Mientras la presidenta Cristina Fernández protagoniza una larga despedida en la que destaca "logros" del modelo económico tratando de influir sobre los ejes de gobierno de su sucesor, sectores empresariales y financieros tienen la mirada puesta en el 10 de diciembre, convencidos de que gane quien gane deberá introducir reformas en forma urgente a partir de ese mismo día.
El cóctel de déficit fiscal, retraso cambiario, inflación, sequía de divisas y caída de la productividad requiere, desde la mirada del poder económico, de fuertes cambios. Pero todo indica que en estos menos de 100 días que quedan de mandato cristinista la intención del establishment es no hacer demasiadas olas.
Algo de esto se notó en la semana con la voltereta en el aire dada por los dirigentes de la UIA, que en 24 horas pasaron de amagar con una celebración por el Día de la Industria de tono opositor, a ponerle alfombra roja a un aluvión de funcionarios y candidatos oficialistas -con Daniel Scioli a la cabeza- que terminaron copando la parada en la sede fabril de Avenida de Mayo.
Lo hicieron a pesar de que la central fabril atraviesa un distanciamiento notable de las políticas oficiales, a raíz de las enormes dificultades que soporta. Es que la cerrada defensa del "modelo de reindustrialización" realizada por Cristina Fernández contrasta con la compleja actualidad del sector fabril, que padece fuertes caídas en las exportaciones, dificultades para importar insumos y baja utilización de la capacidad instalada.
La industria celebró su día en el peor momento desde que asumió Cristina Fernández en el 2007, y afronta problemas de larga data, que siguen sin solución. El proceso de sustitución de importaciones parece haber quedado a mitad de camino, a tal punto que el gobierno echa mano de hasta el más mínimo dato para tratar de disimular el mal momento.
En su última cadena nacional, la jefa de Estado destacó que una fábrica de chicles empezará a fabricar en la Argentina y que ese hecho permitirá ahorrar "10 millones de dólares anuales" en pago de importaciones.
El dato refleja hasta qué punto el país está necesitado de divisas, y el hecho de que el Banco Central mantenga una deuda con los importadores que oscila entre los 6.500 y los 11.000 millones de dólares, agrava el cuadro.
Especialistas alertan que el valor agregado nacional es reducido y a esto se suma la elevada dependencia de insumos importados, que ya puso en rojo la balanza comercial manufacturera y está a punto de pintar del mismo color el saldo general entre exportaciones e importaciones.
El estancamiento de la economía, la escasez de dólares y un escenario mundial que se le ha puesto "de cola" a la Argentina, como sostuvo la propia presidenta, forman parte de un entramado cada vez complejo.
Entre enero y julio de este año la economía mostró una caída cercana al 20% en las exportaciones de manufacturas, lo cual se suma a un estancamiento notorio en la economía, con una baja del 2,5% en 2014 y del 0,9% en el acumulado de este año.
Mientras esperan que este escenario logre revertirse, sectores empresariales -muchos de las cuales ganaron fortunas en los últimos doce años, como les suele recordar Cristina- parecen decididos a mantener la concordia con el oficialismo.
Lo tratan de hacer sin agitar mucho las aguas hasta el último día de este gobierno, tal vez por aquello de que uno nunca sabe..., y la conveniencia sea la premisa de la hora.