"¿...Qué nos sucede vida que, últimamente ya nos miramos, indiferentes... y todo aquello que hasta ayer nos quemaba, hoy el hastío ya le dio sabor a nada...?".
La pobreza franciscana que exhiben los presidenciables sería conmovedora, si se tratara de otro país. Desafortunadamente se trata de la Argentina, y usted, y yo, y todos los demás vivimos dentro. Entonces, lejos de conmovedora, es desesperante.
Pobreza del intelecto y de la capacidad; pobreza de gente muy menor, sentenciada por pasados ocultables, por presentes falseados, y por futuros apenas esbozados con garabatos.
Las últimas encuestas de opinión reflejan un estancamiento con tendencia a la baja, de los dos principales candidatos, Daniel Scioli y Mauricio Macri, y un leve repunte del tercero en discordia, Sergio Massa, situándolos en alrededor de 38 - 28 - 23.
Insólito. Lo lógico y elemental era que los dos primeros, a estas alturas, ya tuvieran no menos de 3 o 4 puntos por sobre lo obtenido. Por una mera cuestión de entusiasmo popular en campaña. Pero resulta que, acá, los dos primeros se estancan y bajan. Y el tercero, que debería licuarse, porque no llega, crece por descarte. ¿Usted entiende que esto debiera ser al revés, no?
Ha pasado más de un mes desde la encuesta obligatoria PASO, que tuvo cerca de 9 millones de abstenciones, y ninguno ha encontrado un mísero argumento exhibible como para convocar a una parte de esas voluntades que, desinteresadas, se quedaron en casa.
Ninguno ha mantenido reuniones de presentación y coincidencia con líderes del mundo, demostrando estar precalentando con seriedad para entrar a jugar en las grandes ligas.
Ninguno ha hecho siquiera una entrevista prolongada con algún periodista serio, independiente, y agudo, para lucirse. Nada. Todo es de papel maché. Tampoco existe en el país un periodista de esos quilates, hay que decirlo.
Ninguno ha tenido siquiera la modesta idea de salir a seducir a los muchachos menores de 18 años que pueden votar, mostrando candidatos con los cuales identificarse, propuestas atractivas, la chance de un futuro piola. Nada. Están ocupados en otras cosas.
Y resulta inexplicable porque, acaso como nunca antes, oficialismo y oposición se reparten la potestad, preferencia, y libre disponibilidad de los medios de comunicación. Podrían acceder muy fácilmente a la interacción con esa gente.
Sin embargo, ni Scioli, ni Macri, ni Massa parecen interesados en enfocar segmentos sociales que están allí, esperando ser interpelados. Yo creo que no tienen la menor idea sobre qué demonios decirles.
Se limitan a pagar espacios cortos de TV para repetir el slogan que aprendieron a duras penas en los últimos días, y se van.
Un candidato se apalanca en la modesta y discutible herencia del ciclo kirchnerista terminado, otro en la cabalística supuesta infalibilidad de un consultor ecuatoriano (¿?), y el tercero, (pecados de juventud), tiene una zapatilla puesta al revés, y entonces da un paso atrás, por cada uno que da para adelante.
El candidato oficialista, (o cuasi oficialista, según se mire), Scioli, estrenó su triunfo en la PASO con una idea formidable: A 48 hs de ganar, teniendo 1800 evacuados y la provincia que gobierna bajo el agua, agarró y se fue de viaje a Italia.
Un movimiento inexplicable. Un canto a la falta de timing político. Tan absurdo como tirar un penal al corner.
Tuvo que pedirle al motorman del avión si podía pegar la vuelta, pero ya estaban llegando a Fiumicino. Un papelón.
Quiere ser presidente. Lo votaron 8.5 millones de tipos.
El primer candidato opositor, Macri, un inconsciente que armó un desastre en Tucumán sublevando a la provincia y provocando desmanes en Plaza Independencia, (que pudieron terminar en tragedia), para denunciar fraude en una elección perdida por más del 10%. Demencial.
Tras cartón, le deschavan un curro de 21 millones de mangos entre él y su primer candidato a diputado por Bs Aires.
Vale decir: No se conformó con robar plata mediante un testaferro famoso, (uno de cientos, vale aclarar), sino que encima lo puso de primer candidato, y en el primer distrito. Quiere ser presidente. Lo votaron otros 5.3 millones de tipos.
El otro candidato opositor, Massa, desde la comodidad del tercer puesto y la imposibilidad cierta de ganar la elección, promete el oro y el moro, se sube una tarde a la denuncia opositora de fraude, pero cuando baja del escenario trata de despegarse. También quería ser presidente; lo votaron otros 3 millones de tipos.
¿Usted se va dando cuenta en manos de quiénes estamos a punto de quedar, no?
En esta paupérrima situación política nos devanamos, mientras se va entendiendo que ninguno de estos muchachos realmente da la talla como para presidir una nación.
Scioli no puede convencer a nadie que no estuviera ya preconvencido, y trata de llegar a 40 con 10 de diferencia, tan sólo en base a lo que pierde Macri. Es como tirarse fingiendo una lesión para que se consuma el descuento, y termine.
Macri sabe que su única remota chance es ser presidente de repechaje; ni siquiera pudo retener el voto de Ernesto Sanz (2 de cada 3 radicales hoy no lo votan), y no entiende cómo en este mundo hay cosas que él no puede comprar con plata. Mientras, a los 56 años trata de encontrarse a sí mismo, y hace meditación trascendental con una pseudobruja, o alguna pelotudéz por el estilo.
Massa junta las sobras de cada plato, y las mete dentro de la cacerola. Hace un guiso modesto, mezcla rara de Musetta y de Mimí.
La elección tendrá, de un modo u otro, un ganador. Pero habrá de ser un campeonato sin campeón. A un mes de votar, ninguno puede mostrar, siquiera, tres ministros. Miseria digna? No: Es orfandad.
No tienen a quién poner, y tampoco pueden anunciar nombres porque nadie resiste archivos, y en seguida aparecerá el prontuario de los postulados, para mayor espanto del votante, y mayor descenso en la intención.
Pero en una de esas, los que estamos muy equivocados somos nosotros, vea.
Capaz que ese país más o menos serio, más o menos pujante, y más o menos vivible con el que soñamos, ya no tiene chances de existir porque, lisa y llanamente, ya no nos da la cabeza ni la moral como para ir, y hacerlo. Creo que, probablemente, no tengamos con qué.
Ahora le llaman "falta de recursos humanos". En mi barrio se dice "no juntamos once".
Acaso el destino esperable no era otra cosa que este presente berreta, con un oficialismo que inaugura canillas por cadena nacional, y presenta a un candidato que ignora la existencia de la letra ese, y una oposición que en 12 años lo mejor que encontró para ofrecer fue a un empresario ignorante e inmoral, que, igual al anterior, ni siquiera puede hablar 2 minutos de corrido.
¿Valdrá la pena apasionarnos tanto por la política, cuando está en manos de gente tan menor, tan indecente y, esencialmente tan absurda?
¿Tendrá mayor sentido informarnos al detalle con periodistas famosos que prostituyen su opinión, y hablan según lo requiera el cliente de turno?
Tener que elegir entre un tipo que te dice que va a continuar con este páramo en el que vivimos, y otro que te dice que te va a destrozar tu economía. Hay que estar muy, pero muy loco, vea.
¿No serán más inteligentes esos 9 millones de tipos que usan los domingos para cualquier cosa interesante y productiva, que no sea tener que ir una y otra vez a votar por esta clase de parásitos corruptos, mentirosos, e incapaces?
Scioli, Aníbal, Macri, Niembro... Si antes de entrar al cuarto oscuro, uno siente ganas de dejar el teléfono del cerrajero...