Más allá de lo irrelevante de personajes como “el gigoló” o el “tío degenerado de Wanda Nara” en la última semana vi dos cosas, que dentro del marco de decadencia cultural al que asistimos me llamaron mucho la atención. Vayamos por partes:

En primer lugar, trascendió una grabación en la que una chica le “hizo una cama” a Jacobo Winograd. El siguiente video me exime de describirlo:

Retomare el análisis del mismo más adelante. Lo segundo es esta impresionante exposición de Aníbal Fernández ante el Council of the Americas. Nuevamente, las palabras no necesitan demasiada explicación:

Ahora bien, me parece muy interesante pensar por qué, tanto el “fallido” de Aníbal sucede ahora y no en algún otro momento de su extensa carrera política, al igual que es un ejercicio interesante pensar por qué alguien como Jacobo Winograd (quien ha confesado más de una vez vivir de la “venta de mujeres”) cae en la ingenuidad de dejarse grabar como un principiante.

Se trata de dos personajes que tienen décadas de experiencia en sus respectivas actividades y que conocen muy bien cómo funcionan los medios. Me permito sugerir la siguiente teoría: el descascaramiento del “Relato K” genera y estimula, que un “contra relato” sea difundido cada vez más. Vendría a ser algo así como la emergencia, el surgimiento de todo aquello que durante los últimos doce años ha sido tratado con las tres recetas más habituales del kirchnerismo: la negación, el ocultamiento y por último (si no queda más que admitir que algo no tan bueno sucede) la minimización.

En ese sentido, estamos en una etapa de ‘destape” que me recuerda en cierta medida a los primeros años de democracia. Recuerdo la revista Libre, una de las primeras publicaciones transgresoras, que mostraba desnudos, se metía con ciertos temas Tabú etc.

Por supuesto que este es un destape menos divertido, en el que salen negocios de efedrina, nuevos y más diversos casos de corrupción, pero en líneas generales es un momento de apertura muy difícil de controlar. Aníbal F. no puede controlar su lengua del mismo modo que Jacobo W. se deja grabar, porque ya no le basta con la sospecha permanente de ser un proxeneta, necesita reafirmarlo.

Por eso tanta fascinación por el tío de Wanda, por el gigoló (un personaje que transforma al fallecido Ricardo Fort en un verdadero artista cuando se los compara).

Tiempos de falta de talento, de degradación, de mostrar lo peor que se tiene. Quienes son “anti K” se pueden regodear con estas cosas porque, como decía Spinoza, “la naturaleza no tolera vacíos” y siempre hay que hablar de algo. A esta altura, luego de tanto desgaste, ¿a quién le importa la política de DDHH de los primeros años del kirchnerismo? ¿Hace cuántos siglos se hablaba de los “superávit gemelos” o de “las tasas chinas”? Parece que eso hubiera sido hace treinta años.

Creo que veremos más y más incidentes como los que mencioné al principio de la nota. Son parte de ese proceso de deconstrucción del relato, que vuelve a sus fuentes, ya no se busca ni ocultar las formas. En forma simultanea seguirán surgiendo “gigolós” y otros personajes irrelevantes que continúen ocupando (demasiadas) horas de televisión y radio, pero esto es irrelevante.

Me imagino que la próxima secuencia mediática incluirá la ejecución de crímenes en cámara o vaya uno a saber qué cosa. Basta con leer los titulares de los diarios que se ocupan de Gran Hermano que debería a esta altura llamarse Gran Marginal.

Lo más complicado es que sigue siendo más que cierta la posibilidad de que haya una continuidad del oficialismo.