La noticia sorprendió cuando el psiquiatra Ricardo Risso pidió que se deje sin efecto su designación como perito de parte nombrado por la querellante Sandra Arroyo Salgado en la causa en que se investiga el fallecimiento de Alberto Nisman. Según explicó el mismo, su decisión respondió a que “aún no es oportuno para esta fase de la investigación”.
Esa decisión dejó sin efecto el peritaje psicológico que se haría sobre la figura del fiscal muerto.
“El tipo de peritaje puede ofrecer perfiles probabilísticos y hasta incluso, puede no ser necesario”, dijo Risso, para explicar que en caso de que se determine que Nisman fue asesinado, no tendrían gran relevancia los elementos de sus psiquis para analizar.
Insistió además en que “no están dadas las condiciones ahora para realizar una autopsia psicológica” ya que considera que no es objetivo que todas las personas que serían parte de su investigación aún están siendo entrevistadas. Esto mismo, recuerda, “es recomendado hacerlo no antes de los 2 a 6 meses de la muerte ni después del año y medio”.
En ese contexto, revista Noticias reconstruyó el perfil psicológico del fiscal Nisman mediante la consulta a una decena de reconocidos peritos psiquiátricos, psiquiatras, psicólogos y fuentes ligadas a la causa. ¿Tenía una personalidad suicida o no? Su relación con las mujeres, narcisismo, antidepresivos y conducta egocéntrica. Datos reveladores para hacer la autopsia que nadie se anima a realizar en la Justicia. Por qué importa la vida privada de un muerto. A continuación, el completísimo informe realizado por Andrea Gentil y Pablo Berisso:
La renuncia de uno de los peritos de la jueza Sandra Arroyo Salgado, ex esposa de Alberto Nisman y querellante en la causa que investiga la muerte del fiscal ocurrida el 18 de enero pasado, fue un rayo en medio de la tormenta. Y es que los cortocircuitos entre Arroyo Salgado y Viviana Fein, la fiscal que tiene a su cargo el caso, van aumentando en intensidad. Como resultado, un aspecto que suele ser muy importante en las investigaciones por muerte dudosa permanece en suspenso: la autopsia psicológica de Nisman. Consiste en un estudio retrospectivo de la víctima, una evaluación indirecta de la conducta, personalidad y estado emocional previos a la muerte de una persona, en aquellos casos en los que se ignora la causa de la muerte.
Noticias consultó a diez de los psiquiatras, psicólogos y peritos más prestigiosos y respetados del país para tratar de armar ese rompecabezas llamado Nisman. No se pretende con esta nota complementar ni mucho menos reemplazar los estudios oportunos que deberán forman parte del expediente que está en manos de la fiscal Fein. Tampoco, brindar conclusiones acerca del modo en que Alberto Nisman murió, si fue por mano propia o como víctima de un asesinato. Este artículo es investigación periodística en estado puro, con la ciencia y sus mejores representantes argentinos como herramienta fundamental.
Por razones de ética profesional relacionadas con el juramento hipocrático y el respeto a la privacidad de los pacientes y de la información judicial, la identidad de los profesionales intervinientes en la nota queda bajo reserva.
En las últimas semanas, circularon por los medios fotos y testimonios que forman parte del expediente Nisman. Las críticas no se hicieron esperar: ¿es necesario hablar de la vida privada de un muerto?
Hiperactividad
Una de las características que señalan tanto amigos como colaboradores de Alberto Nisman es su permanente estado de vigilancia. Lo que ellos llaman su “obsesión por el trabajo”, su actividad constante. Que podía hacer que llamara Diego Lagomarsino (imputado hasta ahora por haberle entregado a Nisman la pistola Bersa mod.62 con la que se disparó la bala que terminó con la vida del fiscal) a cualquier hora del día o de la noche, incluyendo fines de semana o feriados, para encargarle un trabajo como técnico informático.
Pero el estado de excitación que esos testigos mencionan no se reducía al ámbito laboral. Nisman tenía una forma de hablar apurada, a veces confusa, que podía trastabillar, embarullarse, superponer ideas, y que iba acompañada con gestos y movimientos permanentes de las manos, de los ojos, con una gestualidad que abarcaba a todo el cuerpo. “Hablo muy rápido, ¿estás grabando?”, le preguntaría al cronista de Noticias cuando esta re- vista lo entrevistó apenas presentó la demanda que involucraba a la Presidenta, Cristina Fernández, y a otros miembros del Gabinete nacional.
En realidad, lo que Nisman padecía, concuerdan los especialistas consultados por Noticias, tanto psiquiatras como psicólogos, era un fuerte trastorno de ansiedad que lo obsesionaba con un tema: él mismo. “Lagomarsino creía que Nisman lo consideraba a él más amigo de lo que él mismo consideraba a Nisman –cuenta un conocido del ex técnico informático del fiscal–. Porque no terminaba de entender la personalidad de Nisman; solía decirme que sentía que cuando él (Lagomarsino) le hablaba de sus cosas personales, Nisman desconectaba, no lo escuchaba, y luego seguía con su propio tema”.
Una ansiedad que se centra casi constantemente en la propia persona es una de las características del narcisismo, un trastorno de la personalidad que está descripto en el DSM-V, el manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales con el que se manejan todos los psiquiatras del mundo para diagnosticar y tratar a sus pacientes, y que ya fuera vislumbrado desde la psicología por Sigmund Freud.
“Las personas con trastorno narcisista exageran sus logros, tienen fantasías de belleza y perfección, se sienten especiales y únicas, tienen una necesidad constante de admiración, pueden ser mediocres pero convencerse de que son San Martín”, resume uno de los psiquiatras consultados por Noticias.
Alberto Nisman era grandilocuente, se refería a sus hallazgos y a su labor en términos ampulosos y absolutos. En ese contexto, es que tanto psiquiatras como psicólogos y peritos coinciden en interpretar el mensaje de WhatsApp que el fiscal enviara antes de dar a conocer la denuncia por encubrimiento, que fue desestimada en primera instancia por el juez Daniel Rafecas, fallo que tras ser apelado por Gerardo Pollicita, acaba de ser ratificado por la Cámara Federal por dos votos contra uno por “inexistencia de delito”.
Nisman decía por entonces: “Debí suspender intempestivamente mi viaje de 15 años a Europa con mi hija y volverme. Imaginarán lo que eso significa. Pero a veces en la vida los momentos no se eligen. Simplemente, las cosas suceden y eso es por algo. Hace tiempo que me vengo preparando para esto, pero no lo imaginaba tan pronto (...). Me juego mucho en esto (…) Haré todo lo que esté a mi alcance y más también, sin importar lo que tenga enfrente”.
Tras las primeras horas de conocida la inesperada muerte del fiscal, muchos tomaron a este mensaje masivo como una nota suicida. Los expertos creen que no fue eso. Están convencidos de que se trató de algo típicamente narcisista: una llamada de atención, una preparación de la escena antes de hacer la entrada triunfal con una denuncia que involucraría nada menos que a la Presidenta de la Nación. Y que lo transformaría a él en el salvador de la Patria. “El mensaje no es una despedida, sino un aviso de que él iba a avanzar en un accionar que lo ubicaría en un lugar superior al resto de las personas –analiza un perito psiquiátrico de la Corte Suprema de Justicia–. Fue como decir `soy tan importante que miren lo que voy a hacer´”.
Al momento de dar a conocer su denuncia, Nisman se mostraba convencido del contenido del escrito y de las pruebas con las que contaba. Juraba que hacía años estaba trabajando en ese documento, y que contaba con “pruebas contundentes basadas en escuchas telefónicas”. ¿Por qué la presentó en el mes de enero, en medio de una feria judicial, y dejando a su hija en Europa cuando estaba por festejar sus 15 años? “Es sencillo –le dijo a Noticias–. Porque lo terminé de escribir ahora. Siempre pasa algo o hay campaña electoral u otra cosa. Tomé la decisión de presentarlo cuando lo terminé”.
Otras versiones, sin embargo, apuntan a un posible desplazamiento de su cargo por parte de la procuradora general de la Nación, Alejandra Gils Carbó. También a la caída en desgracia de su principal interlocutor, mano derecha y aportante de información, nexo con la CIA y el Mossad, los servicios de inteligencia de los Estados Unidos e Israel que colaboraban con la investigación de Nisman: Antonio “Jaime” Stiusso, que acababa de ser apartado de la exSIDE por CFK.
¿Un narcisista busca la perfección en sus acciones? “No necesariamente. Las llevan a cabo cuando le conviene, cuando juzga que su ego puede quedar bien parado”, agrega un perito psicólogo. ¿Es posible entonces que Nisman tuviera un motivo oculto para presentar la denuncia, aun sin contar con todos los datos? “Sí. Su visita a diversos canales de televisión y hasta la nota con revista Noticias pueden haber sido considerados por él como el pináculo de su carrera. En su mundo, él podía conseguir y tendría con toda seguridad todo lo que hiciera falta para defender su posición. Los narcisistas no piensan que pueden fallar, se sienten omnipotentes, invencibles. Y venden esa imagen”, resume uno de los psiquiatras a esta revista.
Todo es imagen
Alberto Nisman llevaba escrita en su frente la palabra pulcritud. Era obsesivo con el cuidado de su cuerpo y hacía ejercicios en el gimnasio de Le Parc, además de haber contratado los servicios de Daniel Tangona, personal trainer de muchos famosos de la Argentina. El fiscal era coqueto, le gustaba estar a la moda, usar los mejores perfumes, ser un galán con las mujeres bellas, y seductor con las personalidades poderosas.
Durante su visita a los estudios de TN, cuando dio una entrevista vinculada con su denuncia, se ocupó de pedir ir al control del programa y ver cómo salía su imagen por la televisión. Estaba preocupado: temía que lo vieran gordo. Tras el encuentro con los periodistas de Noticias, Nisman comentó que le gustaba ser el personaje de tapa de la revista, aunque le preocupaba qué foto iría a ser elegida para ilustrar esa portada. Exultante, apenas tuvo la revista en sus manos, le envió a su ex esposa, Sandra Arroyo Salgado (que continuaba en Europa con sus hijas) un mensaje de WhatsApp.
“Está claro que mis prioridades están en otro lugar –le contestó la actual jueza federal de San Isidro-, para vos lo más importante es la puja de poder y salir en diarios, revistas y TV. Te felicito por haber conseguido lo que querías”. El fiscal respondió a la madre de sus hijas que ya lo comprendería.
Y es que el narcisista se caracteriza por ponerse siempre en el centro de las escenas. “Carece de empatía, y no sufre por no tenerla. En todo caso, si alguien le reprocha una falta, siempre dirá que la culpa está en la otra persona, no en sí mismo”, señala un perito psiquiátrico. “Su entorno familiar es el clásico que rodea a una personalidad narcisista –explica otro psiquiatra–. Él es él y está por encima del resto. Eso suele crear conflictos familiares cuando quienes lo rodean intentan confrontarlo o bajarlo a tierra”.
Sin embargo, el punto débil de Alberto Nisman parecían ser sus hijas. Hablaba de ellas con sus amigos, con sus colaboradores, con sus novias y “amigas”. “Mostraba una relación intensa con sus hijas –describe otro perito psiquiátrico–. La casa estaba llena de fotos de ellas. No sé si esa relación era buena o mala, pero sí era intensa”. Cuando Nisman mencionaba la palabra temor, lo hacía en referencia a la seguridad de las chicas.
Entre sus conocidos, Nisman describía a sus hijas como bellas e inteligentes. Se mostraba orgulloso. Es que, en parte era hablar un poco de sí mismo. “Papá, nosotras, tus hijas, Iara y Kala, solo necesitábamos de vos, tu presencia y compartir buenos momentos. Hoy te despedimos, sabiendo de tu dedicación al trabajo. Esperamos que ahora puedas estar en paz. Nosotras guardamos en nuestro corazón los lindos momentos vividos juntos”, reza el obituario que publicaron las hijas del fiscal en el diario La Nación.
El lado oscuro
Detrás del Nisman dedicado a su imagen y a su trabajo, que se reprochaba a sí mismo (en público) escatimarles tiempo a sus hijas, había otro Nisman. Uno que, puntualmente a las 7 de la tarde, llegaba al boliche Rosebar solo, despedía a su custodia y la volvía a llamar a la hora de irse, alrededor de las 12 de la noche. Pero para continuar la noche en Tequila y, últimamente, en Vita.
En Rosebar, se juntaba en su mesa del VIP con chicas muy jóvenes, de entre 20 y 26 años como máximo, llamativas, esculturales: modelos de la agencia que acaba de cerrar Leandro Santos, investigado en Uruguay en una causa caratulada como “trata de personas, explotación sexual, prostitución de menores y lavado de activos”, la modalidad más común de lo que es conocido como “prostitución VIP”.
En Rosebar fue donde Nisman conquistó en el 2012 a Danisa Sol Fernández, por entonces de 19 años. Vivió un romance de varios meses que incluyó viajes a lugares de ensueño, con selfies incluidas que salieron a la luz recientemente. Su última “amiga” fue Florencia Cocucci (de 25 años) con quien viajó a Cancún. Aunque el corazón y las obsesiones del fiscal estaban puestos en Sol Aguilar (21) con quien compartía cenas y salidas, pese a que la chica nunca le permitió avanzar más allá. La frustración de Nisman era mayúscula: le costaba comprender que Aguilar no respondiera a sus galanterías.
A pesar de ser el titular de la fiscalía más mirada del país, Nisman no mostraba preocupación por si lo veían en sus noches de alegría con chicas jóvenes e incluso con juguetes sexuales en fiestas de cumpleaños. “Eso muestra omnipotencia: Yo soy yo y soy intocable. Es una particularidad de una personalidad narcisista. Todo lo que hace está por encima y tiene que mostrar sus logros. Es una manera de satisfacerse”, expresa un perito psiquiátrico.
“El típico hombre narcisista va a buscar mujeres bellas, llamativas, mucho más jóvenes, a las que pueda seducir y dominar, que le muestren admiración –completa otro psiquiatra–. Nunca va a tolerar por mucho tiempo una mujer con una personalidad fuerte y destacada. Lo que busca es que no le hagan sombra y enviarles a los otros hombres un mensaje muy claro: `Yo soy el macho alfa´”.
El último testigo
Un allegado a Diego Lagomarsino resume la sensación que el dueño del arma que mató a Nisman tenía sobre su jefe: “Todo era él. Él por sobre el resto”. El principal blanco de las sospechas de la querella les comentó a sus allegados más cercanos por qué el fiscal le habría pedido la Bersa, luego de serle negada por uno de sus custodios: “Lagomarsino piensa que fue por descarte, porque él no podría decirle que no a lo que Nisman le pedía”.
“En la forma de actuar de Lagomarsino y en la manera en que Nisman lo trataba, puede verse una relación de amo y esclavo”, resume uno de los psicólogos consultados. “Los narcisistas no son queridos por la mayoría de sus empleados, porque tienen fama de tiranos y exigentes, pero siempre cuentan con un muy reducido círculo de personas con las que cultivan un vínculo muy parecido al de un amo con su siervo”, completa un psiquiatra.
Pero esa relación puede tener su reverso: el amo se transforma en el esclavo de alguien más, de alguien de quien depende, de alguien que es el único que conoce la debilidad del narcisista, y su coraza. ¿Fue Stiusso el amo que, muy inteligentemente, manipulaba a su antojo a Nisman? Y si así hubiera sido, ¿fue él la persona a la que el fiscal se refería cuando le confesó a Patricia Bullrich que estaba angustiado porque se sentía traicionado por un agente del servicio de inteligencia? ¿Qué pasa por la mente de una persona con fuertes altibajos anímicos, como Nisman, en el momento más brillante de su vida, cuando lo que espera para alcanzar la meta final no llega? En este tema, la opinión de los expertos está dividida.
“Nisman estaba a punto de dar el paso más importante y eso no es un factor de temor, aunque sintiera que su denuncia era endeble, porque como buen narcisista iba a pelear hasta el final”, opina un perito. Y un psicólogo coincide: “Un narcisista la sigue peleando hasta después de despedido o de perdida la causa. Porque él es él por sobre el otro y va a intentar hasta el final demostrarle al otro que está equivocado y que fue el otro el que cometió el error y no él”.
Otro grupo de psiquiatras considera todo lo contrario. “Cuando a un narcisista le pasa algo que le derriba la estructura de grandiosidad que se armó se desarma por completo. El vacío de poder los destruye, el abandono o el desprecio de una mujer los puede llevar a depresiones profundas que a veces hay que tratar con antidepresivos, ansiolíticos y antipsicóticos”. De hecho, la autopsia hecha sobre el cuerpo de Nisman, indica la presencia de bajas dosis de clonazepam y el mismo ansiolítico fue hallado en el botiquín del fiscal.
Si, eventualmente, el toque final de la denuncia que Nisman debía defender frente al Congreso de la Nación el lunes siguiente a su muerte, hubiera fallado en el momento final, “la angustia del fiscal, todo su trastorno de ansiedad, lo hubieran puesto en carne viva. Y en ese momento podría haber pensado en terminar con su vida”.
Así y todo, aunque la posibilidad existiera, el modo en el que Nisman fue hallado sin vida no concuerda con lo que se esperaría de un narcisista. “Ellos mueren con su uniforme puesto, con sus mejores galas. Y con una carta de despedida grandiosa, exultante”, resume uno de los expertos consultados por Noticias.
Otro colega coincide: “Un narcisista, prolijo como se lo veía a Nisman, no se suicida de la manera que se supone lo habría hecho. Era un tipo pulcro, siempre correcto y elegante. Descarto absolutamente el suicidio, porque si lo hubiera hecho, seguramente hubiera cuidado más los detalles, e incluso hasta de la vestimenta que llevaba puesta”.
Los interrogantes siguen abiertos. Pero los especialistas concuerdan en que a Nisman lo definían tres palabras: narcisismo, ansiedad y omnipotencia. Un cóctel difícil de manejar.