Raúl Alfonsín y Antonio Troccoli para promover la renovación del PJ en ese distrito, en nombre de Vicente Saadi, claro.

De Mera Figueroa lo tomó Antonio Cafiero y después Duhalde. Fue quien armó los dos plebiscitos de reelección provincial (el que perdió Cafiero en 1990 y el que ganó Duhalde en 1995) y en los últimos años había hecho tanta fama como «mago» informático para las elecciones que ya estaba trabajando también para los radicales.

(*) Publicado por diario Ámbito Financiero.

 

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