Pese a que las encuestas locales y nacionales le sonríen, a Mauricio Macri le costó esta vez más que nunca ser profeta en su tierra, la Ciudad de Buenos Aires.

Por eso, saldada la histórica interna entre Horacio Rodríguez Larreta y Gabriela Michetti, el jefe de Gobierno porteño podrá cerrar un período tortuoso e iniciar otra etapa en la larga carrera por la Presidencia.

No acostumbrado a estas pulseadas endógenas, el macrismo vivió en crisis la pelea por la sucesión de su líder, con broncas acumuladas, cruces subidos de tono, el gabinete partido y figuras a uno y otro lado de la cuerda.

"Menos mal que se termina esto, necesitamos que finalice ya para que podamos avanzar en la campaña, sobre todo en la provincia de Buenos Aires", se sinceró un macrista encaramado en el complejo armado partidario bonaerense.

Macri fue el principal responsable de exasperar los ánimos del partido amarillo al proclamar su favoritismo por Larreta, luego del segundo desplante de Michetti en elecciones continuadas. En 2013 no quiso ser la referente partidaria en la provincia de Buenos Aires y luego rechazó ser compañera de fórmula.

La elección por su rival mostró a una Michetti furiosa puertas adentro y rebelde afuera: sugirió reformas al esquema del juego en la Ciudad, se mostró como la referente "antiaparato" y pobló de desafiantes gigantografías las calles porteñas con un más que explícito: "El que elige sos vos" (y no Macri).

Hubo consecuencias positivas y negativas del pleito: Macri paró de crecer en los sondeos nacionales, pero la interna del PRO acaparó la atención porteña y eclipsó otras alternativas.

Si como las últimas encuestas indican, el "gestor" Larreta se convierte en su sucesor, Macri podrá mostrarse en plenitud en el búnker compartido de Costa Salguero: logró que su delfín se impusiera aun con sus durezas escénicas, luego de arrancar por detrás de la senadora y reserva carismática del PRO.

Si en cambio, los indecisos le amargan la tarde, el opositor mejor posicionado a la Presidencia deberá impostar su mejor sonrisa de guasón y levantarle la mano a Michetti, aunque no le resultará gratis: los analistas dirán que ganó pero perdió en su condición de líder, el famoso triunfo a lo Pirro.

En ese caso, Michetti se mostrará como una hija pródiga a la inversa, que perdona a su desconsiderado mentor, y pasará de ser una figura de segundo orden a socia principal de la campaña presidencial. Varios extrapartidarios celebrarán, como Sergio Massa que se ocupó de hacer públicos gestos hacia la senadora pese a que su candidato en la Ciudad es Guillermo Nielsen.

Daniel Scioli también estará atento al resultado de las elecciones. Un buen desempeño del camporista Mariano Recalde lo mostrará competitivo en un distrito siempre hostil al peronismo, aunque no tanto para el exmotonauta que estuvo cerca de gobernarlo antes de que Néstor Kirchner lo enviara a Buenos Aires.

Scioli pudo regocijarse esta semana con una declaración de Cristina Kirchner a miles de kilómetros de distancia: "No tengo favoritos", dijo la Presidenta a la TV rusa y pareció dar por tierra con el discurso de Florencio Randazzo y Sergio Urribarri, quienes se arrogaban la exclusividad de la afiliación K.

Volviendo a la Ciudad, todo indica que el ganador de la compulsa en el oficialismo será el nuevo jefe de Gobierno y colgará una medalla para Macri en el largo camino hacia las primarias de agosto y las generales de octubre.

Después de haber sellado la alianza con la UCR y el Frente Cívico de Luis Juez en Córdoba, Macri seguirá su derrotero nacional con especial hincapié en la provincia de Buenos Aires, donde busca apuntalar a María Eugenia Vidal.

Los armadores del PRO ya le bajaron el pulgar a Gustavo Posse para que compita a gobernador con la lista presidencial de Macri y quieren que el intendente de San Isidro encabece la boleta de candidatos a diputados nacionales.

El alcalde se resiste. Y en la negociación con el radicalismo muchos intendentes de boina blanca plantean la necesidad de ir colgados de la lista de Macri. Por eso, algunos reclaman que haya fórmula compartida entre Macri y Ernesto Sanz y Vidal y un vice radical.

La otra opción es que la UCR presente una lista completa propia, aunque aquellos alcaldes temen perder en sus distritos.

Así las cosas para el macrismo hay una pieza que todavía no está firme: la candidatura presidencial de Sergio Massa.

El líder del Frente Renovador ratificó ante su tropa el lanzamiento de su postulación para suceder a Cristina Kirchner el próximo primero de mayo en Vélez, pero atraviesa algunas rebeliones internas.

Jesús Cariglino, jefe comunal de Malvinas Argentinas y con línea de negociación abierta con el PRO, le aconsejó telefónicamente y durante una hora y meda a Massa no lanzarse a la presidencia y concentrarse en lo provincia de Buenos Aires.

Lo hizo como vocero de un grupo de intendentes que ve que los candidatos renovadores en Buenos Aires no garantizan el triunfo en sus terruños y por lo tanto necesitan a un Massa gobernador.

Massa rechazó el pedido de Cariglino y mantuvo su lanzamiento nacional con amenaza de anunciar su compañero de fórmula (¿José Manuel de la Sota; Roberto Lavagna; el fundador de la Red Solidaria, Juan Carr?). Según propios y extraños, mayo será un mes clave para ratificar o desechar su candidatura (NA).