Las fugas en el Frente Renovador y el ordenamiento del Frente para la Victoria montaron un nuevo escenario electoral que impulsó a Mauricio Macri y Sergio Massa a explorar un acuerdo político.
Emilio Monzó y Joaquín de la Torre, dos de los principales operadores políticos de Macri y Massa, mantuvieron dos encuentros en las últimas semanas y el lunes pasado se sentaron a negociar junto al intendente de Junín, también massista, Mario Meoni.
En un hotel de Nordelta, Monzó formalizó la oferta que había hecho a De la Torre cuando coincidieron en el cumpleaños de Jorge Triaca: que Massa sea candidato a gobernador de la estratégica Buenos Aires, pero el intendente de San Miguel volvió a pedir la realización de una gran interna opositora nacional. Después de ese tironeo verbal, Monzó asegura que si el intendente de Tigre mantiene su aspiración presidencial no habrá acuerdo, mientras que De la Torre insiste en que el entendimiento sólo llegará con una primaria amplia o nada.
Parece un camino sin retorno, pero el diálogo está abierto y habrá nuevas reuniones hasta el 10 de junio cuando cerrará formalmente el plazo para la presentación de alianzas.
En el Pro consideran que el debilitamiento del FR va a terminar jugando su rol para el replanteo no sólo de Massa sino de sus hombres. Esta semana abandonaron las filas renovadoras dos figuras clave: el ex intendente de Almirante Brown, Darío Giustozzi, y Juan José Álvarez, operador político del massismo. En ambos casos, se mostraron cerca del Frente para la Victoria.
La dispersión massista es peligrosa para los tres cuarteles electorales y no solo para el FR: en el Frente para la Victoria temen que nuevas deserciones obliguen a Massa a cerrar con Macri una alianza opositora muy competitiva; y en el Pro están atentos a que muchas bajas de un lado son afiliaciones para Daniel Scioli.
Las negociaciones tienen otros condimentos. Macri solía decir que no volverá a tropezar con la misma piedra cuando le preguntan por un acuerdo para que su candidato a gobernador sea Francisco de Narváez y apuntala a María Eugenia Vidal, pero en el labotario macrista no descartan una reunión de los antiguos socios -si Massa no recula- porque "el Colorado" mide bien. Por ahora, Vidal sigue caminando la provincia y espera esta semana consumar el frente bonaerense con el radicalismo junto a un vice de boina blanca: Juan Gobbi o Daniel Salvador.
El argumento de los massistas para proponer la interna amplia es que si el ex intendente de Tigre se baja, sus votos peronistas podrían ir más a Scioli que a Macri, lo cual permitiría que el FPV gane en primera vuelta. Además, sostienen que un candidato de capa caída tampoco será competitivo en Buenos Aires. Pero en el Pro descreen de esas previsiones y consideran que las primarias del 9 de agosto servirán como un gran ordenador: si Macri se posiciona como el principal opositor, luego los antikirchneristas que escogieron a Massa o a José Manuel de la Sota se volcarán hacia Macri porque entrará a tallar el voto útil.
Para ganar en primera vuelta se necesita que el candidato más votado obtenga el 40% de los votos con una distancia de 10 puntos sobre el segundo o superar el 45%.
En ese marco, la guerra de encuestas está en su clímax. El sciolismo hace circular números que lo dan al gobernador bonaerense en primer lugar con entre 32 y 36 puntos, sobre la base de sondeos de Aresco y Ricardo Rouvier, entre otros. El macrismo responde con un sondeo de Isonomía que muestra a su líder a la cabeza también con 31 puntos contra 29 de Scioli y 15 de Massa, luego de los buenos resultados obtenidos por el Pro en Santa Fe y Ciudad de Buenos Aires. Por su parte, Rosendo Fraga, presidente del Centro de Estudios Nueva Mayoría, les pasó sus números a dirigentes massistas: Scioli 32%; Macri 27%, Massa 23% y Florencio Randazzo 9%.
En el Frente para la Victoria, Cristina Kirchner presionó para que las primarias nacionales se diriman únicamente entre Scioli y Florencio Randazzo, en lo que parece un intento por posicionar a su ministro del Interior y Transporte. Cerca de Randazzo intuyen que la Presidenta no le brindará un apoyo explícito pero esperan que el ultrakirchnerismo se encolumne detrás de su candidatura.
Allegados a Randazzo les pidieron esta misma semana mayor compromiso a referentes de La Cámpora, pero es difícil que la organización dé un pronunciamiento explícito.
La apuesta de Randazzo hasta el 9 de agosto, fecha de las Paso, será que haya "discusión política" y se hable de gestión, pero le va a costar mucho revertir el escenario. Scioli suma con apariciones públicas como las del lunes en el programa de Marcelo Tinelli y con un dominio de apoyos de dirigentes que lo consideran el único competitivo entre los que están la mayoría de los gobernadores peronistas, los principales dirigentes de la CGT Balcarce y muchos empresarios.
Todavía resta aclararse el panorama bonaerense. Luego de las deserciones de varios candidatos, incluida la de Diego Bossio, rodeada de versiones, en el kirchnerismo más duro aseguran que los únicos precandidatos convalidados por la presidenta son Aníbal Fernández y Julián Domínguez.
No obstante, en el sciolismo señalan que los números de estos dirigentes todavía no garantizan un triunfo frente a De Narváez y sostienen discretamente a Martín Insaurralde, Fernando Espinoza y Santiago Montoya. En los meandros de Villa La Ñata insisten en que todavía hay tiempo para que Randazzo vaya a la provincia y no descartan que el apellido Kirchner en alguna de sus tres versiones, Cristina, Máximo o Alicia, aparezca al tope de las boletas (NA).